Soldadera 139, Domingo 20 de abril

¿Vamos al cine?

Una tarde apareció en la pantalla de mi celular un mensaje que me preguntaba: ¿vamos al cine? Su simplicidad me cautivó y lo guardé con la esperanza de que permaneciera hasta que la humanidad y sus tecnologías se extingan. Pero aunado a la rara admiración que sentí por esas breves letras en una pantalla verde, iba también la emoción que produce eso, “ir al cine”.
Si nos ponemos a revisar todos aquellas actividades que suelen incluirse en eso que suelen llamar “cultura del ocio”, el cine, a pesar de ser más veterano que la televisión, los videojuegos o el internet con todo y Messenger y myspace, sigue ocupando uno de los primeros lugares, y esto lo podemos constatar por ejemplo cada miércoles en la mayoría de las salas de cine de la república, la cantidad ingente de cinéfilos y ociosos que se reúne y se forma para ver la nueva creación hollywoodense que los mantendrá al borde del asiento mientras una palomita de maíz experimenta la saciedad de las mandíbulas. Menciono tal día porque se ha convertido en el tradicional, en el que con el precio de un boleto entran dos personas, o bien es más barato. Y se selecciona el miércoles porque a veces el obstáculo primordial para asistir a la sala, son los altos precios de la entrada y de las imprescindibles golosinas. Ya lo dice esa frasecita: la violencia en el cine empieza por el atraco en la taquilla. Es por eso que algunos esperamos hasta la quincena para realizar este ritual, porque ir los miércoles también tiene sus desventajas: no hay estacionamiento, las salas están repletas, y tienes que soportar los lamentos de una que otra adolescente porque Gael no se ve tan guapo como Che Guevara.
Sin embargo la fiesta comienza desde ¿vamos al cine? Estas tres palabras cambian un día o el resto de los mismos. Es la alternativa perfecta para desasirse de la rutina, del tedio del trabajo. Es el lugar idóneo para liberar la tensión y soñar con una realidad distinta asomándose a través de la ventana mágica que suele ser esta fábrica de sueños.
La emoción comienza con la búsqueda intensa de una buena película en cartelera, el leer las sinopsis y comentarla a la o a las personas con las que vas; buscar el horario perfecto para que no interfiera con las clases nocturnas de inglés, y finalmente formarse en taquilla para adquirir ese pasaje hacia la evasión.
Ir al cine implica trabajar en buen equipo, “tu compras los boletos y yo me formo para las palomitas”, te permite socializar, y platicar con las personas que se encuentran formadas adelante o atras de ti sin que los conozcas y a los que conoces antes que saludarse las primeras palabras son ¿a cuál vas entrar? Y se sentirá superior y más cinéfilo aquel que diga primero “ah ya la vi”, y con dotes del más alto crítico cinematográfico te dirán que es buena con un “ta chida”, que es regular con un “mmm” y que es mala con un “nel”. Sin embargo poco importará en el momento la evaluación de los que ya la vieron, se tiene el boleto en la mano y la boca hecha agua por las palomitas de caramelo.
Estar sumergido en la penumbra de una sala de cine resulta catártico, la película puede producir varias sensaciones y hacer explorar varios sentimientos a la vez. No se olvide cómo aquellos primeros espectadores se caían de las sillas o salían corriendo de la sala porque un tren los iba a arrollar. De repente se escuchan llantos y la iluminación que proyecta la pantalla permite ver con nitidez quién es aquel o aquella que tiene empapados los ojos. El enojo también aparece cuando la peli es muy buena o bastante mala. Cuando es buena, irrita que el personaje no haga lo que deseas, y cuando es mala, por eso, porque es mala, y maldices haber sangrado tu bolsillo y haber dejado de hacer otras cosas por ver algo inservible que pronto saldrá de la memoria y que a la vez pronto saldrá en el videoclub más cercano a la venta con un precio menor que el del boleto.
Aunque quizá no haya algo que moleste tanto como es la persona que se sienta a tu lado, o bien atrás, que se considera fan de la película, del director o de un histrión y que por milésima vez va a verla en compañía de la persona a la que quiere impresionar y se la platica, ¡ira fíjate ahí! O aquél que le gusta masticar con la boca abierta y al más alto decibel las palomitas o los nachos, o bien esos que no apagan el celular y dicen en voz baja “toy en el cine” pero aún así no dejan de hablar. Y es más el malestar si la película te interesa, si tienes meses esperándola y no quieres ni pestañear para no perder ningún detalle, ningún mensaje diegético o escuchar la banda sonora.
Aunque incomode, una función de cine no sabría a tal sin estas características, sin los que aplauden al final de una película, sin los que se ríen bastante feo, sin los que chiflan si la imagen muestra un desnudo, sin los que no ven la película por estar besando a la persona de al lado, sin la típica ida al baño cuando el film finalizó, sin todo ese olor a palomitas con mantequilla y la noche cubriendo la ciudad.
Como cinéfilo y cliente quincenal a las salas de los multis, disfruto eso, me emociona saber que voy ir al cine y enfrentarme a algo extraordinario. Hasta el momento he hablado de ese sentir cuando se esta acompañado, sin embargo hace algún tiempo recibí una regaño por nunca haber ido solo al ver una película. Desde pequeño le he temido a la soledad, ir al cine así se me figuraba que mi soledad se acentuaba, pero se experimenta una cosa diferente, pasas desapercibido, y sonríes ante la incredulidad de que las golosinas sean solo para ti. Afuera puede estar mundo explotando en confeti, una lluvia torrencial puede estar bañando el asfalto que pisas de regreso a casa, la potencia del aire podrá estar tumbando un espectacular que anuncia ropa interior, pero nada importará porque estas ahí, solo, disfrutando de las maravillas del mundo del celuloide, del séptimo arte, y entonces se piensa y se concuerda con aquello que dijo una vez Séverin Mars que decía “A qué arte le fue conferido soñar de una manera que resulta más poética mientras más realista”. Aunque cuando termina la función deseas compartir un comentario con alguien o al menos tener al lado a una persona que abrazar mientras te diga que el cine es su único vicio.
“El cine y la vida van de la mano” ¿Vamos al cine?


Ales

…mañana irá al cine…




Soldadera 139

Sube el pan y la cultura baja
I.
Desde su creación en 1987 el Festival Cultural de Zacatecas vivió nuevamente una de sus transformaciones decisivas.
En su decimosegunda edición, y como medida urgente para crear las condiciones de una derrama económica mayor que saque al estado del atraso en el ámbito industrial, ganadero y agrícola, las autoridades involucradas comenzaron las gestiones para incrementar a dos la tan conocida Semana Cultural.
No será necesario abundar que los distintos festivales que ofrece nuestra querida ciudad fueron creados con la intención de darle vida a una entidad que ha quedado rezagada en los sectores productivos. El Festival 2008 confirma nuestras ligeras sospechas.
Desde las primeras noticias sobre una posible ampliación de este evento a dos semanas, las voces comunes y corrientes se dejaron escuchar, en su mayoría para destacar que, entre las ventajas, se presentaba la oportunidad de disfrutar sin prisas las distintas actividades culturales programadas. No pasaría lo que en otras ediciones cuando en un mismo día y en el mismo horario se presentaban actividades igualmente atractivas, con lo que obviamente los asistentes debían elegir una.
Parecía indicar que la efervescencia que envolvía la semana más esperada del año para los zacatecanos tenía la oportunidad de dosificarse.
Sin embargo pronto las declaraciones de los funcionarios de la administración estatal añadieron a esa deducción inocente la certeza de que el incremento a diecisiete días y la programación de los eventos más fuertes durante la Semana de Pascua prácticamente obligarían a los turistas a extender su permanencia en la capital estatal.
Con este cometido, el programa del Festival Cultural 2008 pretendió dar espacio para el disfrute a los más variados gustos. La presencia de personalidades como Cesaria Evora, Riders of the Storm (The Doors), Gloria Gaynor y la increíble asistencia de Bob Dylan germinaron la expectativa de un festival fuera de serie.
Nuevamente las voces se dejaron escuchar en torno a la proyección mundial generada por la visita de uno de los iconos del rock fuera las ciudades apabullantes como Monterrey, Guadalajara o la capital del país.
Por la modesta cantidad de cinco millones de pesos Bob Dylan dejaría su nicho para poner sus pies en la provincia mexicana.
II.
Desde el inicio del Festival las transformaciones fueron evidentes con la presentación del grupo mexicano Zoé un jueves en Plaza de Armas, reservando la inauguración oficial para el tradicional sábado.
Durante la Semana Santa las actividades transcurrieron con relativa normalidad ante la creciente expectativa y asistencia de mexicanos provenientes del centro y las entidades cercanas al estado.
La llegada de la segunda semana dio inicio con la cancelación del concierto de la denominada Diva descalza debido a cuestiones de salud. Sin embargo el panorama del Festival cambió radicalmente con el anuncio de una nueva cancelación: los integrantes del legendario grupo The Doors suspendían sus conciertos en nuestro país por incumplimiento de contrato. Pronto se manejó la posible presentación del Kansas hasta que finalmente se suspendió el concierto de ese día.
Orta vez los rumores hicieron acto de presencia temiendo que el Festival no pudiera cumplir con las promesas realizadas a una nación entera. El temor de una nueva cancelación, pero ahora del concierto de Dylan, se dejó sentir.
Las expectativas sobre la presentación del estadounidense no fueron cumplidas 100 por ciento. La asistencia de mexicanos de todo el país no fue apabullante; contrario a lo ocurrido en otras noches, los zacatecanos no abarrotaron las calles aledañas a Plaza de Armas, y el concierto fue realmente insípido
Las “medidas de seguridad” y la excentricidad del cantante generaron en gran parte de los habitantes una predisposición que esfumó cualquier curiosidad por acercarse al escenario a descubrir quién rayos era Bob Dylan.
III.
En los últimos días de la gran fiesta zacatecana un ligero halo de cansancio se apoderó de la ciudad. A no ser por los adolescentes, quienes disfrutaron los conciertos de grupos de pop mexicano, la mayoría se cansó de tanta fiesta, aunque pocos se atrevieron a aceptarlo.
En realidad no fue una dosificación de eventos, pues durante la segunda semana las actividades realmente culturales ya habían concluido, y las calles dejaron de ser un paseo culinariamente delicioso cuando los dulceros típicos fueron obligados a vaciarlas.
Reconociendo los esfuerzos por figurar en el ámbito nacional e internacional, la programación original del Festival creó enormes expectativas que se fueron diluyendo con las cancelaciones y la presentación infame de un ex-luchador social que no se dignó en momento alguno a dirigirse al público.
Las pretensiones mezquinas de absorber más dinero de los turistas aparentemente fueron satisfechas en beneficio de unos cuantos prestadores de servicios. Pero los zacatecanos comunes y corrientes fuimos presa de un desencanto general.
La tan angelical Semana Cultural muta lentamente a otra feria nacional. El elitismo de los eventos de calidad y la proliferación de conciertos de asistencia social han dado el primer golpe a los amantes de un tiempo y espacio zacatecanos que, a pesar de las intenciones de lucro, alguna vez pretendió erigirse como un verdadero cultivo de las artes y la expresión cultural auténtica.

Arazú Tinajero









Soldadera 139

MY MORNING JACKET


En una ocasión de camino a mi casa escuché por primera vez la canción ‘No more sweet music’ de Hooverphonic mientras en el cielo se suspendían como avispas cuatro helicópteros haciendo la perfecta coreografía del momento pero desde entonces no puedo concebir esa canción sin considerar que le faltan helicópteros o simplemente prefiero no escucharla.
Algo parecido me sucede con My Morning Jacket, prefiero no escucharlos si no hay de por medio un dejo de nostalgia, lluvia o ese coagulo de emociones que se aglutinan entre pies y cabeza cada nueve meses. Originarios de Louisville, Kentucky, desde 1998 My Morning Jacket ha sido una de las bandas con mayor calidez en su sonido, con una estructura musical compleja pero ante todo genial.
Quizá lo que puede definir mejor lo que esta banda hace es la imagen que nos sugiere su nombre: ‘mi chaqueta de la mañana’ es su traducción literal, que según cuentan la anécdota esa chaqueta existió y fue encontrada por el cantautor de la banda, Jim James, mientras rebuscaba entre los restos de su bar favorito, mismo que había sufrido un incendio. El abrigo tenía las letras MMJ bordadas. La imagen de una chaqueta al despertar es acogedora, casi comparada con el abrazo after-all o el beso del ‘buendíaamor’.
El 4 de octubre del 2005 me encontraba inmersa en una serie acontecimientos de lo más bizarros, mientras esta banda norteamericana sacaba a la venta su famoso álbum “Z”. Tres años después, sin restos bizarros encima, escucho el mencionado disco girar al ritmo del ojo de láser que da vueltas como licuadora despedazando los reflejos cromáticos de ese círculo plano.
Stella siempre es un respiro, casi un desahogo de cualquier enfermedad silenciosa, y es que hay momentos que no se curan ni con chocolate, sin embargo Stella siempre deja su velo de diamantina como un beso de diamantina cerca del oído externo, Stella es como una chaqueta en la mañana: tibia y segura. De My Morning Jacket sólo puedo concluir que después de escuchar canciones como ‘Dondonate’, ‘It beats for you’ y ‘Knot comes loose’ no puedo prescindir de sentirme endorfinada.


