Portada 106

Escalera al Cielo


ELVIS PRESLEY That’s All right

COLABORADOR: Aurelio Carrillo

FECHA: 27 de julio de 2007

NO. 14

That’s all right, una inolvidable melodía de su majestad Elvis Presley, con la cual se cumplen ya 53 años de la explosión del Rock ‘n Roll.

“That’s all right” considerada como el hecho que marcó el comienzo del fenómeno musical y cultural del rock'n'roll.

That’s all right, editada en 1954, fue el single al que Presley le dio un sentido enérgico, mezclando un poco de country, e imprimiendo un sonido diferente.

Esta melodía creó todo un interés por Presley que eventualmente atrajo la atención de RCA Records, que un año después lo contrataría.

That’s all right comenzó una polémica al afirmarse como la primer canción de Rock, sin embargo algunos afirman que aunque no se considere la primera en su género, si fue la melodía con la cual el rock se volvió global y explotó en la escena mundial", algunos historiadores, se refieren a esta canción como el disparo que abrió el 'big bang' del rock, algo que las anteriores no habían logrado”.

Otros también sugieren que más que la música, "That's All Right" fue tal vez la primera vez que los adolescentes estadounidenses -más específicamente, adolescentes blancos- comenzaron a abrazar un nuevo estilo de música negra, sexual y provocativa, como algo propio.

De entre todas las canciones que grabó Elvis a lo largo de su carrera, "That's All Right", no fue inicialmente de sus mayores éxitos, pues al principio solo tuvo impacto local, sin embargo para los historiadores tiene un gran valor por su contexto.

Aunque Elvis pueda ser universalmente conocido como “El Rey del Rock 'n' Roll”, algunos creen que es demasiado considerarlo el creador de un género. Lo cual ha generado diversas discusiones.

“Lo que conocemos como rock 'n' roll es Elvis”, dice el historiador de rock Marc Kirkeby. “Pero había discos que podrían ser considerados rock 'n' roll antes de eso, y fueron hechos por artistas negros”.

Algunos historiadores señalan a Rocket 88 de Ike Turner como la primera grabación de rock, por el sonido de su guitarra distorsionada, otros aseguran que el éxito de 1954 de Bill Haley, Rock Around the Clock" ayudó al nacimiento de la explosión del rock; y por supuesto, están aquellos que dicen que las grabaciones de blues y swing a cargo de artistas negros fueron las primeras verdaderas canciones de rock.

“La explosión del rock 'n' roll realmente comienza cuando los chicos comenzaron a empaparse en la música negra”, dice el historiador Kirkeby. "Elvis fue el catalizador de eso, y hay que darle su crédito”.

La leyenda del soul Isaac Hayes lo explica más claramente. “Hay que pensar que la música negra de ese momento estaba mal vista por los blancos. La gente como Elvis nunca se hubiese animado a cantar esa clase de música”, dice. “Hizo falta un chico blanco para romper con eso, porque los negros no podían hacerlo”.

Presley — quien nunca reclamó haber inventado el género— transformó no sólo la música negra, sino también la música blanca.
Leny Kravitz dice que los verdaderos creadores del rock nunca recibirán su crédito."Probablemente nunca sepamos quienes fueron los tipos que inventaron el rock".

Durante años se ha estado discutiendo sobre cuándo celebrar el aniversario del rock 'n' roll, pero sin importar si That’s all right lo es o no, junto con Elvis se convirtió es un fenómeno masivo que cambió la cultura estadounidense.

Elvis Presley es un punto de inicio legítimo para el comienzo del rock. Ahí es cuando la música se convirtió en un fenómeno, y el fenómeno creció dentro de una cultura que cambiaría toda la cultura y el resto del mundo”.

Aurelio Carrillo

¡Que viva el Rey!

carrillo_aurelio@hotamil.com


Sonido y visión


CRIMEN PERFECTO: LEYES A CONVENIENCIA

Una combinación usualmente eficaz es la del thriller psicológico y el drama de abogados: mientras que el primero se sostiene por intrincados guiones, personajes ambiguos y atmósferas cargadas de misterio eludiendo la acción desmesurada, el segundo “sitúa cerebral y angustiosamente su trama en el abismo que separa la verdad objetiva y la verdad demostrable, en el limbo de un generalizadísimo estado de coma de la justicia” (Ayala Blanco en El Financiero, 11/06/07).

Dirigida por Gregory Hoblit (La raíz del miedo, 96; Poseídos, 98; Desafío al tiempo, 00; En defensa del honor, 02) y con guión consistente de Pyne y Gers, salvo por ciertos detalles poco creíbles, Crimen perfecto (Fracture, EU, 07) sigue puntualmente las reglas de este par de géneros a partir del conocido caso del rico marido viejo que atenta con toda premeditación contra la esposa infiel (Embeth Davidtz), incluyendo un plan para que, a pesar de lo que todos sabemos, resulte imposible acusarlo frente a la falta de evidencias contundentes.

Forzando la coincidencia de que el policía que llega a la escena del crimen (Billy Burke) sea el amante de la esposa, la trama se desarrolla a partir del enfrentamiento entre el asesino, un brillante ingeniero aeronáutico que sabe encontrar la fragilidad en todo y todos (Anthony Hopkins, recordando inevitablemente a su Hannibal Lecter), y el ambicioso fiscal de distrito siempre triunfador (Ryan Gosling, confirmando su talento actoral), en pleno ascenso laboral y navegando entre su actual responsabilidad bajo la supervisión de su jefe (David Strathairn, sólido) y el coqueteo con su próxima chamba y mentora (Rosamund Pike), ya en el paraíso de oropel de la iniciativa privada.

Con el empleo de precisos desenfoques, orientados a fortalecer el estado de confusión, y flashbacks explicativos, el toque visual del film mantiene cierta sobriedad, salvo el oportuno trabajo de iluminación que enfatiza la ambigüedad moral de los personajes. La cámara hace sus recorridos con precisión y no pierde los detalles, como los movimientos de las manos o las secuencias en las que los juguetes del inventor aparecen como símbolo de precisión aunque también falibles, con esas canicas que van y vienen en un movimiento al fin cíclico, un poco como la intención narrativa.

Cierto es que el guión de pronto parece caer en algunos baches: que a un fiscal tan talentoso no se le ocurra dónde pudo quedar la pistola, no parece muy creíble, sobre todo cuando espectadores como quien esto escribe, poco duchos en adivinar lo que va suceder, lo detectan de inmediato. Pareciera que el romance con la jefa tampoco encuentra demasiada justificación, más allá de la férrea defensa que establece ella ante el mandamás del bufete jurídico.

Por ello, la cinta se sostiene básicamente por el duelo entre los dos protagónicos y, aunque el desenlace decepciona, las secuencias que los colocan frente a frente acaban por ser intensas, gracias al oficio de ambos actores y a los juegos psicológicos ya inevitables dado el ego desbordado y lo que está de por medio: el asunto se vuelve personal, como cabía esperar y, más allá del repentino interés por la víctima, se incorpora la consigna de hacer que el culpable pague con todo y la duda por la siembra de evidencia.

Desde luego queda el polémico asunto de cómo la impartición de justicia depende más de la demostración que de la verdad: los artilugios legales, que pueden usarse para bien o para mal, no siempre se encuentran del lado de la Justicia, con mayúscula, sino de la capacidad para retorcer los hechos o, en su caso, de contar con los recursos para poder infringir las leyes y seguir en la calle como si nada: ejemplos sobran, sobre todo cuando no se cuenta con un mínimo de dignidad y, en cambio, con un mucho de cinismo.

Por desgracia, sólo a veces este tipo de personajes reciben una sopa de su propio chocolate. En la mayoría de las ocasiones, la legalidad se reduce a un artículo de uso disponible para el mejor postor, lejos del mantenimiento de la moral pública.

Fernando Cuevas

Nos leemos después.

Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Librarium


Eterno que detiene

Abecedario a propósito de Qué tiene de eterno de Angélica Delgado


Javier Acosta

a

Me desperté sabiendo que la eternidad es puro deseo. Me desperté sabiendo que lo único que desea el deseo es la eternidad. Me desperté sabiendo que no son cosas distintas. Hice todo lo posible por olvidarlo. Cuando lo logré comencé a escribir estas palabras.

b

escribo /porque no tengo otra manera /de ausentarme/y aunque me doy al miedo /si no pudiera escribir /moriría largamente //la vida no sería lo que sé / cuando escribo: /un poema soñado

c

Así como estoy me parece que escribir es una manera de irse al mundo sabiendo que no se llegará jamás al mundo. Sé qué no sé que es mi vida cuando escribo. También cuando sueño y cuando amo. Cuando amo sueño, cuando sueño el deseo es quien me ama. Ella no se imagina sin escribir. Yo lo podría dejar ahora mismo, si me lo propusiera ­—como lo hice ya con el tabaco, las novelas, el vegetarianismo y el café sin azúcar. Sé que si me lo propongo puedo escribir sin recordar que no sé qué soy, ni qué es la vida.

d

Sólo por no decir algo, escribo. Sólo cuando las palabras empiezan a bajar la voz se escucha el estridente soplo de la Diosa. La Diosa siempre habla a gritos, pero no siempre acatan las palabras su aviso de silencio.

e

busco lo justo para no darme/ y sin embargo /en cada palabra nos vaciamos /hasta quedar insatisfechos

f

Tenía un amigo que era un aprendiz de santo. Para tener algo que dar, se vendía al mejor impostor. Andaba siempre con el estómago vacío, por si había algo que comer. Veneraba sobre cualquier cosa su hambre y su pobreza. Me regaló su computadora portátil y un libro inédito que metí a un concurso. Gané un premio en metálico, se lo entregué, con el dinero abrió un puesto de tacos; me reembolsa las ganancias íntegras cada ocho días. Dice que quiere ser como yo cuando tenga cuarenta.

g

Quisiera describir un libro que no existe. Contarte como es; la temperatura de sus hojas, el tamaño de sus letras. Todas las cosas que te pasan si lo lees. Describirte sus ilustraciones, copiar algunos párrafos —a eso quiero dedicar el resto de mi vida. Recorrerlo de la a a la z con el rabillo de los ojos, lo que se alcance a ver durante el más breve de los parpadeos.

h ―muda―

Cómo quisiera leer el libro de lo no escrito. Pero quisiera aún más liberarte de la pesada losa de escribirlo. Quiero escribir el libro que hable del libro de la misericordia; pero dejar intacto el inescrito Libro de la Misericordia.

h ―audible―

entre hojas blandas /un capricho cotidiano /borrones de poeta /el infinito impregnado /en un libro no escrito /lo que no he de escribir /grita //en la hoja muda

i

Me gusta mucho la letra i, cuando la veo se me olvida todo lo demás.

j

Sólo de reojo vemos la eternidad, aflora en el reojo. El parpadeo. Parpadea lo más rápido que puedas. Más rápido. Más. Ya casi. Si lo haces más rápido, cuando menos acuerdes, vas a mirar un poquito de eternidad.

k

La eternidad no está en los ojos ni en el párpado, ni en el parpadeo, ni en la hoja prolija ni en la hoja en blanco. Ni en el ojo, ni en la hoja. La hoja es el ojo, las palabras el párpado.

l

Sólo lo pasajero permanece y dura —dijo aquel cuyo nombre debe ser reservado. El amor dura, el odio también dura. Nosotros vamos de uno a otro, como hojas del viento. El amor y el odio siempre tienen dientes de leche, siempre con ellos nos destripan.

m

a paso lento y firme me obligue a amar /obtuve el desamparo /sólo amamos así /perdidos de antemano /perdidos de nosotros

n

Sólo de nosotros no sabemos nada, no sabremos nada, porque uno no se sabe. Es fácil decirlo, más fácil hacerlo, todavía más disimularlo.

ñ

La eñe es la hermana gordita de la i. O una i que se la lleva el viento. A lo mejor si la i es una ñ vista de lado.

o

un poco de sal para el delirio /mañana vendrás /cortaremos magnolias /me brillarán menos los ojos /nos traicionaremos

p

Eros y eris. Amor y Discordia. El odio es tan cantable y galano como el amor. Pero hay un interdicto, una condena de silencio sobre los grandes beneficios que la discordia entrega a la poesía.

q

la vida es un huerto donde florecen /los demonios

r

Me gusta escribir porque no puedo.

s

Me gustaría leer porque no puedo.

t

Me gusta mucho el tabaco porque apesta a tabaco y ya no fumo.

v

no puedo escribir: /me escribe el tiempo

w

época de grillos / las velas se encienden: ponen fin /a la oscuridad de las palabras

x

Vivíamos en una casa atestada de grillos. A la idiota de la dueña se le ocurrió que nos mudáramos. Con ese poema me acordé de ellos. Atravesaban la casa para ir de un patio a otro. Algunos dicen que cantan, a mí me parece un soberano escándalo. Pero ya no sé de qué viven, si acaso les van a echar insecticida. Pagaría otra vez dos mil quinientos pesos mensuales por volverlos a oír, alimentarlos con hormigas o moscas de la fruta.

i griega

no saben /no saben de un libro abierto /con su luna /su estrella / su nube /extraviado en la banca de algún parque

z

Si ya no me quieres déjame que te cuente cómo es el Libro de la Misericordia. Cómo se puede no escribir, cuántas páginas tiene, como se las lleva el viento, como sus letras parecen hechas a lápiz afilado con dientes de leche, como hay corazones rojos atravesados por flechas de crayola. Cómo está manchado por índices sucios, cuántas veces lo han comprendido al pie de la letra los analfabetos. Déjame que te cuente qué tiene de eterno el viento que abrirá sus hojas al azar, cuando por fin lo encuentres en la biblioteca más pobre del mundo.

Si ya no me quieres déjame contarte como es el inescrito Libro de la Misericordia. Así las cosas son más fáciles.

—Comentario a Qué tiene de eterno, de Angélica Delgado.

Ediciones de Medianoche, 2007; 92 pp. Los textos

en cursivas corresponden a poemas del libro.

Stella

THE GATHERING

En el primer encuentro con The Gathering noté una especie de tristeza que se traducía en una voz ventosa, como de noches oscuras de luna llena y sin estrellas, un paisaje casi desolador es Night Time Birds; los discos que anteceden son parecidos pero en un tono más metalero.

Luego llega, para muchos, el mejor disco de la banda How To Measure A Planet? De música más rítmica y ambientaciones eclécticas, con una voz más dulce que habla de una melancolía más tangible y menos oscura; “Travel” es la canción que habla de la trascendencia de la música y que es precisamente los que esta banda ha hecho.

Después The Gathering nos presenta If_Then_Else la pauta de su nueva propuesta; acercándose más a lo alternativo dejando a un lado lo gótico y llevando a su oyente a un estado de subibaja como en la canción “Rollercoaster”, aunque sin duda la canción más distintiva de este disco es “Saturnine” debido a que quien la escucha una vez tiene que volver a escucharla dos más.