Citlaly Aguilar Sánchez

Soldadera 139

Miércoles: febrero 20
Asistí al curso de la maestría [Las manifestaciones de la cultura impresa]. Es la segunda sesión y llegué tarde. Berenice no mintió sobre el profesor Flores Zavala: estar ante él es aterrador. Mira directo al rostro de cada asistente cuando habla, pero no al escuchar. Ahí ve a los otros oyentes, no al hablante. Pregunta usando las frases “imaginen, les propongo un ejercicio de imaginación, proyecten la posibilidad…” Escribe en la pizarra las palabras clave con rojo o azul; los enunciados con negro. Para enfatizar subraya los conceptos con tinta verde. Al concluir la clase me entrevisté con él. Aprobó el proyecto de trabajo semestral: reconstruir la biblioteca de un lector común del siglo XIX –estoy entre Castrillón y De la Parra-.
Para no variar fui al restaurante del bulevar: cuatro tazas de café americano, dos cigarros y un pastel frío. Revisé el catálogo de la librería Bonilla (lo recibí por correo postal. El sobre traía estampillas. ¡Todavía existen estos objetos decimonónicos!)

Domingo: marzo dos.
Hoy regresamos de la ciudad de México. El viaje me cansó. Allá compré varios libros de historia y uno de literatura comparada. Conseguí gratis revistas de la UPN –traen ensayos sobre cómo analizar las experiencias de la lectura y de la enseñanza de la escritura-. También merqué un ejemplar de la revista de la Universidad Veracruzana. La directora es Celia del Palacio. En este número viene una conferencia de Aguilar Camín [“El liberalismo mexicano hoy”]. Conservaré la publicación por el texto de Camín, y más por ser una contemporánea de dosfilos.
Me provocó el contenido de la editorial. Escribe Celia: “¿Qué debe ser una revista universitaria de divulgación? […] estuvimos de acuerdo en que no por ser una revista universitaria debía limitarse a tratar temas de interés para los universitarios; sin embargo, tampoco debía alienarse de su contexto […] hemos pensado en un soporte material, diría Chartier, agradable y atractivo para el lector contemporáneo [La revista] Debe atender los debates contemporáneos que trasciendan la división maniquea entre lo local, regional y global y, desde el ámbito de la universidad pública de provincia, aspirar a la universalidad…
Como siempre, en cada visita a ciudad capital, fui al Pink para cumplir el ritual correspondiente. Sin embargo, siendo la compañía foránea al lugar, el resultado fue nulo.

Lunes 3 de marzo
Al fin concluí la lectura de la revista nexos. La de aniversario [enero de 2008]. La información de los textos permiten “proyectar” (ya me estoy mimetizando con el profesor de historia) las lecturas que ha realizado una parte de la elite intelectual del país. Me detuve más en los textos de los directores del impreso, en Soledad Loaeza y Amparo Casar.

Miércoles 2 de abril
Tuve clases todo el día. Por las labores escolares he leído poco para mí –nada que facilite mi retiro. Eso sí, mantengo mis lecturas sabatinas de El País y Milenio-. Lo más amable es la redacción de una reseña sobre los libros publicados en Localia en 2007. El texto será para la revista de Jorge Vázquez. El objetivo es configurar la nómina de los escritores menores de treinta años –los que tienen obra y son realmente leídos fuera de Localia-.
Acompañé al profesor de historia a la cafetería del bulevar. Como él no fuma, yo debí abstenerme. Tomó un americano y agua con gas. Tomé lo mismo. Él pago con una tarjeta de debito. Aunque la reunión era para platicar sobre mi ensayo, me pidió que mirara el lugar. Dijo que ese espacio no era una simple “microesfera pública”, sino uno de los enclaves físicos del espacio público donde se relativizaban los temas locales y de índole privado. Que observando bien, “con atención”, podría inferirse el perfil cultural de los comensales a partir de sus comportamientos. Pero el objetivo no eran los individuos, sino lo que aportaba el lugar para el estudio de las sociabilidades contemporáneas: “es una síntesis histórica entre mercado y encrucijada… si bien no lo frecuentamos en forma cotidiana, lo hacemos varias veces por semana. De su lugar de emplazamiento dependen algunos de nuestros itinerarios. Incluso pasamos por el lugar antes de ir a nuestros apartamentos… Su sentido tiene vocación política, pues se convierte en un lugar de vida, de encuentro…”
Marco Flores


Soldadera 139

ZERO FEST: CATARATAS

Una mirada a un par de bandas que integran el nutrido cartel de este festival que visita nuestras tierras.

THE MARS VOLTA: CATARATAS SONORAS
Entre la estética retro y la búsqueda de nuevas fusiones, este dúo dinámico renacido de las cenizas de At The Drive-In, se ha constituido como una consistente alternativa en el circuito para aquellos que buscan sabores espesos y concentrados, capaces de saturar el paladar sin dejar resquicio para el silencio. Con cuerdas enrarecidas, metales provenientes del free jazz, enredados en tesituras latinas e internándose en una selva psicodélica salpicada de tupidos arbustos de hardcore, el puertorriqueño Omar Rodriguez-Lopez y Cedric Bixler-Zavala están instalados en la plena evolución del progresivo.
Cimentando su reputación en las frenéticas presentaciones en vivo, debutaron en el 2002 con el EP Tremulant, al que le seguiría De-Loused in the Comatorium (03) con una notoria influencia de Santana y que representaría su conmocionante primer largo: entre la pretensión y la experimentación, no dejaron a nadie en la indiferencia. Manteniendo el tono de pesadez aunque con energéticas vocalizaciones y dando espacio a largos solos de guitarra, grabaron Frances the Mute (05), muestra de que lo suyo parecía ir en serio.
Ya encarrerados y con algunos cambios en la alineación de músicos, presentaron el intrincado aunque bien cuidado Amputechture (06), que volvía a incluir la presencia de John Frusciante (Red Hot Chili Peppers) y en el que se advertía cierta tesitura española con pasajes atmosféricos; para no perder ritmo, continuaron con The Bedlam in Goliat (07), su más reciente producción, en donde parece privar un incansable rock duro vestido de cierto ocultismo. Por su parte, Omar Rodríguez-Lopez compuso la música para la fallida El búfalo de la noche y ha desarrollado una trayectoria solista de tres álbumes.

MY MORNING JACKET: CATARATAS EMOTIVAS
Recuperando la tradición del country y del pop americano con tintes independentistas, este en inicio cuarteto de Kentucky con clara influencia de The Band y Neil Young –con todo y su clásico reverb- y lidereado por el vocalista Jim James con la permanente compañía del bajista Two Tone Tommy, se dio a conocer con el sorprendente The Tennessee Fire (99), apostando por armonías orgánicas y melodías rápidamente asequibles, sin caer en simplismos de moda. En At Dawn (01), su siguiente producción, se sumaron un par de músicos y se mantuvo intacta la vena creativa incluso en las letras.
La entrada a las grandes ligas discográficas estaba en puerta: It Still Moves (03), para muchos su mejor trabajo a la fecha, representó una sólida carta de presentación para un público más amplio, lo que parecía no afectar su consistente entramado compositivo y su notable capacidad para la evocación de paisajes reconfortantes no exentos de ciertos revulsivos. Después de esta obra, el guitarrista Johnny Quaid y el tecladista Danny Cash decidieron dejar el grupo.
Para Z (05), su siguiente disco, contaron con la integración de Bo Koster y Carl Broemel y así volver a configurarse como quinteto: si bien se podrían identificar algunos cambios en las estructuras musicales, el denominador básico se mantiene, entre la intensidad con momentos de languidez y la atención melódica. Okonokos (06) funcionó como testimonio del talento del grupo en vivo, integrado básicamente por piezas de sus dos álbumes anteriores. Un nuevo disco se encuentra a punto de salir al mercado, quizá forme parte de su presentación en México.

Fernando Cuevas
Nos escuchamos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Soldadera 138, Domingo 13 de abril

TINTA SECA


¿Cómo no encontrar la Tinta Seca si se encuentra en un estado floreado y caliente como sólo el paisaje del Estado de Morelos puede presentar? En medio de la eterna primavera y ese calor de pétalos coloridos, olor a buenos recuerdos en tiempos de minifalda y tacones altos, aparece la revista Tinta Seca, en cuyo interior se alojan intensas combinaciones emocionales.
En un primer momento se va uno es busca de la prometida entrevista con Paul Auster quien habla sobre su colaboración en el cine y por supuesto que ahí van también marañas contrapuestas de sensibilidad al seguir con la imaginación el hilo transparente que conduce a obras de su autoría como ‘El palacio de la Luna’ y ‘Leviatán’.
Y puede ser que también a veces la tinta se seca con ese suspiro que inconscientemente se escapa cuando uno padece una sensación espinosa en la piel al leer un poema, como el de la página nueve titulado ‘Tú te preguntas’ de Silvester Clancier o al sacar un viejo recuerdo a flote como el de ‘Una tarde con Neruda en la Barcelona franquista’.
La tinta se seca cuando el aire le da encima, su liquidez va haciéndose espesa y de pronto es papel también en una fusión pocas veces lograda con tanta excelencia, sin embargo conserva sus propiedades líquidas: el brillo, el movimiento, la capacidad de mezclarse y colarse por cualquier cavidad o tomar la forma de quien la contenga.
Con ilustración en portada de María Girona, vemos esta revista con un vaso de vidrio que lleva en su interior hojas verdes y flores blancas con botones amarillos y fondo azul, vemos una publicación que nos invita a seguirla a través de ésta temporada de mariposas y hormonas alteradas; sin duda es irresistible.
En algunas épocas del año la naturaleza hace gala de sus indispensables formas cíclicas para mostrarnos los contrastes de la vida ¡qué mejor momento para leer la Tinta Seca mientras estamos floreciendo en la humedad ácida de cada noche a ventana abierta!



Citlaly Aguilar Sánchez

Soldadera 138

La noticia


Él abrió el sobre
Ella cerró los ojos,
Él se guardó las palabras
Ella dejó salir el miedo.
Él pasó una mano por su cabello
Ella sólo anudó la garganta

Pero él, no se guardó un abrazo
Y ella, dejó salir las lágrimas


Los dos maldijeron a la ciencia
Después, concluyeron en lo inevitable

Mejor era vivir los días
o los tres meses precisos.
era morir de amor,
después de cada comida
que las pastillas de la receta.
era preferible caminar sin rumbo
que conocer el fin del trayecto.

Ella se preguntaba cómo será el más allá

Él no sabe cómo será la cama vacía.


Él sonríe con una lágrima que rueda en su pómulo
es un hombre que reta a dios,
ama, con amor más grande que la ciencia.

Ella, se despidió.



Speak slow gringuita,
dime las cosas más despacio
que quiero reflejarme
en tus ojos azules.
Lo necesito, para olvidar.

Speak slow please,
para que pasado el tiempo
pueda desidentificarte
pueda apartarte, desasociarte.

Speak slow darling,
porque no quiero pensar
en el TLC, en la 187
en el gobernator o en los taxes.

Speak slow swettie,
que no interrumpa nuestro idilio
la border patrol
ni el 9/11 ni las tropas en Iraq.