Souvenirs viene a ser, en su discografía, el disco en el que se escucha la evolución de la banda a lo largo de su historia, con “You learn about it” se consolidan como los metaleros más fresas en el rock, según lo dicen muchos de sus fans; sin embargo, este disco se distingue también por el optimismo que reflejan sus letras por ejemplo en la canción “Broken glass”.

En Sleepy Builings los integrantes se aventuran a hacer un semiacústico donde dejan ver su profesionalismo como músicos al construir piezas extraordinarias de canciones eléctricas. Ya para A Sound Relief, que es un DVD grabado en vivo en Holanda, podemos comprobar que The Gathering es el sonido mismo de donde manan las emociones secretas del cuerpo.

El último trabajo que hasta ahora conocemos de este grupo es el álbum Home hecho de nostalgias provenientes de su vocalista Anneke van Giersbergen misma que hace apenas unos días confirma su salida de la banda. Quizá con tal suceso The Gathering deje de ser o sonar como hasta ahora, sin embargo, hasta ahora no hay nada que los iguale ni en calidad ni en estilo y eso es lo que los hace tan esenciales.

Desde el primer encuentro hasta el ultimo The Gathering son la noche de pájaros, la medida de un planeta, un tobogán, o recuerdos o edificios dormidos y también el sonido de alivio.

Citlaly Aguilar Sánchez

Colaboración Especial



EL FOTOPERIODISMO CONTEMPORÁNEO EN MÉXICO 1970-2007
Si no se fotografía no existe; no está en nuestra memoria

Desde la fundación misma de Cuartoscuro en 1986 (aunque debería decir en 1984, porque en ese año inicié otra agencia con el mismo proyecto que a la postre no fructificó, por cuestiones que no vienen al caso señalar ahora ante ustedes) nos propusimos construir una agencia independiente del poder político y económico; que registrara fotográficamente con un punto de vista y una forma muy clara de ver, con un estilo propio, con una manera de encuadrar y hacer imágenes que salieran de lo convencional, es decir, de lo que entonces se hacía mucho y era lo común en la mayor parte de los medios impresos de nuestro país; retratar la vida social, cultural, deportiva, política de nuestra sociedad con sus contradicciones y aciertos.
Aquellos tiempos eran complejos y difíciles para que una agencia sobreviviera y se mantuviera de los ingresos por el trabajo fotoperiodístico. En ese entonces no existía una cultura de contratación de servicios. Para los medios, particularmente los de la capital de la República, no era claro cuál era la función y la necesidad de contratar los servicios de una empresa que se dedicaba a fotografiar lo que sus trabajadores de la lente también hacían.
La agencia Cuartoscuro simplemente se propuso retomar lo que desde principios de los años setentas se había realizado con muy buenos resultados en El Sol de México bajo la dirección de un periodista sencillo y honesto: don Benjamín Wong Castañeda; reportajes en donde el fotorreportero tuviera la libertad de salir a la calle y buscar el tema que mejor le pareciera para registrarlo con su cámara y proponerlo para su publicación en una página de tamaño estándar, así como también enviar fotógrafos a cubrir conflictos internacionales como Vietnam y la Guerra de Líbano, a las que fueron Carlos Macías y Javier Vallejo respectivamente.
En esos años el interés porque los fotógrafos se capacitaran lo tuvo El Sol de México, ya que invitaban periódicamente a fotorreporteros de varios medios de los Estados Unidos a compartir sus experiencias y conocimientos a los que integraban a la plantilla de este periódico.
Es cierto que la fotografía periodística mexicana tiene a grandes representantes desde principios del siglo pasado, una vez que los periódicos y revistas de la época entendieron la importancia de la imagen en sus páginas, se incrementó la seriedad y credibilidad que le dan a la noticia y a los acontecimientos.
Entre los ejemplos más destacados -a los que rendimos como siempre un reconocimiento por el trabajo que dejaron y que hoy sirve para saber quiénes somos y más allá de las críticas que puedan hacer los historiadores contemporáneos- sobresalen Agustín Víctor Casasola, organizador de la primera agencia de noticias en nuestro país; el Gordo Díaz, quien trabajó para varios medios importantes como Rotofoto que editó Regino Pagés Llergo, de la que únicamente salieron 11 números.
Los Hermanos Mayo que vinieron de España como refugiados políticos en el año de 1939 al caer la República en manos del dictador Francisco Franco y que lograron producir en 53 años de trabajo diario, 6 millones de negativos lo que los convierten en los fotógrafos-periodistas de América Latina con mayor producción. Hoy todo su trabajo está bajo custodia del Archivo General de la Nación; también, y según el texto publicado en la revista Kiosco de Humberto Musacchio, los hermanos Mayo aportaron a la fotografía mexicana su incansable trabajo cotidiano, su persistencia y terquedad en registrar la vida diaria, social, política y cultural de México, sin mayores pretensiones artísticas.
Héctor García Cobos que nació en 1923 y es reportero gráfico desde 1948, el único fotorreportero mexicano reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2003), el galardón de más prestigio y monto económico en nuestro país. Él se describe como un hombre pata de perro, andariego y que tuvo la fortuna de ser amigo de los grandes muralistas mexicanos y a quienes por supuesto retrató.
Enrique Bordes Manguel otro destacado creador de imágenes del periodismo que al paso de los años se convierte también en una figura fundamental para todos nosotros y para las futuras generaciones ya que registra las noticias durante varios años. Nacho López Bocanegra que nace en Tampico en 1923, fotógrafo de prensa de 1949 a 1955, un hombre que, además de realizar en una etapa de su vida reportajes planeados, pensados y muy organizados que publicaban las revistas Mañana, Hoy y Siempre en distintas etapas de esos años, también organizó distintas agrupaciones de fotógrafos, entre las que sobresale, en Mérida Yucatán, el Club Foto Afición Yucateca; así mismo fue uno de los principales impulsores para la creación del Consejo Mexicano de Fotografía, también hizo cine y fue maestro en la Universidad de Veracruz de varias generaciones. Rodrigo Moya quien, para fortuna nuestra, ha logrado reactivarse y ordenar su archivo que comprende el trabajo realizado entre 1955 y 1966 fecha en la que decide retirarse, ya que en esta profesión no se paga lo que uno vale y trabaja.
Estos personajes, cada uno en su época, han creado imágenes con un punto de vista original y personal que les permitió sobresalir al resto de sus colegas en esas épocas de mucha competencia y en las que trasladarse de un lado al otro aún resultaba difícil. Además han tenido el mérito de ordenar, clasificar y conservar sus negativos; son propietarios de las fotos que hicieron a lo largo de su vida creativa; esto es un gran mérito en el contexto del resto de sus colegas que trabajaban para otros medios o de forma independiente y que no advirtieron la importancia de cuidar y conservar sus imágenes; para ellos la foto no tuvo un valor mayor que el pago semanal o quincenal.
Tampoco los medios tenía el más mínimo interés en invertir para guardar y conservar la memoria de la vida de nuestro país que ellos estaban publicando, algunos medios como Excélsior, La Prensa, Novedades tenían sus archivos, sin embargo no le daban mayor uso sino para editar, de vez en cuando, una que otra memoria. Lamentablemente esos archivos están ahí esperando el rescate de historiadores y de aquellos interesados en recuperar nuestra historia, la que hicieron otros fotógrafos en el pasado.
Siempre hubo y hay muy poco interés en apoyar a la fotografía periodística, por ello es que nuestros amigos mencionados arriba destacan, entre varios cientos, en nuestra historia del siglo pasado, por su terquedad y amor a conservar lo que produjeron, por saber que la fotografía no muere al día siguiente, como dicen muchos, y también porque buscaron otra alternativas como la de exponer en galerías y museos. ¿Por qué no hacerlo?, ¿por qué no llevar la foto a otros espacios? ¿Cuál es el limite, por qué no llevarla a las calles, a las galerías, a las casas de cultura de los pueblos pequeños? ¿Acaso estos públicos no tienen también el derecho de ver nuestras fotos? Respetamos por supuesto las otras ideas. Por qué siempre pensar en los grandes museos, en las galerías de las ciudades más importantes y claro que debemos buscar que vayan a estos lugares también, mientras tanto mostremos nuestras fotos a otros hombres y mujeres, porque también ellos las pueden apreciar muy bien. Los usos para la difusión de la foto son muchos, además, por supuesto, del medio para el que trabajamos.
Para los maestros del fotoperiodismo mexicano no importó la falta de interés y apoyo, ellos se abrieron sus propios espacios y por eso la fotografía periodística hoy, y lo digo con orgullo, nos convierte en América Latina como líderes y con una tradición que se admira; podemos afirmar sin afán protagónico que hay una escuela y una forma de ver que nos caracteriza en el continente. Hay, pues, una buena tradición en el mundo del fotoperiodismo.
Porque no es solamente tomar la foto y ya, es necesario conservarla, guardarla para las generaciones que vienen, porque es nuestra propia vida como sociedad. En estas fotos vemos el dinamismo, la creatividad y dignidad de este país. Vemos la entereza y el carácter del mexicano.
El fotoperiodismo mexicano tiene la obligación de renovarse y de buscar otras alternativas ahora ya en plena era digital, que por cierto no nos hace mejores ni peores fotógrafos. El mundo digital nos obligar a ser más ordenados y responsables con nuestra propia producción. Ahora es más fácil tomar una cámara y hacer foto pero las fotografías no serán mejores mientras no comprendamos el sentido y la razón de fotografiar. El periodista no retrata para sí mismo, lo hace para los lectores de impresos, revistas y periódicos y páginas electrónicas, entonces nos falta una buena dosis de humildad.

Mi charla de esta mañana la titulé “El fotoperiodismo en México”; desde unomásuno a la actualidad, sin embargo quiero aclarar que es necesario que se reconozca la labor que se hizo en otros medios, particularmente en aquel Sol de México desde la misma dirección y el esfuerzo que han realizado otros medios en el mismo sentrido.
Sin embargo es unomásuno -que nace el 14 de noviembre de 1977- el que tiene sus mejores años bajo la dirección de un periodista hecho en la redacción y el reporteo, Manuel Becerra Acosta, quién supo comprender y valorar también la fuerza de la imagen como testimonio periodístico, la capacidad para convencer a los lectores de que las noticias son ciertas si están fotografiadas, si hay un testimonio visual, de otra manera quienes miran la noticia dudan, no tienen la certeza y la seguridad objetiva que da la imagen, incluso no importa que la nota esté bien escrita, bien contada con palabras. Becerra Acosta siempre reconoció, quizá por su formación de periodista que anduvo en la calle reporteando, que la imagen tenía cualidades y muchas ventajas de certidumbre, también supo que lo estético no está reñido con la información periodística; todo convencionalismo era rechazado, frente a la habitual “carne de presidium”, retratar la atmósfera que rodea a los personajes.
Los fotógrafos recibimos la orden de buscar y de reportear, de ver, observar, mirar detenidamente todo lo que ocurría en los eventos oficiales, en el reportaje y en todos aquellos lugares donde estuviéramos. De ir siempre un poco más al fondo de lo convencional y de cajon, de no retratar siempre el predium igual que transmitía la sensación de que todo era igual siempre y las caritas de los personajes, de ver a los políticos como lo que son, hombres y mujeres de carne y hueso, que comen lo mismo, que viven en nuestra misma comunidad y que cometen muchos errores que tienen que ver con todos. “Mírenlos como son, nada más, no son dioses, ni seres de otros mundos, retrátenlos así, pero con sentido, con intención, muevan la cámara, usen los lentes, forcen la película, que las fotos hablen, que nos digan que pasó allí, olviden -si es preciso- al personaje y también que su lente voltée a otros lugares, muévanse, caminen, no se queden parados luciendo su cámara nada más, no pienses en las buenas fotos que van a tomar, tómenlas, háganlas. Sueñen con sus fotos en la mano. Usen los recursos que les ofrece la luz ambiente, no usen flash de preferencia porque achata y mata la foto, la hace fea, sin esos tonos que nos permite la luz, los contraste de la bendita luz. Sobre todo observen. No dejen de pensar que sus imágenes van a mirarlas los ojos de nuestros lectores”, nos decía don Manuel con su estilo y con su manera de trasmitir las necesidades de la información que el periódico buscaba para salir de lo convencional. Una y otra vez nos repetía eso y más.
Un día, bajando las escalaras del periódico, me dijo “El periodismo y la fotografía tienen una deuda con los lectores; han estado muchos años en el olvido. Qué va a hacer usted”. No respondí, estaba asustado, su voz y tono imponía.
Unomásuno empieza a circular en el mercado nacional durante esta época histórica de mucha importancia para la sociedad mexicana, que había vivido represiones a estudiantes en 1968 y 1971. La sociedad buscaba apertura y espacios de expresión suyos, alternativas democráticas para desarrollar y crecer en todos los sentidos, igual que otras sociedades y dentro de este proceso de reclamos sociales de todos los sectores por sus derechos aparece unomásuno, que se pone de inmediato a la altura de las circunstancias y cambia de manera sustancial la forma y concepto de hacer periodismo en México.
En él todas las expresiones políticas, culturales y de pensamiento tuvieron espacio. Reportajes, periodismo de investigación, crónicas son cobijados, lo mismo que la foto que recibe espacio y apoyo para desarrollarse. Un nuevo criterio, de más apertura, otra la forma y la relación con el fotorreportero. En las juntas del diario las imágenes se evalúan por su contenido no solamente informativo sino estético, en este sentido la presencia ahí en el periódico de Carlos Payán Velver era fundamental ya que él venía del mundo de la impresión y de la relación con diseñadores y fotógrafos de calidad. Las fotos tanto para la primera como las de interiores eran seleccionadas desde la misma dirección, ahí en las juntas lo que nos permitía a los fotógrafos tener críticas siempre directas del director.
Vimos cómo la foto de portada no necesariamente era de política, sino de las que se llamaban de la vida cotidiana que eran de la calle, fotos que por su valor informativo y estético eran publicadas en la portada. Nos dimos cuenta que para estar ahí en la primera era necesario buscar la mejor foto de tal manera que la competencia fue dura y feroz entre todos los fotógrafos que comandaba Christa Cowrie. También el crédito se empezó a volver casi obligatorio salvo para aquellos que empezaban, tenían que hacer méritos para tener el privilegio de firmar sus imágenes. El concepto clásico y tradicional de retratar como si fuéramos fotógrafos oficiales fue cambiando paulatinamente.
Los políticos y gente del poder de todo tipo ya no eran los privilegiados, como ocurría en la mayor parte de la prensa escrita y televisión de aquellos años setentas. Ahora éramos más críticos, irreverentes, informales pero no irrespetuosos. Se hacían las fotos con gusto.
Manuel Becerra Acosta el director del uno, como le decíamos, tuvo la capacidad de designar a Christa Cowrie como jefa del departamento de fotografía, al frente de un grupo de machos porque en esos años la presencia de la mujer en el periodismo era muy rara, eran pocas las que se dedicaban a este oficio.
Ella tuvo que condescender con todos y sobreponerse a las grillas y a los celos de muchos y fue necesario un poco de sentido común y mano dura, cuando lo ameritaba, para poder controlar ese departamento de 8 fotógrafos, algunos de ellos que nos iniciábamos en este oficio del diarismo.
Había también otra mujer fotógrafa y que se había destacado por su formación académica y teórica, Martha Zarak que en el año de 1979 fue enviada junto con el reportero Marco Aurelio Carballo a cubrir la guerra a Nicaragua, fue según dicen los que conocen la historia desde adentro del periodismo, la primera mujer enviada a cubrir una guerra en esta época contemporánea. Muy jovencita, con apenas unos 23 años se fue con sus cámaras Nikon y sus rollos Tri-X en una mochila grande que pesaba muchos kilos, que la ladeaban porque no era muy alta, con las ganas de hacer las mejores imágenes, lo recuerdo muy bien porque la ví antes de irse, estaba emocionada y contagiaba a sus compañeros que la admirábamos por irse con ganas de meterse a los plomazos y las bombas. Y porque entonces no había cámaras digitales, ni tarjetas para almacenar cientos de fotos, ni teléfonos celulares ni páginas electrónicas ni computadoras, se tenía que revelar e imprimir en el baño del hotel en ocasiones con temperaturas de más de 35 grados.