Speak slow, come on,
déjame bajarte las estrellas y las barras
demos un pasea en el parque
pero que no sea el Central Park,


vayamos a la libertad
pero a la verdadera no la de la estatua
robemos el fruto prohibido
pero que sea una naranja de California.

Please speak slow,
quitemos los tres candados a la puerta negra
derribemos el muro de la vergüenza.

Emmanuel Magallanes Ulloa

Soldadera 138

¡Cuidado Santo, esto puede ser una trampa!


¡Cuidado Santo, esto puede ser una trampa!... y de repente el golpe fue seco, certero, fulminante. La audiencia se vio inundada en un silencio absoluto. Eustaquio se paralizó de pronto, las palomitas se le cayeron al suelo rompiendo con su sonido el silencio espectral que reinaba en la sala.

Eustaquio nunca creyó que algún día llegaría a ver al Santo derrotado. Pero ahí estaba tirado en el suelo mientras por encima de su cuerpo comenzaban a aparecer las letras con los créditos de la película. Fue el último en salir de la sala. Con la esperanza todavía de que se volvieran a apagar las luces y en la pantalla una vez más el Santo se levantara para acabar con los vampiros. Pero los minutos pasaban y todo seguía igual. Pensó también que tal vez aquello habría sido un sueño, que digo un sueño, una pesadilla y de las peores.

Como aquella que recurrentemente tenía, en la que se veía a sí mismo corriendo por un pasillo interminable que de repente se abría y lo hacía caer en el vacío. Pero no, no estaba soñando, se lo hizo saber el velador quien le pidió de favor que desalojara la sala porque ya iban a cerrar.

Eustaquio caminó lento y pensativo a su casa. Tal vez si mañana regresó otra vez al cine el final será diferente. Se quedó sobre su cama pensando. Cuando no soñaba que corría sufría de insomnio.

El día siguiente lo pasó con sólo una idea en la mente: ir al cine y comprobar si aquello que había visto era totalmente cierto…

¡Cuidado Santo, esto puede ser una trampa!... y otra vez el golpe certero, seco, contundente.

De los ojos de Eustaquio brotaban sendas y tupidas lágrimas. No era posible, ahora sí lo había confirmado. Ya no esperó a que se prendieran las luces de la sala, salió con una tristeza terrible, con una soledad más grande que la que sentía los domingos encerrado en su cuarto esperando que dieran las siete para poder ir al cine.

Llegó a su casa desconsolado, arrancó de las paredes todas las imágenes del Santo, apagó para siempre la veladora que tenía encendida bajo la foto que algún día le autografiara el Enmascarado de Plata.

Se fue al baño y subido en un banco se quitó el cinturón y lo colgó en la regadera, con lentitud y precisión se ató la otra parte en el cuello. Estaba a punto de tirar el banco, cuando de pronto escuchó el grito de advertencia: ¡Cuidado Santo, esto puede ser una trampa!... Y el golpe certero, fulminante y secó de Eustaquio que cayó al suelo, retumbó en todas las paredes del cuarto.

Eustaquio se levantó adolorido, recogió los pedazos de cemento y tubería tirados en el suelo. Sacudiéndose la ropa se fue a acostar a la cama. Ya ahí, se quedó dormido pensando que es una ley que los héroes nunca mueren y que quizá el próximo mes se estrenaría: “El regreso del Santo”.
Pilar Alba











Soldadera 138

MARGOTT Y SHERRY: MUJERES AL BORDE

Coinciden un par de películas disponibles en los videoclubes de la ciudad, concebidas en el contexto de la estética del cine independiente estadounidense, aunque con actores y actrices reconocidas, que sustentan su propuesta en sendas actuaciones convincentes cortesía de Nicole Kidman y Maggie Gyllenhaal, quienes interpretan a una conflictiva escritora de cierto prestigio y a una expresidiaria que lucha contra su adicción a las drogas, respectivamente. Los nombres de estos dos personajes aparecen en los títulos de las cintas.
Ambas encuentran como eje de actuación el complejo rol de la maternidad, sobre todo dadas las circunstancias de estas mujeres que terminan por parecerse más de lo que se podría suponer de entrada. De infancia difícil, apenas sugerida por ciertos detalles en las dos historias, se reencuentran con sus hermanos, viven conflictos con las respectivas parejas de éstos y enfrentan tanto crisis de pareja buscando pedazos de afecto en los hombres que las rodean, como por momentos incomprensión de parte de sus hijos. Ya sea en los grupos de autoayuda y en la búsqueda de trabajo, o en los círculos pseudointelectuales, estas dos mujeres buscarán reconstruir sus tortuosas existencias.
Margott (Kidman) asiste con su hijo adolescente (Zane Pais) a la boda entre su hermana (Jennifer Jason Leigh) y su prometido (Jack Black), un escritor eventual de reseñas musicales, que se llevará a cabo en la casa donde vivieron con sus padres. Además de los conflictos con la pareja, aparecerán algunos hombres de manera intermitente, desde su calmado esposo (John Turturro) hasta algunos amores del pasado. A manera de complemento, se establece un contraste entre el mundo adulto y el de los más jóvenes.
Dirigida y escrita por Noah Baumbach, quien nos regaló la estupenda Historia de familia (The Squid and the Whale, 05) en la que ya se introducía en la complejidad de las relaciones cercanas en un ambiente de escritores, Margott en la boda (EU, 07) se inscribe en la tradición, según se ha señalado, de los dramas del cine francés, particularmente los de Eric Rohmer, integrando un cierto humor que provoca más bien risas nerviosas. Si bien por momentos se extrañan mayores antecedentes de los personajes, se consigue crear un intenso entramado relacional que puede desmoronarse en cualquier momento.
Por su parte, Sherry (Gyllenhaal) obtendrá su libertad condicional y buscará acercarse a su pequeña hija, cuidada por sus tíos, quienes la reciben con actitud ambivalente. Entre la presión de su custodio, la tentación de volver a las drogas, la batalla por encontrar una chamba utilizando cualquier medio y el refugio que le representa un compañero del grupo de autoayuda (Danny Trejo, en papel inusual), intentará reconstruir un camino marcado por el conflicto.
Dirigida por la debutante en ficción Laurie Collyer (documental Nyurorican Dream, 00), Sherrybaby (EU, 07) es un retrato directo de una mujer y sus circunstancias, que busca verosimilitud tanto en el desarrollo de los sucesos y de los personajes, como en la forma de plasmar visualmente las vicisitudes que parecen no terminar: ahí están las secuencias en las que se enfatiza el abandono de sí misma y de quienes la rodean, en contraste con ciertos destellos de toma de conciencia.
Un par de films, en síntesis, que buscan atender más a sus personajes que a los propios argumentos. En tono directo exento de artilugios visuales, se plasman los caminos que ambas mujeres parecieran optar, al menos de manera transitoria, para seguir en el tránsito del encuentro consigo mismas, más allá de las dependencias hacia las sustancias evasivas y hacia los afectos inestables de los demás.

Fernando Cuevas
Nos leemos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Soldadera 137, Domingo 6 de abril

GENERACIÓN

Tras una nube de azul olvido es tiempo de volver a la cotidianeidad de los días de clases, boulevard con tráfico, el ir y venir desde los lunes hasta los viernes como un elástico, estira y afloja, el dilema de la semana, la meta planteada, una maraña suele avecinarse y uno quiere cerrar la ventana pero el viento siempre encuentra por donde colarse.
De lejos parece que el tiempo es el mayor enemigo, sin embargo siempre hay grandes gladiadores que se empeñan en ganarle la batalla, entre ellos destacan los valientes guerreros de la revista Generación, revista originaria de Guadalajara y en cuyas páginas el tiempo se suspende sobre nuestras cabezas para soplarnos a la vista una gama de experiencias poco usuales en estas épocas.
Cuentos eróticos a lado de fotografías sugerentes, hermosas postales de cuerpos vivientes y también contrastes artificiales; ciudad, carne, sensaciones e indiferencia, todo se mezcla en ésta Generación, un caos se superpone e impera un reino salvajemente ecléctico, y no hay mejor manera de describirlo que con mis palabras más rimbombantes.
Descubrimos a Jack Kerouac en la colonia Roma, sabadeando al estilo beat todavía tan de moda, y de la mano de Jacqueline Ducolomb llegamos a los momentos de mayor brillo en la vida de Alejandro Jodorowski y durante varias hojas seguimos andando sobre la Roma y sus avenidas llenas de arboles y glamour chilango, para ser más exactos el paseo dura de 1960 a 1985 con todo y banquetas y monumentos históricos.
Es tiempo de regresar a la rutina, de hacer de esta Generación algo presente, como lo es cuando la abrimos y nos adentramos en sus caminos intransitados, cuando olemos cada una de las sensaciones que se sugieren, cuando el tiempo se queda sentado a nuestro lado viendo pasar el roce de cada página de puntitas como no queriendo hacer ruido. Cada quien sabe de qué es tiempo, en cada Generación es diferente, en lo particular, opino que ya va siendo tiempo de pintar esas nubes de otro color, uno más femenino.


Citlaly Aguilar Sánchez

Soldadera 137

STRAWBERRY FIELDS…


Escucha Lucy in the sky with diamonds hay algo que te quiero decir con árboles de mandarinas y cielo de mermelada mientras rodamos en la cama esperando que termine el día, escucha el paisaje psicodélico en el que nos paseamos mientras escuchamos a The Beatles y los días se van pintando a su ritmo en una especie de rehabilitación…
The Beatles ¿quién no los ha escuchado y cuántos no aseguran que son la mejor banda del mundo? Y seguramente los escépticos se mantienen al margen; de vez en cuando escuchan una que otra de sus canciones y la tararean camino a algún lugar que no consiguen recordar, pero sé que asimismo habrá un momento en que sólo The Beatles estará en sus oídos marcando el fondo en algunas escenas de sus vidas, como ese indispensable ‘soundtrack’ personal del que nadie prescinde.
No hablaré de los presuntos dos momentos que se marcaron en la carrera del cuarteto de Liverpool con "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band" en 1967, más bien diré que desde Twist and shout hasta Let it be hay un hermoso listón que enreda y atrapa, y si somos mariposas flotando en el aliento que emana cada sonido en la boca del universo, caemos en la red que tejen George Harrison, Ringo Starr, Paul Mccartney y John Lennon.
Déjame llevarte abajo pues voy hacia los campos de fresas, nada es real, aunque al menos algunos días se puede escapar hacia lugares insospechados con sólo cerrar los ojos y rediseñar la irrealidad muy al estilo art-déco, inmersos en la profundidad del cielo-océano, asomados en la ventana de un submarino amarillo.
La vida es demasiado corta para quejarse y pelear, mi amigo, todo lo que necesitas es amor, amor real, yo quiero tomar tu mano, no me dejes caer. The Beatles tiene la pronunciación precisa en la frase que resume cualquier filosofía sobre el amor o la paz y ambos conceptos a la vez unidos por maravillosa música; quizás no sea la mejor banda del mundo pero sí la que llega en los momentos menos esperados y se queda para siempre pegada en la lengua como paleta de cereza, dulce y roja; sí la mejor banda del club de corazones solitarios. Escucha a The Beatles.


Citlaly Aguilar Sánchez

Soldadera 137

LAS CRÓNICAS DE SPIDERWICK Y 10,000 A.C.
Un par de cintas sobre mundos pasados o paralelos, atravesadas por la fantasía y la aventura como punto de encuentro. Por una parte, Las crónicas de Spiderwick se inserta en esta aparentemente inagotable tendencia originada por El señor de los anillos y, por la otra, 10,000 A.C. está más cerca de convertirse en autoparodia tipo El cavernícola (Gottlieb, 81), que de formar parte de ese cine de matinée que mezcla con descaro épocas pasadas y grandes gestas entre imposibles y mágicas. Ya no digamos de La guerra del fuego (Annaud, 81).

LA CASA COMO REFUGIO (CASI) INFALIBLE
Basada en los libros de Tony Di Terlizzi y Holly Black, y dirigida por Mark Waters, Las crónicas de Spiderwick (EU, 07) es una funcional película familiar sobre una disfuncional familia que, dadas las circunstancias, empieza a enfrentar sus problemas de comunicación y a descubrir todo un mundo a su alrededor, oculto en la naturaleza que rodea a su nuevo hogar, una vieja casa que perteneció a un ancestro (el Spiderwick del título), quien descubrió un mundo maravilloso y siniestro a la vez, puntualmente detallado en un libro.
Sin demasiadas pretensiones, la historia fluye con dinamismo mezclando momentos de drama, alegría y acción bien aderezados con eficaces efectos visuales. Si bien las resoluciones de los conflictos pecan de cierto simplismo, se consigue el involucramiento del público, en especial del infantil, gracias a la presencia de diversas criaturas fantásticas, a los conflictos generados y tanto a la lograda interpretación de Freddie Highmore en doble papel, como al soporte de David Strathairn, Mary-Louise Parker y Nick Nolte como el ogro.
La capacidad para ver más allá de lo que se percibe en un principio, puede revelarnos mundos sorprendentes pero, sobre todo, afinidades con los seres cercanos de alguna manera distanciados por prejuicios o necedades: ahí está el reencuentro materno y paterno, respectivamente, justo cuando todo parecía haber llegado al final.

ROMANCE PREHISTÓRICO
Dirigida por el alemán Roland Emmerich, afincado en la vertiente hollywoodense de espectáculo premeditadamente hueco, triunfalista y cursi, 10,000 A.C. (EU-Nueva Zelanda, 08) inserta una historia de rescate y heroísmo en un contexto histórico inexistente, a pesar de que el título diga otra cosa. Emparentada con Apocalypto (Gibson, 06) por aquello de las tribus periféricas sobreviviendo frente a la metrópoli central, la cinta sólo se sostiene cuando aparecen los mamuts, los agresivos pajarracos y el tigre dientes de sable, que acaba por resultar muy agradecido (y demasiado digitalizado).
La odisea de los rescatistas, a pesar de esas tomas aéreas que pretenden emular las logradas en El Señor de los anillos, no alcanza ningún nivel dramático, ya no digamos el romance entre el galán de dentadura perfecta poco acostumbrado a la comida picante y la ojiazul de cutis impecable y nariz respingada: por momentos, en las secuencias de profunda seriedad, uno no sabe si reír, llorar o recurrir a las extintas palomitas, suplicando que acabe el sufrimiento de los pueblos sojuzgados y, de paso, el propio.
Las tribus negras son muy solidarias y el héroe es caucásico: ¿quiénes y cómo son los malos? ¿a quiénes remiten esos turbantes? Eso sí, que se busquen otro dios, porque uno que no es capaz de dar un paso lateral para que no lo atraviese una lanza aventada desde una enorme distancia, no es digno de tal responsabilidad, por más que la ignorancia se abra paso.

Fernando Cuevas
Nos leemos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Desire, 1975

OH, SISTER

Oh, sister, when I come to lie in your armsYou should not treat me like a stranger.Our Father would not like the way that you actAnd you must realize the danger.Oh, sister, am I not a brother to youAnd one deserving of affection?And is our purpose not the same on this earth,To love and follow his direction?We grew up togetherFrom the cradle to the graveWe died and were rebornAnd then mysteriously saved.Oh, sister, when I come to knock on your door,Don't turn away, you'll create sorrow.Time is an ocean but it ends at the shoreYou may not see me tomorrow.



OH, HERMANA

Oh, hermana, cuando vengo a recostarme en tus
/brazos,No deberías tratarme como a un extraño.A nuestro Padre podría no gustarle tu proceder,Y debes darte cuenta del peligro.

Oh, hermana, ¿no soy un hermano para ti,alguien que merece afecto?¿No es acaso nuestro propósito el mismo en la tierra,Amar y seguir su camino?

Crecimos juntos Desde la cuna hasta la tumbaMorimos, renacimos y fuimosSalvados misteriosamente.

Oh, hermana, cuando venga y llame a tu puerta,No me ignores, pues crearás sufrimiento,El tiempo es un océano, pero termina en la costaPodría ser que mañana no me vieras más.

Versión Javier Acosta

Planet Waves, 1974

FOREVER YOUNG


May God bless and keep you always,May your wishes all come true,May you always do for othersAnd let others do for you.May you build a ladder to the starsAnd climb on every rung,May you stay forever young,Forever young, forever young,May you stay forever young.May you grow up to be righteous,May you grow up to be true,May you always know the truthAnd see the lights surrounding you.May you always be courageous,Stand upright and be strong,May you stay forever young,Forever young, forever young,May you stay forever young.May your hands always be busy,May your feet always be swift,May you have a strong foundationWhen the winds of changes shift.May your heart always be joyful,May your song always be sung,May you stay forever young,Forever young, forever young,May you stay forever young.


JOVEN POR SIEMPRE


Que Dios te guarde y bendiga por siempre,Que todos tus deseos se cumplan,Que siempre veas por los otrosY dejes a los otros ver por ti.Que construyas una escalera a las estrellasY subas cada peldaño,Que te conserves joven por siempre.



Que crezcas para ser honesto,Y crezcas para ser auténtico,Que siempre conozcas la verdadY puedas ver la luz que te rodea.Que siempre seas valiente,Que seas fuerte y vertical,Que te conserves joven por siempre.



Que tus manos estén siempre ocupadasQue tus pies sean siempre livianosQue tengas fuertes cimientospara cuando soplen vientos de cambio.Que tu corazón sea siempre jubiloso,que tu canción sea siempre cantadaque te conserves joven por siempre.

Versión Javier Acosta

The freewheelin’ Bob Dylan (1963)

Girl of the north country

Well, if you're travelin' in the north country fair,Where the winds hit heavy on the borderline,Remember me to one who lives there.She once was a true love of mine.Well, if you go when the snowflakes storm,When the rivers freeze and summer ends,Please see if she's wearing a coat so warm,To keep her from the howlin' winds.Please see for me if her hair hangs long,If it rolls and flows all down her breast.Please see for me if her hair hangs long,That's the way I remember her best.I'm a-wonderin' if she remembers me at all.Many times I've often prayedIn the darkness of my night,In the brightness of my day.So if you're travelin' in the north country fair,Where the winds hit heavy on the borderline,Remember me to one who lives there.She once was a true love of mine.



Muchacha del país del norte

Bien, si viajas a la feria del país del norte,
Donde el viento golpea con fuerza la frontera,
Dale mis recuerdos a una que allá vive,
Esa que una vez fue mi verdadero amor.

Bien, si vas cuando diluvian los copos de nieve,
Cuando los ríos se congelan y el verano termina,
Fíjate por favor si lleva un cálido abrigo
que la proteja del aullido del viento.

Hazme el favor de ver si lleva el pelo largo,
Si se enreda y ondea sobre su pecho.
Hazme el favor de ver si lleva el pelo largo,
Así es como la recuerdo mejor.

Me pregunto si acaso me recuerda.
He rezado por ello a menudo
En la oscuridad de mi noche,
A la luz de mi día.

Así que si viajas a la feria del país del norte,
Donde el viento golpea con fuerza la frontera,
Dale mis recuerdos a una que vive ahí
que una vez fue mi verdadero amor.

Versión Javier Acosta

Soldadera 136, domingo 9 de marzo 2008

Atardecer

Antes de que oscurezca
mis manos tejerán flores
para el deseo prohibido
en las horas ámbar

Bajo los pétalos de muselina
encendida nacerá
el festín del tacto,
los dedos beberán
el rocío en la entrepierna
y reposarán en las caderas
de la jauja y el dispendio

En el pecho anidarán
los besos alados
que envidiarán las flores
golosas del ocaso

En los muslos danzarán
las manos tejedoras.
La caricia húmeda hendirá
secretos oscuros

El baile de las lenguas
desbocará a los protagonistas
de la historia,
ella alcanzará la cima,
él aguardara su venida,
juntos beberán la ambrosía
del día que termina.


Anasella Acosta

Soldadera 136

Artes Extremos y otros excelsos I


Hay las bellas artes, y también hay unas no tan bellas artes que sin embargo requieren mucha creatividad e ingenio. Frente a las Bellas Artes como la poesía, la música, la arquitectura o la pintura, siempre ha habido una serie de artes menores, que estarían ligadas directamente a la impresión de los sentidos erróneamente considerados menores como el gusto, el olfato y el tacto, como por ejemplo la perfumería y la gastronomía. En tanto forma de expresión, el arte transmite ideas, sentimientos, afectos, percepciones y sensaciones. Antaño el arte se solía asociar a la belleza. Pero desde el surgimiento de la modernidad, el arte ha emprendido una exploración sin retorno hacia lo desconocido: se abisma en lo sublime, feo, siniestro, anómalo, grotesco, desagradable, antiestético. Aunque quizá desde siempre ha estado en el corazón de la creación humana esa alteridad que persigue la belleza como sombra oculta.
Ahora que el concepto de arte se ha ampliado hasta difuminar sus límites, lo no artístico es una de las principales fuentes del arte. Las obras de arte son provocaciones con las cuales polemizamos, nos inquietamos, nos exasperamos más que explicárnoslas.
Antes se buscaba la verdad detrás de las apariencias, ahora, en la obra y experiencia artísticas, ya no hay más contenido de verdad ni juego de esencia, puede haber finalidad o intención, pero eso ya no cuenta en absoluto. La experiencia, la recepción y relectura de la obra, sustituye a la obra. El arte ha dejado de traducir una realidad metasensible, ahora si hay una espiritualidad es la de la experiencia cotidiana.
Y sin embargo, ya estamos muy lejos de la modernidad estética de las vanguardias, hoy el arte no más un juego, una provocación subversiva. La transgresión cotiza en la bolsa de valores. La sociología de la vida cotidiana nos ha mostrado que el placer estético se relaciona cada vez menos con la intensidad y la diversidad de sensaciones naturales que con las intensificaciones y aprendizajes culturales hegemónicos. Desde el mercado, la política y la cultura, el gusto ha sido deconstruido como categoría estética neutral. Y en este contexto, la genialidad de la mercancía ha despertado la lámpara maravillosa del genio de la simulación. Repetición demencial de formas y gestos, el arte contemporáneo se recicla, se regodea en sus propios residuos. Exhibe la banalidad absoluta de una obscenidad cotidiana. La pornografía es nuestro consumo diario, o en palabras de Jean Baudrillard: “La imagen ya no puede imaginar lo real, puesto que ella es lo real; ya no puede trascenderlo, transfigurarlo ni soñarlo, puesto que ella es su realidad virtual. En la realidad virtual, es como si las cosas se hubieran tragado su espejo. Al haberse tragado su espejo, se han vuelto transparentes a sí mismas. (Esto se debe a que) los simulacros dejan de ser simulacros y pasan a tener una evidencia material; son fetiches completamente despersonalizados, desimbolizados y, sin embargo, de intensidad máxima, investidos directamente como médium. Es aquí donde nuestros objetos más superficiales y esteriotipados recuperan tal vez un poder exorcizante similar al de las máscaras sacrificiales” .
Siguiendo a Baudrillard, podemos decir que el arte contemporáneo se retrotrae sobre sí mismo: Cita, simulación, reapropiación, el arte actual se dedica a reapropiarse de manera lúdica, kitsch, de todas las formas y obras del pasado, cercano, lejano y hasta contemporáneo. A semejanza de la historia, el arte fabrica sus propios cestos de basura y busca redimirse en sus deshechos. El arte actual explora de forma radical la insignificancia de todas las cosas y experiencias. Los autores hoy contribuyen con sus imágenes a la insignificancia del mundo, incrementando su ilusión hiperreal. La gestión y la inmortalización de los desechos incorporan la simulación como realidad primera. Ahora, “el arte en su conjunto no es más que el metalenguaje de la banalidad” .
Superficialidad y banalidad estética, el arte huye a toda prisa de lo artístico. Si todo puede ser arte, nada singular lo es. El mercado del arte y la economía de consumo estético crean una experiencia transitoria de lo no artístico, de lo no estético. Se juega con los umbrales, pero ya no se tiene el gesto de transgresión de las vanguardias sino su repetición cansina o, en el mejor de los casos cínica.
La crisis del arte tiene efectos positivos, pues nos ha mostrado la impostura de hacer del arte un sucedáneo de la religión en un mundo secularizado. Por ejemplo el arte corporal ya no está en el arte o en la estética sino en la cultura posthumana de cuerpos artificiales. De las caderas y pechos, pasando por la clonación, al cambio de sexo, la tecnocultura del cuerpo es la verdadera vanguardia del arte corporal. En todo caso, el arte no escapa al cansancio generalizado de Occidente, a su repetición tragicómica. La autorreferencialidad del mundo contemporáneo hace que el arte devenga otra cosa que disuelve su diferencia en un espejo de identidades indiferenciadas e indiferentes. ¿No sería en este gesto de devenir lo otro, donde el arte ha encontrado una deriva imperceptiblemente creadora, anónima, y sin embargo: anómala?