Y Martha se fue porque como dijo Don Manuel no es posible que los chinos, los franceses e ingleses nos estén contando la historia, escrita y en fotos, de nuestros hermanos de raza y estando aquí tan cerca de nosotros. Quiero que sean el corazón y los ojos de una mexicana los que nos digan qué pasa ahí, seguramente los vamos a entender mejor y vamos a dejar las notas de las agencias a un lado. No vamos a depender de su información porque además ellos también tienen sus intereses y cultura. Y su forma de ver.


No quiero aburrirlos con estas historias, porque aún hay más, como decía un clásico de la televisión mexicana. Quiero compartir con ustedes, en esta oportunidad que me brinda la Sociedad Mexicana de Fotógrafos Profesionales, algunas reflexiones y puntos de vista sobre la fotografía mexicana.
Qué está pasando hoy con la foto periodística en nuestro país en general. Hay poca creatividad, muy poco esfuerzo de quienes se dedican a este oficio, casi todos están esperando una noticia impactante, dramática; una cornada de un toro, un incendio, algo espectacular, desastres, para tener la oportunidad de lucir y hacer buenas fotos de suerte que nuestro trabajo se publique en la portada y de ser posible un despliegue en interiores, con eso ya quedamos satisfechos y contentos. Eso no me parece mal pero la historia no debe terminar ahí. A los fotoperiodistas, claro que no a todos, nos falta ser propositivos y creativos, sugerir y pensar en opciones para mejorar nuestra producción. No basta, y nunca será suficiente tener la mejor cámara del mercado y la tarjeta con mayor capacidad, es necesario, desde siempre, ideas, valor, carácter y no tener límite ni horario para la creación de fotos periodísticas. Pienso que no debemos caer en la comodidad que nos permiten las cámaras digitales.
No hay esfuerzo ni compromiso con la imagen, no sentimos que se autocritiquen, en muchos medios se cree que por ser el más viejo y con mayor experiencia se es el mejor y en esto, como decía Faustino Mayo, “el día que sientas que ya hiciste tu mejor foto, mejor retírate porque esto no es para tí”
La mejor tecnología está aquí afuera ahora en esta convención y, por supuesto que debemos buscar siempre las mejores opciones de equipo, la marca que mejor nos resuelva las necesidades profesionales, sin embargo, insisto, urgen ideas y temas. También es necesario que el fotógrafo lea por lo menos su propio medio y si tiene posibilidades de leer todo lo que llegue a sus manos estará muy bien porque nosotros trabajamos con información, porque somos fotorreporteros y estar al tanto de la vida diaria, la cultura, la política nos da muchas posibilidades para poder encuadrar mejor y hacer fotos con intención y sentido, fotos que le digan algo a nuestros lectores, que por cierto cada vez más están leyendo menos y en el futuro, en caso de no encontrar alternativas los lectores serán cada vez menos. Y precisamente pienso que la fotografía es una buena manera de atraer a lectores sobre todo jóvenes.
Las razones por las que se lee menos en nuestro país son muchas, entre ellas la falta de competencia que hubo durante varios años en nuestro país, en donde los medios no se obligaban a ofrecer un mejor contenido para sus lectores, se limitaron durante años, y también es bueno señalar que no todos eran así, a publicar información oficial nada más. Otro factor es que vemos ahora más televisión, las horas que le dedicamos a este entretenimiento son muchas y lo que estamos viendo no es precisamente algo que nos ayude a pensar en los temas fuertes. La televisión, casi toda también, ha tomado un giro que nos hace ver un futuro muy triste porque ejercerá un control sobre las masas muy peligroso. Qué van a leer estos niños de ahora permanecen más de 6 horas frente a este aparato de control. Y el otro factor que hace que leamos menos es la internet.
Durante todos estos años en el periodismo, me hago muchas preguntas sobre la fuerza e importancia que tiene nuestro trabajo y si es real el impacto y atención que logramos con los lectores y si es cierto que los lectores toman conciencia con nuestras imágenes. Pienso que sí, que la fotografía de prensa tiene un papel fundamental para tomar conciencia sobre los temas de interés de nuestra sociedad.
Hoy en día vemos que muchos medios, en todo el mundo, están recurriendo a la fotografía, la publican a gran tamaño, yo diría que muy grandototas en algunos casos, particularmente de espectáculos y deportes y en menor grado de política. Es una buena idea y la celebramos, sin embargo, nos damos cuenta que en muchos casos no hay rigor en el contenido y generalmente nos preguntamos si son buenas imágenes. La idea es que no bastan fotos grandes sino que el fotógrafo tiene que meditar más sobre si se está siendo suficientemente propositivo. Hagamos un ejercicio, parémonos frente a un kiosko y puesto de periódicos y veamos lo que publican.
Para un fotoperiodista como yo, la foto no es más que la posibilidad de trasmitir esos momentos de dolor, de angustia, de felicidad de las personas en diversas situaciones. No he buscado la fama ni el prestigio al hacer imágenes, solamente quiero que le digan algo a la gente, que comuniquen con el mismo dramatismo con el que siento y veo. Nunca he dicho que mis fotos sean buenas o de una gran calidad; en cada toma que hago pongo todo el ánimo y ganas para hacerlas bien, nada más, si salen así, qué bueno. Porque yo lo que hago es compartir la alegría y el dolor de otros, de sus fiestas. Busco transmitir lo que sus ojos no pueden ver de cerca, los fotógrafos somos los ojos de ustedes, y como pienso que ustedes tienen el derecho de ver buenas imágenes hago un esfuerzo por hacerlas.
Esa es la ventaja de los que tenemos una cámara y andamos como papalotes por la vida o como dice Héctor García somos pata de perro por la vida. Nuestro trabajo es registrar la noticia, la vida diaria, el deporte, la cultura, la política sin mayores afanes esteticistas, pero sí pensando en que una buena foto debe tener elementos formales de composición para poder trasmitir mejor eso que vemos. La fotografía periodística noticiosa no está peleada con la estética ni con el arte, nomás si tenemos que ubicarnos.
Por nuestra historia, el fotoperiodismo merece otro trato, una mayor valoración de la imagen porque, lo repito otra vez, lo que no se fotografía no existe. La fotografía es una buena posibilidad para que la gente vuelva a creer en los medios, para que los dueños de los medios brinden mayor apoyo para impulsar la producción de buenas imágenes y para que la gente se sienta realmente satisfecha al ver buenas imágenes, para que las disfrute como sucedía hace algunos años en La Jornada.
A principios de 1984 un grupo de reporteros, articulistas y fotógrafos abandonamos el unomasuno y fundamos en septiembre de ese año un nuevo periódico: La Jornada en donde tuve la responsabilidad de ser el coordinador de fotografía. En esta responsabilidad me tocó organizar al grupo y también hacer una propuesta para el área de fotografía en la que básicamente pude señalar los puntos que me parecen más importantes y que permitieron a este medio convertirse en uno de los más destacados, siguiendo el ejemplo de unomásuno.
Primero se propuso que los fotógrafos de la categoría A ganarán más que los reporteros, por una cuestión de respeto y de reconocimiento al oficio y sí nos dieron -no recuerdo la cantidad exacta- dos o tres pesos arriba del salario de los reporteros A. También solicitamos que el 40 por ciento del espacio editorial fuera para fotografía y que se impulsara la realización de reportajes en el país y en el extranjero. Entre los reportajes más sobresalientes están el trabajo que realizamos en Nicaragua, Marco Antonio Cruz, Andrés Garay y un servidor, mismas fotos que se expusieron en el Museo de Arte Moderno, algo inédito en la foto de prensa ya que eran fotos del momento. Antes allí había expuesto Héctor García y Nacho López, entre otros.
Por primera vez un fotógrafo asistía a las juntas de evaluación para seleccionar el contenido del día siguiente.
También se consiguió editar un suplemento semanal con las mejores imágenes que por espacio quedaban fuera de la edición diaria, este suplemento se publicó en varias ocasiones y en donde la foto ocupaba el 80 por ciento del espacio y el resto se cubría con textos que apoyaban y con la publicidad que nosotros mismos conseguimos para poder llevarlo adelante. Conseguimos que el periódico nos diera un porcentaje por la venta de fotos y entramos en contacto con el INAH para que nos asesorara en cuestión de conservación de los negativos y las fotos. El proceso de revelado de negativos fue de primera, revelado, fijado y lavado para que se conservaran mejor y muchos años. Como ustedes saben en general, por el poco tiempo y la rapidez de la información, no siempre se usaban procesos completos y muchos de esos materiales, fotos y negativos, están dañados porque no fueron bien fijados o lavados. Muchos negativos y fotos se han perdido por los malos procesos de revelado.
Y La Jornada tuvo en efecto una buena recepción de los lectores, ya que junto con los buenos textos, las caricaturas y la foto el periódico llegó a tener una de las mejores ventas e influencias en la sociedad mexicana. Aunado al diseño de Vicente Rojo que le daba mucho juego a lo visual, logramos cambiar en mucho el espacio y la calidad de las fotos. Que sin dejar de ser periodísticas tenían una buena dosis de fotos bien compuestas. Además de que logramos buenas coberturas como la del terremoto del 85, nuestras fotos no sólo se publicaron en el diario sino también en el periódico francés Liberación y otros medios de España y Estados Unidos.
Le dimos más carácter a la publicación de fotos de la vida cotidiana y el nuevo periodismo que se había iniciado en unomásuno tuvo continuidad en este nuevo medio.