Sigifredo Esquivel Marín

Soldadera 136

Max y el Jazz

¿Qué nunca has escuchado a Nina Simone, Duke Ellington o Charlie Parker ? Me preguntaba mi amigo Max con ojos de asombro mientras se fumaba su sexto cigarro. Estábamos en uno de esos restaurantes italianos del centro, comiendo pizza, tomando naranjadas y la tarde apenas punteaba para ser maravillosa. La pregunta flotaba en esa atmósfera culinaria de especias y queso y la respuesta se escondía nerviosa tras un labial cremoso del color de las malvas en primavera… escuchábamos jazz.
Busca Feeling Good, esa canción es clásica me decía Max mientras me la tarareaba y yo descubría que Muse la había hecho un cover. Luego de unos días, al escuchar la versión de Nina Simone me enamoraría de su voz para siempre y he de decir que nadie puede morir sin haber escuchado antes la melodía titulada Strange Fruit.
A Duke Ellington lo habría de conocer un mes después de la partida de Max; lo encontré en ‘La Espuma de los Días’ de Boris Vian, siendo el encargado de musicalizar ese libro con una balada de nombre Chloé la cuál no he logrado conseguir por ninguna parte más que en universo que Vian sugiere, llena de nubes rosas y flores, nenúfares en los pulmones; es difícil imaginar una historia de amor sin un piano de fondo o sin un final fatal. Sin embargo no podemos dejar de escuchar Take the ‘A’ train y Rhapsody in blue, me parece que aún nadie las ha elegido como tema principal en su vida amorosa y son magnificas opciones.
Durante la estancia de Max en la casa amarilla, en uno de esos días que la gente quiere comer dulces y no hacer nada, hube de sacar a relucir mi repertorio de películas entre las que escogimos el ‘Naked Lunch’ de David Cronenberg (el libro de William S. Burroughs adaptado para el cine); fuimos trasportados a Interzone bajo un exótico sonido de saxofón y trompetas. Tienes que escuchar a Charlie Parker me dijo Max al final del filme. Anthropology y Summertime son mis favoritas de Parker.
No sé si haya quien pueda expresar lo que el jazz sugiere, lo delicioso que es escucharlo derretirse entre los dedos o hipnotizar nuestros cuerpos entrecortando alientos y producir esos movimientos desconocidos que sólo en la oscuridad ocurren en compañía. No sé si baste un buen amigo como Max para soplar la magia del jazz en unos días de invierno o luego de un tiempo nos descubramos bailando inconscientemente bajo una tarde de syrup, escuchando a Parker, Ellington y Nina Simone mientras alguien nos besa mucho.

Citlaly Aguilar Sánchez

Soldadera 136

Febrero 10-08

Hoy, merced al despertador, me levanté temprano. No le quite la alarma de las 7 AM. Ayer leí algo del Diario londinense, lo hice mientras miraba una película de Julia Roberts. El interés por John Boswell lo mantengo, porque siendo contemporáneo a los primigenios masones ingleses, me atrae la idea de que él haya convivido con algún francmasón; todo por la coincidencia del tiempo/espacio. Aunque ahora miré el libro para localizar el pasaje que intuyo es la base de la historia de la mente (en singular) de un individuo. Es curioso, y hasta puede ser forzado, pero el pasaje sobre el que asumo el indicio de que el Diario es también una autoficción moderna, es del día 11 de febrero (1763): “En este día no sucedió nada que merezca la pena anotarse en mi diario. Pasó imperceptiblemente, como la vida entera de más de una existencia humana”.
Anoche salí de minimarcha. Gary cumplió años, lo celebró en el Coronel. Ahí saludé a Roxana Herrera y volví, como cada vez que le veo, a tomarme un par de imágenes con ella. Llegué con Ricardo –antes bebimos cerveza en un par de lugares clásicos de Localia-. Pese al ruido del lugar, platique con una alumna de Letras –que apenas conocí-. Ella me preguntó de si yo era el profesor de historia, el que estudia a los escritores zacatecanos del siglo XIX. Y por enésima ocasión respondí que no. Que no soy ese. El es Marco Antonio Flores. Pero le dije lo que sé de él –lo hice para continuar con su compañía-. Le comenté que él es un vejete pedante e intratable. Para enfatizar le pregunté si le conocía un amigo de antes, pues sólo le sabía de reuniones con profesores que fueron estudiantes y alumnos recientes; todos ellos con aspiraciones a ser escritores profesionales. Son, porque los he visto, lectores de autores europeos y con los vínculos tradicionales con el sector cultural del gobierno, hecho que los coloca como los actores permanentes de la cultura impresa en Localia. Le seguí con los detalles de su estancia en el CIESAS Guadalajara, para estudiar antropología social, y lo que es angustiante para mí: que asistiré a su taller de historia de los impresos y sus lecturas en el México decimonónico. Le insistí: lo conozco y no soy él.

II
[Quizá, por que tienes que viajar ese día, no escribes en la libreta que entre ese profesor y tú, no existe la posibilidad para emprender la estrategia del Triple autorretrato (1960) de Norman Rockwell: ver, mirar, dibujar, uno al otro, mientras un tercero –que es alguno de ustedes- inscribe los diálogos en un texto.]
Entendido que el traslado a La Trasquila se hace en más de tres horas, metió a la mochila dos revistas EPS. Las revisó con detenimiento en el autobús que lo llevó a Fresnillo. Conforme leía, al impreso le asentó marcas para indicar los pasajes que atrajeron su atención.
Afuera de la estación de autobuses de Fresnillo abordó la camioneta que lo llevaría al pueblo. El vehículo era una vetusta “troca” de los ochenta, de las de tres toneladas. En ese transporte no leyó, pero se previno para mirar. El camino subía y bajaba. Al ser La Trasquila un pueblo existente, al ir se baja. En el transcurrir por el camino, miró que el escenario no tenía cambios sustanciales. Se mantenía conforme a la descripción que le hizo Albert Gilliam –el correo ocasional entre José María Bocanegra, Fernando Ramírez y Antonio Castrillón-: “observé que mi día de viaje previo me había llevado a un país templado, pues muchas de las casas del lugar tenían verjas de grandes órganos. Esta es una especie del nopal que no sólo es bella de admirar sino que constituye una rareza del mundo vegetal. Es de un color verde oscuro perfecto y se alza del suelo como una sólida columna, de tamaño uniforme, alcanzando con frecuencia una altura de veinte pies. Regularmente se bifurca, de la base a la cima, con la exactitud de la línea, la regla y el compás del artista. El maguey también florecía aquí…”
Llegó a La Trasquila a las doce del día. Sin desperdiciar tiempo, caminó directo a la casa familiar. A esa hora el visitante era el último individuo que esperaban en la reunión –que por ser de índole privada, no aludiré los temas que allí trataron-. Lo que si puedo decir es que el visitante no atendió con cuidado las conversaciones, sino que se entretuvo mirando el viejo edificio. Observó que no había más muros caídos; que los derruidos seguían abajo y eran los mismos de cuando dejó el lugar.
A las 7 PM concluyó la reunión. Pero previo a salir del edificio –en cuyo frontispicio tiene inscrito el año de 1810-, fue a uno de los cuartos que se mantenía “en pie”. Acudió para procurar los libros en los que aprendió a leer y escribir. Y sí, ahí estaban las cajas de cartón con los libros de texto gratuito para el quinto año de primaria.

Marco Flores

Soldadera 136

RETORNOS Y VENGANZAS: DE LA BARBERÍA AL ORFANATO


Un par de films que plantean sendos regresos de los personajes protagónicos a lugares que los marcaron de por vida, aún cuando ellos no lo supieran. Dos formas de mirar el terror: con salpicadas de musical y con eje argumental dramático. Veamos.

SWEENEY TODD: EL MUSICAL SE TIÑE DE SANGRE
La venganza no redime, subyuga. Por eso el barbero londinense Benjamin Barker mantiene todo el tiempo, desde su regreso del injusto exilio al que fue remitido, el gesto adusto, descompuesto y desencajado, aún cuando canta. El espíritu vengativo se ha apoderado de su alma y los ojos lo reflejan: la mirada no está puesta en algún lugar, sino en el vacío de quien lo ha perdido todo, incluso el gusto por el dulce revanchismo de ver a su victimario convertido en presa de sus dotes afeitadoras. Ya es demasiado tarde para sentir algún tipo de satisfacción.
Basada en la comedia musical de Sondheim/Wheeler de finales de los setenta (que retoma el cuento publicado en 1846), con guión de John Logan (El aviador, 04) y dirigida por, quién más, Tim Burton, Sweeney Todd: el barbero demoniaco de la calle Fleet (EU, 07) es una estilizada cinta gore con salpicadas de musical –y no al revés- en la que seguimos la desventura de un apacible barbero londinense (Johnny Deep, quién más) despojado de su esposa e hija por el maloso juez Turpin (Alan Rickman), y enviado lejos de ellas durante quince años.
A su regreso, ya con mechón cano y ojos circundados por ojeras permanentes, sólo mantendrá el interés vital a partir de buscar venganza y agarrar parejo a cuanto cliente se aparezca, siempre con la complicidad de una pastelera enamorada (Helena Bonham-Carter), dedicada a transformar la materia prima que produce su amado, y ahuyentando a una locuaz pordiosera ambulante, mientras que un joven marino (Jaime Campbell Bower) se esfuerza por salvar a la hija del barbero (Jayne Wisener) de las garras del envejecido juez, acaso también vacío a pesar del poder que aún ostenta.
En la línea de La leyenda del jinete sin cabeza (99) y El cadáver de la novia (06), aunque dando un giro aún de mayor violencia en comparación con la primera, y tiñendo de grises el ambiente, acaso en la contraparte de El joven manos de tijera (90), Burton se mueve como El gran pez (04) en un Londres hiperrealista y monocromático que sólo se permite cierto colorido con el rojo de la sangre y en las ensoñaciones familiares de la repostera con niño incluido, ubicadas en un mundo feliz y lleno de luz, a excepción de, otra vez, el gesto de su pareja, siempre sombrío.
A pesar de que la narrativa no fluye de igual manera a lo largo del relato, la combinación de las canciones –ese recorrido ofreciendo una afeitada ante personas inmutables- con las secuencias de los asesinatos –esas caídas de los cuerpos inermes- le dan un justo tono macabro con todo y el canibalismo involuntario, que contrasta con la idea de musical que predominó en los años treinta, de la celebración ya conocida, a la intensidad de Cabaret (72) de Bob Fosse y al drama explícito como en Bailando en la oscuridad (00) de Von Trier, pasando por el género criminal visto en Chicago (02).
Las contadas coreografías ceden protagonismo al imponente diseño artístico, a la fotografía como en tinieblas y, por supuesto, a la sangre derramada a borbotones: de la teatralidad de la fuente original, nos trasladamos a una propuesta puramente cinematográfica en la que bien se aprovechan los diversos recursos visuales tan a la mano como la navaja de afeitar del barbero poseso, ya con una sed de venganza imposible de saciar, por más gargantas que corte, incluyendo la del amenazante competidor (Sacha Baron Cohen).
Se agradece que un director tan consolidado como Tim Burton siga aceptando riesgos: con un pie en terreno conocido (el lado oscuro del mundo) y el otro en campo por descubrir (el musical con todo y sus lógicas), ha logrado seguir avanzando con una obra que al mismo tiempo puede cautivar o causar repulsión; emocionar en su dramatismo u obligarnos a voltear la mirada; involucrarnos con sus personajes des-almados o mantenernos ajenos a ellos. Ahora sabemos que esto del canto y la venganza, se lleva en la sangre.

EL ORFANATO O CÓMO REVIVIR LOS JUEGOS DE LA INFANCIA
Con una secuencia introductoria en la que unos niños juegan de manera despreocupada en un jardín, mientras se revuelven en el aire pequeñas partículas y que pudiera recordar a la libertaria y poética Cero en conducta (33) del breve maestro Jean Vigo, El orfanato (España-México, 07) recupera este espacio institucional infantil de abandonos y encuentros donde pueden convivir diversas realidades, de acuerdo a los mundos imaginados por los niños o por las realidades contrastantes que ahí se desarrollan.
Una de las niñas es adoptada mientras que el resto permanecerá ahí acaso más allá de la propia existencia corpórea. Años después, en una decisión del guión discutible, la niña vuelta madre y esposa (Belén Rueda) decide trasladarse ahí mismo para convertir el viejo orfanato en una especie de centro de atención para niños con algún problema de discapacidad (habilidades diferentes reza el falso eufemismo). Su esposo es médico y su hijo padece una enfermedad severa, además de tender a conseguirse amigos imaginarios.
Como sucedía en El resplandor (Kubrick, 80) el trío familiar se asienta en un sitio poblado de historias y secretos que se irán develando con parsimonia y consistencia, uno de los aciertos del guión, potenciados por la aparición de una extraña anciana que no dice ser quien es pero que estará involucrada con parte de los sucesos que aún se mantienen entre las paredes: cuestión de creer para ver más allá del tapiz, como bien se plasma en la presentación de los créditos iniciales.
Auspiciada por Guillermo del Toro regresando a El espinazo del diablo (01) y dirigida con firmeza pausada por J. A. Bayona, la cinta se centra en la culpa materna dentro de un contexto sobrenatural y en cómo la condena a repetir pasados se presenta en los momentos menos pensados. Un cuidadoso manejo de la cámara, salvo en ciertas secuencias que se opta por la cámara en mano, permite que los desplazamientos nos introduzcan por los diferentes recovecos de la vieja casona, casi siempre evitando el sustito facilón y desarrollando paulatinamente la tensión vivida por la madre, más allá de la desperdiciada presencia del personaje del padre.
Como en el juego de la búsqueda de tesoros, estamos ante una historia que se va concatenando a partir de pequeños hallazgos y claves encubiertas, jugando con variedad de tonalidades y con el contraste entre la oscuridad, por momentos total, y la luz, cual elemento que termina por esconder más de lo que deja ver. Las imágenes se integran en exteriores e interiores para no perder el contexto y no dejar de incidir en lo que sucede, o más bien sucedió, en el orfanato.
Tanto los encuadres abiertos como los que nos muestran el rostro de la madre, enfatizan los diferentes planos de una historia cimentada en el pasado y cuyos efectos se van develando siempre en referencia con aquél. La banda sonora, tanto la música como los efectos de sonido, juegan un papel esencial en la puesta en escena: el terror entra por los oídos para instalarse en el imaginario, a pesar de la tranquilidad aparente de la pareja tocando el piano. Bayona, un buen alumno de la tradición del género, entiende que el miedo pasa más por lo que se escucha que por lo que se ve y aunque de pronto recurra a ciertos clichés (la incredulidad de los padres, la necedad de las autoridades, la presencia rechazada de expertos en materia paranormal), consigue crear una obra por momentos inquietante, sobre todo por la dimensión dramática del relato, quizá más que por la del horror.
Queda la búsqueda incansable de una madre, lidiando con las culpas y el abandono del resto, para encontrar al hijo perdido, así sea necesario romper con los propios esquemas y creencias. Cierto, es una labor que se hace en solitario y recurriendo a los episodios más dolorosos que se puedan haber experimentado. El faro podrá volver a iluminar, el espantapájaros se podrá erguir una vez más y el mar crecerá irremediablemente: habrá que recordar los juegos de la infancia para dar cuenta de los detalles que nos lleven al redescubrimiento personal y, de paso, a la liberación eterna.

Fernando Cuevas
Nos leemos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Soldadera 135, domingo 30 de marzo 2008

Poema para un hombre, que es mi abuelo y ya no podré
abrazar.


Mejor léase mientras se escucha: Cruz de olvido/Los Dandy´s

¨…Cuando niños hacemos prometer a nuestro
padre, que nunca morirá…¨
Tío Raúl

A: Miguel Galaviz Fernández, Mi ¨ Jefe¨
I

Hoy,
hemos visto el único Apocalipsis posible,
hemos echado al fuego
nuestras propias cenizas,
para que se confundan
con la terrible música de tu ausencia,
la imposible noticia de tu muerte,
Jefe

II

Ayer,
pude sostener todavía una hermosa plática
con usted.
ya estaba muerto,
pero pude leer en sus labios
todas las voces que ya no podrán ser.
,
sin embargo,
no puedo creer siquiera en mis palabras,
no estoy en absoluto seguro
que me pertenezcan,
no estoy seguro de nada
(tal vez no quiero estarlo)

III

Hace unas horas
mi padre, despertó llorando
pero debiera usted verlo Jefe,
su tristeza es tan hermosa,
que me arranca lágrimas invisibles,
es mi padre,
es su hijo,
usted me entiende.

IV

Mienten los que dicen que la muerte
es silenciosa,
mienten los que afirman
que acaba con todo,
mienten,
es
un estruendo insoportable
en la levedad de nuestras almas.
,
soy el más grande y torpe
de los mentirosos
cuando pienso que está usted muerto Jefe;
mentimos todos.


V

Lo extraño, Jefe
¿Cómo podría no hacerlo?
Si hemos hecho tantas cosas juntos
plantamos un árbol,
viajamos,
lo vi pescar,
me vio pelear,
cantamos,
nos abrazamos,
lloramos,
me llamó la atención,
hicimos tantas cosas,
aprendí tanto…
,
que le ofrendo a usted en
este desafortunado intento de poema,
el fragmento que elija
usted
de mi corazón,
tómelo, por favor
no es de nadie más
sino suyo
,
creo
que
ya no lo necesito.

Roberto Galaviz Avila
/A toda mi familia, gracias/

Soldadera 135

TEDIUM VITAE

¿Por qué escribir sobre revistas y no sobre zapatos? En realidad no lo sé y aún hoy me parece muy buena pregunta… ¿Por qué? Me lo preguntan a veces en la calle, y la cuestión es resuelta con un ‘porque’. Pero al hacer una comparación entre revistas y zapatos me he quedado casi sin habla; son dos conceptos tan difíciles como encantadores de relatar.
Quisiera dar una justificación, una buena. Es de noche, no hay café en el frasco ni cucharas limpias y todo sigue pasando de moda al lado de los pantalones acampanados. Esta columna se llama ‘Revistero’ por ser un deposito en el que una gran variedad de publicaciones hacen presencia cada quince días y ahora es el tiempo de Tedium Vitae la revista de libros de Guadalajara, es decir, reseñas, notas, casos por demás tentadores en cuanto a lecturas y autores, novedades y claro, debo hacer mención del hecho inexorable de que esta revista tiene una presentación un tanto parecida a la de un periódico por lo tanto es genial ver en muchas esquinas caricaturas de papel con ese humor característico.
Hablemos de revistas con títulos en latín y formatos alargados de letras amarillas y rojas que contrastan al diseño azul monet de la portada; les diré que combinan con todo: desde el día más chillón hasta el que brilla con lluvia en las banquetas. Tedium Vitae y sus libros en el interior van acompañados de una charla sobre poemas, acerca de Borges o de la Biblia.
Hoy sin café, desgastada como sabanas de nylon que se compraron en 1990, como pantalones de campana sin zapatos de plataforma, escribo sobre Tedium Vitae, hablo de revistas porque me gustan, porque las hojas no pueden ser eternamente blancas y hay aún mucha tinta para dibujarles agujetas.
No tengo respuestas acerca de la línea maniquea entre las revistas y los zapatos, no tengo más que frascos vacíos y agua caliente en la taza que me observa escribir esto: no tengo razones. Sólo sé que mientras los zapatos me dejan plantada a través de la moda, el revistero se sigue llenando de publicaciones.

Citlaly Aguilar Sánchez

Soldadera 135

SOY LEYENDA: CONVIVIR CON LA SOLEDAD O EL FIN DE LA ESPECIE

En aras de buscar un filón con mayor potencial comercial o hacer la historia más accesible y de acuerdo a las expectativas que un sector del público genera, las adaptaciones fílmicas de cuentos o novelas pueden dejar de lado elementos sustanciales o, incluso, olvidarse del espíritu del texto literario. Aunque se trata de dos lenguajes distintos, sabemos que un buen guión adaptado es aquél que justamente consigue reconstruir, a partir de otros códigos, la esencia de una historia.
Un ejemplo que tenemos a la mano es Soy leyenda (EU, 07), filme dirigido por Francis Lawrence (Constantine), que funciona mejor desde lo visual que desde lo argumental. Hemos visto en repetidas ocasiones que el cine de ciencia ficción conjuntado con el de horror es un terreno resbaloso: así, pareciera que el film está más cerca de obras como Exterminio o El regreso de los muertos vivientes, que de su contraparte literaria en la que abundan subtextos relacionados con la condición humana.
La tercera adaptación del clásico de 1954 de Richard Matheson, autor de El hombre menguante, después de El último hombre en la Tierra, (64) y El hombre omega, (71) plantea un promisorio arranque y un adecuado desarrollo, pero falla en la resolución a partir de la aparición de la mujer y el niño, sobre todo si comparamos la perspectiva pesimista e inquietante de la novela con el simplón desenlace del film, cayendo en convencionalismos muy propios de las películas de los grandes estudios.
Mientras que en la novela el personaje de Ruth es fundamental y poliédrico, en la película carece por completo de matices, restando por completo todo el potencial reflexivo en torno a las especies y al nuevo orden -que aparecen en el libro- y a la relación que establecen ambos, mucho más intensa que lo que alcanzamos a visualizar en la cinta. “Neville miró los nuevos habitantes de la Tierra. No era como ellos. Semejante a los vampiros, era un anatema y un terror oscuro que debían destruir. Y de pronto, nació la nueva idea, divirtiéndolo, a pesar de todo” (p. 180)
En efecto, la complejidad y profundidad del texto original se pierde en esta versión que busca responder a una visión innecesariamente triunfalista, acaso contextualizada y provocada por el 11 de septiembre y con una mirada heroica de carácter celebratorio. Se entiende que se limiten las disertaciones científicas, aunque se extrañan ciertas explicaciones que vinculen la secuencia de la entrevista inicial a la doctora que ha encontrado una cura contra el cáncer (Emma Thompson), con la posterior presencia del virus transformador.
Al estilo de la Amenaza de Andrómeda, la humanidad ha quedado devastada: en Nueva York hay un sobreviviente (Will Smith, en su mejor interpretación sosteniendo toda la película), cual versión de un Robinson Crusoe en la isla de hierro y asfalto. Sólo es acompañado por su perra negada a comerse sus vegetales y pasa el tiempo esperando algún contacto humano, persiguiendo venados, experimentando con ratas, acumulando víveres, hablando con maniquíes, cuidándose de una especie de zombies-vampiros y lidiando con los recuerdos de su familia. Bob Marley, por su parte, suena cadencioso e iluminador.
Gracias a la eficaz puesta en escena, el manejo versátil de la cámara, la puntual inserción musical y la construcción de escenarios (ese Nueva York inundado por la ausencia), pronto nos vemos inmiscuidos en la peculiar circunstancia del protagónico, por momentos rayando en la demencia pero aún manteniendo la esperanza sobre un futuro que le permita a la especie empezar de nuevo: cada amanecer invita a conservar las expectativas de vida que siempre se verán acechadas con la llegada de la oscuridad.
Con todo, los momentos de dramatismo, humor y tensión se entreveran con equilibrio y mantienen durante un buen tiempo el interés y hasta la empatía del espectador, acaso imaginándonos como seres solitarios, luchando contra nuestra propia naturaleza gregaria en un entorno ruinoso construido por nuestros ancestros: ahí queda la discusión sobre los inescrutables designios divinos y las mutaciones no sólo corpóreas, sino sociales y afectivas.