... Y luego en Cuartoscuro hemos procurado darle continuidad a eso que empezó hace casi tres años... Improvisar todo lo de cuartoscuro...

El fotógrafo de prensa requiere de una actitud frente a la vida, a la sociedad, debe tener un compromiso verdadero ante los hechos, con la noticia y en la medida de lo posible, asumir la responsabilidad que como ciudadano le corresponde. La responsabilidad de un fotógrafo de prensa de periódicos, revistas y agencias, de esa mujer u hombre que trabaja todos los días en las condiciones que sean y con la presión del tiempo siempre encima, no es solamente registrar y entregar las fotos a su medio e irse a su casa a descansar, debe pensar en que cada imagen tiene la posibilidad de convertirse en un momento histórico que servirá a las futuras generaciones a comprender su pasado mirando las fiestas, las gestas históricas y la vida diaria.
A pesar de la rapidez de la información y de la competencia es necesario que el fotógrafo de prensa se dé su tiempo para realizar las mejores imágenes. Que la prisa de la información no nos limite para hacer buenas fotos. Otro riesgo que se corre es que la memoria colectiva se perderá con mayor facilidad, porque aun con los negativos y con una cultura de conservación no se pudo conservar mucha de nuestra historia contemporánea producida en medios como el Universal, Excélsior, Novedades, el Nacional, en dónde están las fotos de estos periódicos. Se conservan, están en los archivos o se perdieron definitivamente y sólo queda el recuerdo.
Hoy en día resulta más peligroso tener una cámara que un arma, hay lugares como Nuevo Laredo o Michoacán en donde no es posible circular por las calles con la cámara al hombro o estar retratando la vida cotidiana por la violencia, es muy peligroso. En Monterrey, hace un par de años, la televisión local anunciaba que se tuviera cuidado con los robachicos y salía un fotógrafo retratando en la calle a niños en una escuela, así, con un chaleco de fotógrafo. Este oficio es hoy un peligro en muchos lugares.

Pedro Valtierra Ruvalcaba
Zacatecas, Zacatecas
Julio de 2007

Escaparate Gráfico

Portada 105

Escalera al cielo


A-HA Take on me

El día de hoy, haremos mención sobre una de las canciones que definitivamente dejó huella en la década de los 80, y que hoy, a 23 años de su creación sigue siendo todo un hit. Nos referimos al single Take On Me, del trío noruego A-Ha.

Este grupo, cuyo nombre fue creación de su vocalista Morten Harket, ya que era muy pegadizo y a la vez, exclamación familiar en muchas lenguas, comenzó su carrera en 1977, sin ser tan malos, pero tampoco con mucho éxito.

Fue hasta 1983, cuando lanzaron la canción Lesson One, que se dieron a conocer en el ambiente musical, un año después, este mismo tema fue reescrito por los tres integrantes del grupo, pero ahora bajo el nombre de Take on me, incluyendo sintetizadores que le dieron realce a la melodía.

Take on me comenzó a volverse popular en todo el mundo, sin embargo no alcanzaba el éxito aun deseado, por lo que en 1985, su casa productora decidió inverir 100 mil dólares un un videoclip semianimado, sencillo de realizar, pero nunca antes visto.

El éxito de este videoclip radica en la ingeniosa combinación narrativa de la estética del comic con personajes reales, ingredientes que sumados a lo pegajoso de la canción resultan en toda una obra maestra.

En el otoño de 1986 el famoso video ganó múltiples premios en los MTV Video Music Awards en las categorías de Mejor Video Conceptual, Mejor Video de Artista Nuevo, Mejores Efectos Especiales y Mejor Dirección

Gracias a las conjeturas de la música y a la estética visual que le otorgó el video, Take on me llegó a la cima en el Reino Unido, ubicándose en el segundo lugar en las listas de popularidad, solo por detrás de The Power of Love de Jennifer Rush.

En Estados Unidos el fenómeno no fue menor, llegó a ser número uno, y su L.P. llegó a ser de los más vendidos.

Take on me del álbum Hunting High and Low, logró vender en una semana 1.500.000 copias y ha logrado vender 7.800.000 copias, convirtiéndose en el más vendido del grupo.

En cuanto a la letra de la canción, las palabras se adaptan de una manera rítmica y armoniosa, al compás de “take on me”, el vocalista expresa un sentimiento de ser alcanzado por el amor de su pareja.

Take on me de A-ha ha sido admirado por grandes luminarias de la música como Madonna, U2 y Robbie Williams, y hoy en día sigue siendo un gran tema, y se sigue escuchando tan nostálgica y entrañable como siempre.