Fernando Cuevas
Nos leemos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Soldadera 135, domingo 24 de febrero 2008

[Febrero 9 de 2008]

Inicias la lectura de los periódicos muy tarde. Lo haces después de las cuatro pm, cuando en Europa, e incluso en México, las redacciones de los diarios tienen formadas las secciones blandas de los impresos; que son las que aparecen en los días por venir. Ante ti están las hojas escritas de dos o tres días atrás. Lees acompañado del televisor, donde transmiten Notting Hill.
[Quizás la historia romántica inglesa no le interesa lo suficiente. Lo que marca al lector, para tenerla en el ambiente, es la coincidencia de tener la película que miró el día compró el diario de James Boswell. El libro, desde que lo leyó, se configuró en uno de los referentes para situar las formas de reunión de los ingleses dieciochescos –los contemporáneos a las primigenias logias-. Por eso colocó el volumen en la bibliografía que utiliza para redactar la tesis.
Justo cuando es reproducida la cena de los hermanos, y pese a ser la secuencia que más le atrae, fue al librero para sacar el Diario londinense. Lo primero que ojeo fueron los pasajes subrayados con color sepia: “De vez en cuando le había mencionado mi diario. Esa noche le leí un poco. Sin duda, está escrito de un modo muy descuidado, cosa que mencionó sin reparos, y dijo que yo podía adquirir el hábito de escribir de esa manera, de modo que sólo me serviría para aprender un estilo desaliñado. Me aconsejó que me esforzara más con el diario, y que le diera utilidad haciendo de él un buen método para practicar la escritura, para hilvanar frases y ejercitarme en distintas clases de expresión. Está muy en lo cierto. En el futuro me mostraré más atento, y antes haré poco y pulido, que mucho descuidadamente…”
La acción fue interrumpida cuando llegó un mensaje al teléfono –una invitación para acudir a un cumpleaños-. Respondió con el “Sip”.]
Por cierto, en la mesa no pones nada para beber, pues antes de llegar al departamento acudiste a la atestada (hoy no tanto –por la hora-) cafetería del bulevar. Pides, como es tu costumbre, previa al almuerzo, agua con gas. Ella pidió crepas. ¡Ordena eso, pese a la hora! En el transcurrir platicaron del Emilio y de las posibilidades de viajar por estos días (hablaron del mes de abril). Nada concretaron. Al salir entraron a la tienda de bisuterías –la que está en el pasillo del estacionamiento-. Lo hicieron para preguntar por el edredón con imágenes religiosas.
La lectura que ejerces en los periódicos es inicialmente decimonónica: ubicas la sentencia/título, y si es de tu interés, prosigues con el cuerpo de la nota. En ¡hey! revisas la cartelera del 22 y Tvunam, luego la nota sobre François-Henri Pinault (el dueño de las librerías fenac). Tras leer, lo del esposo de Salmita, pasas dos páginas. Vas al resumen –muy malo, por cierto- que hizo la redacción del suplemento sobre el reportaje, que apareció en US Weelky, acerca del vestuario de Hillary Clinton.
[En el transcurrir de la lectura señaló, con una flecha, el párrafo cotextual que no destacaron en los disparos del suplemento de Milenio: “Hace apenas unas semanas, Hillary Clinton despertó la ira de la prestigiosa editora de la revista Vogue, Anna Wintour, al renunciar a aparecer en la portada de la edición estadounidense por miedo a la imagen que pudiera proyectar durante la campaña electoral”. No es necesario aclarar que al lector le atrae más la ex primera dama que Obama.]
A las 6:47 pm llega otro mensaje: “Stoy cd. tienes plan???”. Respondes con otro evidentemente: “Sip”. Extraes la frase de la plantilla. Al enviar el mensaje, reparas en la posibilidad de que el receptor piense que tienes otras labores. De inmediato le envías otro mensaje, para que sepa que estás en Localia y que pueden organizar algo. Prosigues con la lectura. En Milenio lees, con relativa detención, las columnas sabatinas: Carlos Puig, Rosario Robles… El hojeo y la lectura que siguen a los otros diarios es ágil. Ubicas el texto que aborda el tallaje de la ropa y la necesidad de tener nuevas medidas, pues “las actuales son de 1972. Los consumidores piden una norma legal, y no una autoregulación”.
[El lector recuerda entonces el artículo que aparece en el número de febrero de Este País, el de la percepción del cuerpo en la era del neoliberalismo. Duda en anotarlo en la lista de compra electrónica de estos días o en la que elaboras para adquirir otros impresos -el problema para esta acción es que todavía no la colocan para su venta en las cafeterías de Slim y en la del bulevar. Permanece todavía la del artículo de Edgar Morin.]
Pese a ser sábado, a las 7:45 pm dejas los periódicos. Pues una llamada por el teléfono fijo es la que interrumpe la lectura. La persona que habla en el otro extremo del circuito, avisa que llegará en un par de minutos. Cierras los impresos. Lo haces sin retirar las hojas que señalaste para recortar. Mientras llega la visita, enciendes el ordenador para ojear el artículo que redactaste acerca de las elecciones en la Universidad. Lo consideras pasable; es, finalmente, un texto efímero más.
Marco Flores



Soldadera 134, domingo 17 de febrero 2008

PETER BJORN AND JOHN: EL SOL SALE PARA TODOS

El sol también se aparece, aunque sea de vez en vez, en Suecia. Lo supimos cuando hace ya algunos años, un grupo con nombre palíndromo que sólo empleaba las dos primeras letras del alfabeto nos llenó los oídos con un delicioso pop que bien nos podía hacer saltar a la pista de baile. En efecto, ABBA inició una tendencia musical más desenfadada en aquel país cuyas manifestaciones culturales más bien tendían al drama intenso.
Así es como, junto con un rock pesado de alcances terroríficos, en Suecia sobrevive un pop luminoso, inteligente y de una frescura capaz de alumbrar las prolongadas oscuridades y derretir los fríos invernales. Quien levanta la mano es el trío cuyo nombre carece de una coma, Peter Bjorn and John, cuya principal virtud se encuentra en la habilidad melódica siempre pegajosa pero nunca fastidiosa, muy recomendable para cambiar el rostro angustiado por otro más bien sonriente y despreocupado.
El trío se formó en Estocolmo hacia 1999 con Peter Morén en la vocal, armónica y guitarra; Björn Yttling en el bajo, teclados y voz, y John Eriksson en las percusiones, batería y también vocales. Con cierto barroquismo a la Beach Boys y un pop sesentero actualizado con elementos de la new wave ochentera, empezaron a aparecer en algunas recopilaciones que los dieron a conocer en su tierra y alrededores, subiéndose a la ola del indierock, que tanta atención empezó a merecerle a las voraces compañías, hoy viviendo una crisis evidente.
Algunos sencillos pavimentaron el camino para la aparición de su homónimo álbum debut en el 2002, una obra discreta que los empezaba a colocar en la escena del pop europeo. Le siguieron los EP´s 100 M Of Hurdles y Beats, Traps and Backgrounds, como antecedentes de Falling Out (04) su segundo largo que denotaba mayor creatividad y una idea lo suficientemente clara de cuál era su lugar en el mundo del pop. Con esta obra se dieron a conocer al otro lado del Atlántico y se integraron a la irrupción de grupos de aquellos lares como The Concretes, de tendencia casi pastoral, The Shout Out Louds y The Legends.

MÚSICA DE LA COTIDIANIDAD
Este recorrido ascendente continuó con el espléndido Writer´s Block (07), considerado uno de los mejores discos del año pasado en el que la facilidad melódica, al tiempo compleja, se desgrana en estructuras armónicas e instrumentales vigorosas, llenas de matices y detalles que se van descubriendo conforme se pone mayor atención en la escucha de cada uno de los temas.
Después de una breve introducción de la canción titular, Objects of My Affection irrumpe con un arranque de guitarra electroacústica y una marcha de batería, que nos despierta de inmediato y nos coloca en el estado mental de reconocernos más vivos. Un chiflidito como que no quiere la cosa antecede el diálogo de Young Folks, canción que se te pega en la cabeza sin siquiera avisarte, con todo y la participación de Victoria Bergsman, voz amiga de los mencionados The Concretes.
De ahí nos vamos de turistas: Amsterdam nos invade con ese medio tiempo entrecortado y Paris 2004 nos conduce irremediablemente a uno de esos momentos románticos que de tan comunes, se quedan en la memoria: el anillo del compromiso quedará pintado por mucho tiempo y se recordará cada vez que tomamos un croissant por la mañana aún en la tibieza de la cama.
En Start to Melt consolidamos el romance con una instrumentación machacona y convincente, mientras la vocal de John se asume como portadora de cierta tranquilidad, aunque en Up Against The Wall volvemos a estar en una situación poco controlada, que contrasta con la desnudez y simplificación de recursos que de pronto se nutren por la incorporación de efectos sonoros. Una guitarra gorda se desgrana en Let´s Call It Off, donde queda claro que conviene dejar algunas cosas sin explorar, tal como lo plantean los autores a tres voces.
Con el shh shh shh y un inquieto bajo, The Chills se articula como a la distancia, en donde caben los juegos vocales y cierta evocación, dejando que el optimismo lírico vuelva con Roll the Credits, renuente a explotar vía la guitarra que funge a manera de contención, incluyendo las campanas tubulares. El álbum cierra con el folk de Poor Cow a manera de pausada reflexión sobre el fin de la historia personal, cuando ya nada importa y mucho menos lo que se quería vender como tal.
El trío sueco se presentó el sábado 26 de enero en el Lunario del Auditorio Nacional en la Ciudad de México: buena alternativa para ver a un grupo en su momento y descubrir que, más allá de las lejanías, somos mucho más parecidos que lo que suponemos, sobre todo si pensamos que el sol sale para todos.

Fernando Cuevas
Nos escuchamos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

Soldadera 134

No te confundas,
no se trata de amor.


Mejor léase mientras se escucha: Bonita/ Tin-Tan


No te confundas,
no se trata de amor
(al menos, no de amor eterno)
no me interesan
en absoluto tus últimos años

tampoco estoy seguro
de estar dispuesto al ruido
de tus últimos días;

/al musical dolor de tu agonía/
,
no quiero asistir.

prefiero hacer de tu imagen
un estruendo.,
un soplo de coincidencias.,,
que
me aterren.,,,
que me desvíen
de lo inconvenientemente
necesario
de lo aparente y lo terrible

me interesa de ti
sin embargo,
el momento justo
de tu partida;

tengo tantas ganas de decirte
adiós.,
que precipita mi deseo
de arruinarme
en estas líneas

(no me arrepiento que lo sepas)

me encanta imaginar
que te alejas
y observarte,
como quien se obstina
en dedicarle epígrafes
a la absoluta nada.

Roberto Galaviz Avila

Soldadera 134

MIS OJOS desahijan partes
de tu cuerpo para guardarlas en mi tobillo izquierdo.

Una tras otra, salen a borbotones mezclándose con
la miseria de miseria de mis manos despeltradas;
con mi boca,
vacía de tu lengua
llena de tu sombra ausente.

Creo que guardarlos en el tobillo me ayudaría
a olvidar
más
fácil
que
tu
mano ya
no está en mi pecho.


Quizá, con un poco de suerte,
pueda tirar a la basura
mis ganas de
tu boca,
envueltas en mi calcetín roto
de tanto caminar entre tu aliento.




Andrés Briseño Hernández.

Soldadera 134

[Diciembre 16 de 2007]

Ese día se levantó temprano: a las 6 am. El programa de las labores por venir, lo instaba para tal acción. Lo primero que hizo fue preparar la mochila Gitano© y la que lleva cotidianamente a Sombrerete (una Reiss© gastadísima que compró en las tiendas de segunda). En ambas bolsas colocó un par de EPS y diversos objetos que debía entregar. Luego desayunó. De la casa salió a las 8:15, procuraba, con esa premura, tomar el autobús de las 9am para Tlaltenango. De coincidencia, estaba un taxi de los de Localia en la esquina de la calle donde vive. Este hecho le permitió estar en la estación de autobuses a las 8:30 y comprar sin prisa los periódicos locales.
Los diarios los ojeó ya instalado en el autobús. Cerró la lectura en Malpaso, para dormir un rato. Pero los saltos que daba el camión, por los inútiles topes de las calles de Jerez, lo despertaron. Entonces volvió a leer. Antes de arribar a Tepetongo y de vez en vez de chequear la película que proyectaban los monitores, inició la lectura de La diferencia. A este libro le destinó como separador la invitación que le enviaron Violeta Tavizón y Eduardo Aguilar para la inauguración de la exposición invernal del Museo del ex convento de Guadalupe [es la extraordinaria muestra fotográfica “Guadalupe en mi cuerpo como en mi alma”].
La lectura la ejerció sin atender el orden del impreso. Incluso comenzó la revisión en el índice onomástico. El objetivo era localizar a los más citados y a los nativos de Localia [Este acto da cuenta de que acepta la idea de que los sujetos son los motores de la historia (Cfr. Krauze, Carlyle, Emerson, Mosca). En este tenor, a los sujetos los textualiza, y a los libros de este género los sitúa como relatos autofictivos, donde los individuos funcionan en las secuencias como actantes o antagonistas; procurando conocerles el rol que desempeñaron: ¿Quiénes son los cortesanos y los asistentes de reparto?, y ¿quiénes son los actantes? -que en esta ocasión los autores les llaman “el generador del mensaje y los mensajeros”-.]
Al concluir el índice onomástico, pasó a las páginas donde los localios son citados. Como no marcó las primigenias líneas que leyó, proyectó la imagen de que los datos le fueron intrascendentes. Sin embargo, la impresión desaparece al escuchar las referencias que hace acerca de los localios y el libro; lo ha hecho en los corrillos donde participa (más la tertulia de san Comelitón, que en 2008 cambió su denominación por la de Los Pro gubernamentales). Pero donde da más indicios de que sí efectúo apropiación y negociación con el contenido, es por la recuperación de otros textos –tanto en fotocopias como en formato de libro- que abordan el estudio de las redes sociales. Los ensayos que revisó son: Análisis de redes sociales. Orígenes, teorías y aplicaciones (Requena Santos), “Propuesta de análisis y fuentes para el estudio de las redes sociales de poder” (Vázquez de Ferrer, et al.) y Configuraciones y redes de poder (Bertrand).
La búsqueda de los textos y su posterior lectura (a La diferencia), ocurrió tras leer el concepto networking [“Sobre el tema de Marta en el juego político, la versión de un acceso inconveniente, injusto, casi de ladito y por circunstancias ajenas a la política de palacio, aunada a su interés y su confeso gusto por la construcción de redes de relaciones (‘networking’, como Mastercard©, no tiene precio ni traducción), suena cierta, y trágica”, p. 376].
Esa localización, la del citado término, influyó para que el lector piense que el autor del capítulo “Bajo protesta…”, es Jorge G. Castañeda. Pues el excanciller también utilizó el término en el libro Sorpresas te da la vida. México 1994. Ahí lo cita en el capítulo donde analiza al Grupo san Ángel [“En una primera instancia, el Grupo San Ángel reflejó un esfuerzo de lo que los americanos llaman net-working o construcción de redes, de Demetrio Sodi y el autor de estas líneas (se refiere a sí mismo Castañeda). Pero constituyó también una especie de ‘parador’ español, donde cada quien llega con lo que trae. Sodi, Fuentes, González Pedrero y otros tenían sus ideas de hacia dónde debía ir el Grupo y para qué podía servir. Yo también, pero ninguna de esas visiones se materializó del todo, aunque, en efecto, unas cobraron mayor vigencia que otras. Era lo propio de un agrupamiento verdaderamente plural, rasgo que constituyó desde un principio la virtud esencial del Grupo”, pp. 78-79].
La lectura que realizó durante su viaje a Tlaltenango, aunque la hizo sobre los fragmentos que le interesaban, por el hecho narrado y por el personaje aludido, la selección estuvo fijada en la limitante del tiempo. El traslado a la antigua ciudad de Sánchez Román se hace en tres horas, por lo que en ese transcurrir debía ojear y situar los puntos de interés. Pero además las condiciones físicas del transporte no daban las condiciones óptimas al lector. El espacio le impedía tener un vaso con café, los marcadores para subrayar o un área para relajar el cuerpo. Fue entre el lunes y martes de la semana que cerró la lectura del libro. Del impreso leyó íntegros sólo cuatro capítulos: el uno, el cinco, el siete y el ocho.
Por cierto, aunque raya en un recuerdo obligado, el viaje le hizo recuperar fragmentos de En el solar en el diario: “Después de siete años volví a recorrer las leguas y leguas de alcaparras, hasta alcanzar el puente pegado a mi lugar, el puente sin arcos, el dramático puente sin concluir a cuya vista se detienen los carruajes […] He hecho un descubrimiento: ya no sé comer. De convite en convite, mimado por la urbanidad legendaria de aquí, he comprendido mi decadencia”. Respecto a las revistas EPS que llevó, las obsequió a sus anfitriones. Estos, le han comentado al lector, que después de leer el semanario español, lo pasan a la sala de espera del consultorio médico que atienden. Y ahí, los impresos tienen diferentes usos: desde material gráfico para atenuar la espera, hasta objeto que piden prestado los asistentes –pese a la cortesía, el impreso no tiene retorno-. Le comentaron que los asistentes esporádicos son quienes más se llevan las revistas y que los permanentes procuran el suplemento que hojearon en la consulta anterior. El lector aprecia estas referencias porque aprende cómo perviven las formas de circulación de los impresos en el interior de macro Localia y cómo son valorados.
Marco Flores

Soldadera 134, domingo 17 de febrero 2008

CAT POWER

Siempre quise tener un pretexto para hablar de gatos y sus rayas verticales, las rayas de sus ojos, gatos rayados de negro con nueve vidas, felinos maullidos de tejado que anuncian la melancolía de la noche a lado de trompetas de elefante africano perdido en Norteamérica.
Cat Power es una expresión maravillosa para escuchar en automóvil mientras el sol cae y se levanta del otro lado del mundo, es un gesto gatuno de bigotes con leche ronroneado en una alfombra verde que combina con papel tapiz amarillo de rombos, es todo lo que preferimos callar porque Chan Marshal lo puede decir más bonito, con su voz tan quieta.
Come with me my love to the sea, the sea of love. I want to tell you how much i love you dice un hermoso fragmento de ‘Sea of Love’, canción que enmarca la posibilidad de un amor tan mágico como el mar y aunque suena a cliché, cobra nueva vida entre una guitarra llorona y el ritmo de oleaje que la voz de Marshal ofrece.
Es difícil hablar y simplemente hablar de lo maravilloso de la música, y tratar de emitir todo lo que produce al ser escuchada. Nuestro cuerpo es como un laboratorio sensorial capaz de crear y transportar cualquier emoción a cualquier dirección y me da la impresión de que los músicos hacen experimentos, pero es difícil de explicar. Por eso tal vez baste con sentirlo y oír a través del silencio el paso lento de instrumentos, de gatos, de elefantes…
Quizás usted ya escuchó y sintió a Cat Power, por lo tanto ya experimentó un dejo de desesperanza con ‘Hate’, o vino a su mente la canción ‘Fool’ mientras esperaba a alguien cerca de la parada de un autobús, ya debió haberse motivado a dejar todo atrás y empacar maletas para una nueva vida con esa melodía que dice ‘Free’.
Ahora con mis pretextos para hablar de gatos y de sus rayas siento que el llanto de uno que se recrea en mi interior, a media noche perdido en la ciudad lamiéndose las patas, pescando ratones, tosiendo bolas de pelo, un gato estirado hacia el espacio sideral con ojos de luna en eclipse, siento el poder del gato.

Citlaly Aguilar Sánchez

Nunca jamás una simple ella.

Soldadera 133

Una fotografía es una isla
en las Antillas del tiempo


Según el modelo estructuralista, una imagen es en primer término una representación, pero de manera aun más esencial, aunque por regla general oculta, es un argumento sensible. El oxímoron es desde luego deliberado. Es obvio que una sensación necesita algo diferente de un argumento. Necesita, si algo, otra sensación. No para confirmarla, ni para reforzarla, sino para troquelar sus bordes. La sensación es sensación sólo si choca con otra sensación. Si hay argumento es porque la sensación de la que arranca se ha hundido en el pasado, sobrevive como recuerdo que en cada actualización pierde o gana o equivoca su sentido. El argumento sensible no es explicativo, ni justificatorio: solamente decreta el paso de todo presente. Es por ello que su <> no es nunca otra cosa que la muerte. La muerte no como imagen, se entiende, ni como lugar de erupción del sentido, sino justamente como deadbeat, como el troquel o la rítmica que otorga bordes y resplandores a la vida.
Ahora bien, ¿qué sensación provoca una imagen fotográfica? Se diría que depende de aquello que muestra, o de cómo se dispone técnicamente para mostrarlo. El argumento sensible de la fotografía dice o delinea las cosas tal cual son. Pretensión que se cumple a condición de decidir que la imagen fotográfica mantiene un nexo especial de fidelidad con la verdad. Una fotografía, se cree, no miente, no puede mentir. Y bien, esta pretensión es completamente ilusoria. Una fotografía es, dicho con rigor, una alucinación. Comenzando porque no existe en verdad nada que tenga la fuerza de mantener la absoluta fijeza y terminando por el hecho de que en la inmovilidad absoluta ninguna imagen sería factible. La <> no lleva del pasado al presente y hacia el futuro, la línea del tiempo es el abismo invisible, infotografiable, en el que el tiempo es engullido. La imagen está recortada del tiempo, que sólo por ilusión es coercible o por coerción imaginable.
Digámoslo con la mayor claridad: la imagen no encuentra el poder de detener el tiempo, pero en su fracaso muestra un flanco temporal que la mirada común no podía sospechar.
Elíjase de la presente serie una imagen fotográfica y tratemos de representarnos su truco. La imagen no es la cosa, pero que no lo sea pasa a segundo término. No desaparece, sólo se coloca por debajo de su imagen. La imagen desdobla el tiempo como en esa fotografía de dos niños que soplan enormes tubas comenzando a darse mutuamente la espalda. Cada figura representa un instante. Un momento más y el instrumento ocupa la totalidad de su mente. Como la cámara, que da la espalda a la realidad concentrada en la imagen que ha producido artificialmente. La parvada de estorninos asustados, el descanso de la ballerina, el risueño asombro detrás de un habano, los añejos y curvados pasos del campo, los pistilos helicoidales, los vehículos estacionados en un rincón del siglo XX, el dandelion en reposo inminente… El truco consiste, según lo ha insinuado entre otras la crítica semiológica, en separar la percepción de la atención. El instante que no retorna es captado ello no obstante de un modo que ningún ojo percibe. Es <>, pero lo real no coincide jamás con lo verdadero. En la imagen fotográfica penetramos en un mundo que no existe más, y en tal sentido es imperceptible, pero notamos también que ha pasado íntegramente al plano imaginario. Ya no pensamos si <> tuvo lugar.
El truco es tomar la huella por la cosa, y tomarla en un giro que suprime toda inquietud y, en el límite, toda nostalgia.
Los buenos fotógrafos son aquellos que intentan comprender este misterio, el misterio de la reversión y del doblaje, sin confundirse ellos mismos. Podrían autoconcebirse como espías de lo real, pero no hay Central de Inteligencia que monopolice sus informes. La imagen desenmascara a la imagen comprobando que ella es siempre máscara. El instante, al igual que lo real, es privado. No es casual que los pueblos primitivos de todos los tiempos y lugares desconfíen tan inconsolablemente de su imagen en emulsión de plata. Es literalmente cierto que una imagen les (nos) roba el alma. Lo es si concedemos que <> es exactamente esa parte de las cosas animadas e inanimadas que consiste en huir de la imagen en el instante exacto en que es capturada y reproducida por el lente.
Una fotografía es una isla en las Antillas del tiempo. Rafael Magallanes Quintanar despliega en esta muestra intitulada El orden y el caos una voluntad de verdad que no sufre por su irremediable descascaramiento. La foto <>, como dejó escrito en un día ya casi lejano Roland Barthes. La imagen detiene el tiempo sin detenerlo, lo hiere sin matarlo, lo enrosca como un caracol en la palma de la mano, y en ello es extraordinariamente parecida a las sucesivas capas de calicanto, pintura, musgo, orín, moho y humedad que recubren los muros de alguna antigua edificación en sí misma suspendida en el mar de los sargazos del tiempo humano. La fotografía, retrate o no semejantes figuras y atmósferas, posee ese carácter lloroso y cálido y de extraño colorido de un islote antillano para el cual, por celebrar un célebre asalto, y por anunciar y asegurar una revolución incesante, <>.
Que así sea —aun si sabemos que no lo ha sido y menos todavía que lo será algún día.


Sergio Espinosa Proa
Zacatecas, febrero de 2008