Aurelio Carrillo

A-ha, a-ha, a-ha, (no me estoy riendo, así se llamaba el grupo)

carrillo_aurelio@hotmail.com

Revistero


Circo

Leer al circo es un acto circense, por las múltiples acrobacias que se recrean en cada salto de página o al hacer un pacto con el equilibrio al filo de la portada que dibuja la carpa que se alza con soberbia como un dedo que apunta el cielo y hasta tapa el sol.

Dentro de todas las analogías que la vida presenta o mejor dicho que las personas hacemos, la del circo ha sido elegida por la revista Artes de México para escribir poesía y algo más. Autores como Vicente Leñero, Luis Felipe Hernández y José Emilio Pacheco se encuentran dentro de esta magnífica función donde es recreada la magia y el humor de tal espectáculo.

Tanto los que escriben como los que ilustran esta revista montan la soberbia carpa con todos sus personajes: los acróbatas, los equilibristas, payasos, y demás criaturas que se encargan de hacernos vivir por sólo un instante el emoción y el riesgo que la vida representa, sí, para mí como para muchos, la vida es un acto circense y todos aquí dentro nos rolamos los papeles.

Un día como el que sea te levantas con los grandes y bombachos zapatos de un bufón, y luego a través del tiempo puedes tornarte un malabarista con tus bolos volando en la incertidumbre de la caída en tus manos, luego la caída está bajo tus pies y eres el equilibrista sobre una delgada cuerda de la que después puedes jugar al vaivén como buen saltimbanqui.

El circo sobre el que se habla es precisamente el mismo que estuvo en esta ciudad hace poco tiempo, el Circo Ataide Hnos. que conglomeraba a montones de gente los domingos sobre sus largas filas de taquilla junto al extraño olor a estiércol que manan los camellos, osos y demás musarañas y las carcajadas que se escapan entre los asistentes que asombrados contemplan el vuelo de los hombres sin alas.

Alguna vez hube de contemplar a una chica que en la función mientras veía al malabarista sus ojos estaban a punto de llorar y emocionada sonreía al ver tal hazaña, sorprendida no parpadeaba por miedo a desconcentrar al sagaz personaje y es precisamente sobre esas casualidades curiosas que se compone esta vida cirquera en la que todos participamos sin querer y sobre la que las Artes de México nos presenta en esta edición número ochenta y tres.


Citlaly Aguilar Sánchez

Le da igual...

Sonido y Visión


Duro de Matar 4: Puños VS. Chips

Como una mirada nostálgica al héroe preinformático, se empiezan a producir algunas películas que recuperan la capacidad individual y al natural, más allá de artilugios y sofisticaciones propias de la virtualidad. Rocky volvió tras muchos años de ausencia en la pantalla y en el cuadrilátero; en Ahora son 13, los elegantes delincuentes se siguen apoyando más en sus neuronas que en los chips. Toca el turno al imparable John McLane (Bruce Willis), aquel detective siempre en decadencia y abandonado por la esposa (aunque en la primera la rescata) pero, eso sí, duro de matar, aún en tiempos de la sociedad en red.

En las tres anteriores partes (McTiernan, 88 y 95; Harlin, 90) el denominador común era el terrorismo, antes del parteaguas del 11 de septiembre. Ya sea en un edificio de Los Ángeles, en el aeropuerto de Washington o en las tuberías de Nueva York, el quizá último héroe inverosímil con tintes rudos de la iconografía hollywoodense, se ha enfrentado a villanos de lujo, como Alan Rickman o Jeremy Irons, y ha salvado a su patria y de paso al mundo, faltaba más, de estallar en mil pedazos.

Dirigida con buena dosis de adrenalina y congruente sentido de la acción por Len Wiseman (Inframundo 03/06) Duro de matar 4 (EU, 07) recupera la figura del héroe solitario a la vieja usanza en un contexto característico del siglo XXI, en el que todo parece construirse o alterarse a parir de entornos virtuales: ya no es jalar el gatillo, sino oprimir enter; ya no se trata de infiltrarse a un territorio para dominarlo, sino manipular las comunicaciones y los sistemas computarizados: es la guerra entre hackers y programadores, los nuevos soldados del milenio que apenas empieza.

La conocida misión de rutina –trasladar a un pirata informático a que declare- que se convierte en problema mayúsculo, abre el argumento de esta cuarta entrega, en la que nuestro malhumorado héroe tendrá que enfrentarse a un resentido experto programador (Timothy Olyphant) y su novia/cómplice (Maggie Q), quienes junto a un nutrido grupo de secuaces planean desquiciar todos los sistemas habidos y por haber (tránsito, servicios urbanos, financieros) cumpliendo una leyenda urbana que circulaba entre el ambiente hacker.

Sólo apoyado por el tipo al que tenía que trasladar (Justin Long) y cargando a cuestas el desprecio de su hija (Mary Elizabeth Winstead), el rudo y hermético detective funcionará como una molesta piedra en el zapato de todo el plan urdido por los villanos hasta que el asunto, como cabía esperar, se vuelve personal más que patriótico: aunque los sucesos rondan el 4 de julio y ciertas líneas de diálogo apuntan hacia el deber con tu país (“lo hago porque nadie más lo quiere hacer”), el fondo del asunto es que el enemigo está adentro (¿será?).

El desarrollo del film articula las consabidas secuencias de acción, en donde se arriesga el físico y se pone a prueba la capacidad cómplice del espectador por creérselas aunque sea por un rato (un coche que destruye un helicóptero y así por el estilo), y la relación entre el protagónico y su improvisado compinche, recurriendo a la clásica estructura del buddy film, contrastando debilidades y habilidades de uno y otro. Mientras que para el primero las armas siguen siendo pistolas y puños, para el segundo se reducen a una buena computadora portátil y a uno que otro freak informático que lo puede sacar del apuro.

Desde luego estamos frente a un producto de los llamados palomeros que no pretende otra cosa más que movilizar la adrenalina y arrancarnos alguna que otra sonrisa, en particular por el contraste establecido entre los dos héroes. La fotografía cumple con su cometido tanto en los grandes despliegues visuales, a pesar de ser filmada en locaciones en su mayor parte, como en ciertas sutilezas del manejo de la iluminación sobre los personajes –además de la secuencia del túnel-, que podrían pasar desapercibidas dado el tono hiperquinético por momentos injustificado.

Claro que John McLane encarna parte de la ideología de nuestros norteños vecinos: hombre de familia a pesar de los pesares, heroísmo y sacrificio por sobre todo lo demás y una convicción por seguir sus ideales aunque éstos resulten inexplicables e imposibles de cuestionar; el título en inglés lo dice todo: Live Free or Die Hard. Cinta que se debate entre la fobia a la tecnología vía su protagónico y su inteligente empleo, desde la perspectiva de la forma.


Fernando Cuevas

Nos leemos después.

Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Cuenteros y otras ociosidades

Avestruz

Leonardo, el grande, avistó una vez en el palacio Medici de Florencia el esqueleto de un avestruz. Pasaron años antes de que pudiera observar de cerca uno de estos prodigios, aves que no vuelan, pero que tampoco nadan, sino que corriendo sobre la tierra, dejan las huellas enormes de tres garras que tantas veces se han atribuido a los dragones. El encuentro de Leonardo, el grande, y del extraño pájaro se dio en las afueras del palacio de Cloux, donde el rey Francisco I de Francia había concentrado una colección de bestias imposibles: basiliscos cegados; unicornios furiosos por haber perdido la doncella que provocó su captura; centauros de una pedagogía milenaria; anfisbenas; dragones chinos que debatían con sus colegas europeos sobre la antigüedad de su raza; salamandras de formas cambiantes dentro de las llamas de un horno; sirenas con la boca cosida. En un aparte del jardín, rodeado por el infame laberinto del Toro de Minos, corría un avestruz macho. Sorprendido, Leonardo miró como era alimentado con hierro: herraduras añejas, clavos de diversas longitudes, y sobre todo espadas de largas dimensiones constituían su dieta. Leonardo, inspirado por antiguas lecturas del libro de Enoch, inició una conversación con el ave, esperando que el don de la palabra fuera una de los atributos que el consumo de tan difícil dieta diera al enorme pájaro. Le explicó su interés en la anatomía, pero como un derivado de la geometría y de la mecánica, su pasión secreta. Le confesó que su pintura no era sino el desarrollo práctico de sus conclusiones geométricas y de la imposibilidad de realizar todos sus proyectos mecánicos, y que al ver correr a tan dispar cuerpo como el suyo, confirmaba ciertos cálculos hechos en secreto porque contradecían la ciencia de su época, tan ferozmente guardada por Roma. También le contó que no esperaba nada de los hombres y que no tenía el valor para creer en los dioses. Por tanto le quedaban las bestias, pero que pocas de ellas podían entender la furia ciega que la creación le hacía brotar en sus sueños. Que comía mal, y dormía menos, pero que los órganos de la naturaleza no se resentían de las largas jornadas y de las hambrunas voluntarias, que podía amar sin temor a varón o chiquilla.

Por toda respuesta, el ave tomó con su garra diestra un montón de tierra, formó un montículo en su palma y cubrió su rostro con ella.

Luis Alberto Arellano

Mariposas al vuelo

Los hombres que caminan mirando al piso

los hombres que caminan mirando al piso

desayunan fruta seca y avena con agua

sus ojos deambulan a trocitos el crepúsculo

son profesores de redacción

que mueren constantemente porque constantemente

tiran a la basura sus borradores de guerra

cualquiera puede ser hombre

que camina mirando al piso

bástenle cincuenta años

y una espalda de memoria reseca

y unas manos que visten lenta piel

y un reloj de pulsera carcomido por el sudor salado salado halado al lado

tienen en su corazón un palacio de lamentaciones

estos cincuentones son viejos desconocidos

miran al mismo tiempo a los perros

con ellos hacen asamblea

porque ambos

porque la lealtad les es afín

de los viejos

de los perros

ambos

resucitan varias veces al segundo

hablan del dolor con un olvido total

almuerzan camas invadidos de nostalgia

y lloran todas sus lágrimas desde un pañuelo

que llora llora llora

una dulce extensión de seda eda



Efraín Gutiérrez de la Isla

Profesor, promotor de lectura y poeta

De dos a tres caídas

Crónicas de un asquel en las entrañas de un monstruo: Con sabor a Zacatecas

“Me levanto temprano, moribundo.

Perezoso resucito, bienvenido al mundo, con noticias asesinas me tomo el desayuno. Camino del trabajo en el metro, aburrido vigilo la cara de los viajeros, compañeros en la rutina y en los bostezos”

Ismael Serrano

Soy un punto más en este lugar, una partícula de polvo que provoca tos, un bicho aplastado en la tosca suela de una enorme bota, una insignificancia, una trivialidad. Camino sin cesar de arriba abajo, mi hogar es un lugar que conozco poco, mi lecho es ajeno y mi único refugio es un territorio subterráneo donde un bólido color naranja no me deja dormir aunque soy cómplice de bostezos y cabeceos de ejecutivos apócrifos malencarados. Soy la víctima temerosa de una enorme jauría de perros que huelen mi miedo a cada paso que doy, se me nota la inocencia en los ojos, en la ropa que es ensuciada por la lluvia ácida que baña la ciudad cuando Tlaloc se enfurece, mi vista se pierde ante tanto color abigarrado, ante tanto contraste de cromos que invaden mi mente. Mis ojos se irritan y el olfato se agudiza, aunque mi esencia se ha perdido entre tanto olor, ante tanta contaminación que pulula. Me siento en un lugar solitario, miro el cielo gris, después un carro que pasa y finalmente toda la monumentalidad de este monstruo hermoso. Sonrío y me digo “bienvenido a la ciudad de México”, que disparate maravilloso.

Ahora no sé cuántos días llevo acá, he perdido la cuenta. Los lunes parecen sábados y los jueves domingos. No sé cuánto tiempo paso encerrado frente a un monitor, y las horas destinadas al alimento se alteran cada vez más. Caen lluvias torrenciales que desnudan a los árboles del Paseo de la Reforma o hace un calor endemoniado que pica la piel. Pareciera raro que en un lugar así la soledad no te estruje con frecuencia, pero es que no he estado solo, no me he sentido solo. Siempre es reconfortante ver un rostro conocido o algo que te recuerde al terruño, y así fue.

La semana pasada una ola de Zacatecanos invadió la ciudad de México, parecían bárbaros que vinieron de un lejano lugar del norte a conquistar un breve espacio que se llama Coyoacán. Es raro que la gente capitalina crea que Zacatecas, la bella, sea un lugar completamente lejano, algunos no lo ubican en el mapa, otros creen a ciencia cierta que es una más de las fronteras norteñas. ¿Cómo es, qué hay allá? – preguntan unos- ¿qué haces hasta acá? –me cuestionan otros. Para ellos soy norteño aunque yo lo niegue. Pues una ola de “fronterizos” llegó para hacerme compañía en esta estancia que parece muy larga. Caminaba por el centro solo y con la cámara en mano, buscando una foto espontánea que valiera la pena, cuando mis ojos se enamoraron de un poster que decoraba una ajada pared color verde. Era una imagen panorámica del ex templo de San Agustín, lo coronaban unas letras doradas que decían “Zacatecas en mi corazón: su arte popular y su cultura”. Una agradable emoción sentí que corrió por mi cuerpo cansado. La sede de la exposición era el Museo Nacional de Culturas Populares ubicado en la calle Hidalgo del centro de Coyoacán. Sus patios estuvieron adornados por artesanías, comida típica y dulces, siendo el gran ausente el dulce de melcocha. Además había talleres de textiles, de cantera, talabartería, fibras y de escultura en papel de china y madera. Obras de teatro mantuvieron expectantes a los que visitaban el lugar, exhibiciones de documentales sobre el arte popular zacatecano. La Banda de Música del Gobierno del Estado de Zacatecas ambientó la fiesta con la “Marcha de Zacatecas” mientras Amalia sonreía y saludaba de beso a todo mundo.

Mesas redondas, conferencias, recitales de música y de canto en la voz de Sara Ortiz, pláticas sobre López Velarde, homenajes a Tomás Méndez y jarabes por parte de Los Jaraneros de Nochistlán. Los paladares de los capitalinos saboreaban con placer el “asado de novia o de boda”, la birria, quesos y se endulzaban también con el ate de guayaba, garapiñados, cajeta de membrillo, pero sobretodo decidieron calentar su garganta con el mezcal zacatecano y sudar bailando con el tamborazo hasta que el cuerpo aguantara o la lluvia los dejara. Yo estaba ahí también, oliendo los olores de mi tierra, saboreando sus sabores y bebiendo su mezcal. Al final terminé bailando con dos mujeres que casualmente se llamaban igual, Hilda, una de Zacatecas y otra del Distrito Federal. No me sentí solo, no estuve fuera de mi tierra, extrañe a la familia eso sí, pero al menos me reconfortó ver algún rostro conocido, aunque haya sido el de la gobernadora.

Alejandro Ortega Neri

“… si pudiera escoger donde enterrar mi piel, tu vientre guardará mis huesos al final tierra de Zacatecas…”

Adrián Villagómez