EL VUELO

Justo cuando se quiere recomenzar… llega Vuelo la revista a través de las nubes de un viaje. Y es como abrir la puerta de un coche que te lleva lejos donde el espejo retrovisor no nos alcanza ni las huellas tienen nombre, lo más cercano al medio día.

Aún en el lugar latente de los sueños, en el que se supone los deseos se completan es imposible escapar de la ansia fugitiva de escapar de la rutina, escapar es un letrero en la frente frente al espejo cuando nos peinamos para comenzar un día; cansados, los mismo siempre es lo mismo.

Por los caminos de Hemingway llegó a la conclusión de que esta revista está incitándome a huir, tal vez no a Cuba, sí fuera de éste espacio; caminar leyendo es una buena idea y saber a donde ir sin saber a donde llegar es la meta.

Para Xavier Velasco un viaje descomienza o reinicia desde un lugar tan exclusivo como el aeropuerto, desde donde las historias se atraviesan por ventanas entre anuncios en todos los idiomas y ese furor de turbinas que despegan su chicle de la faz de esta tierra tan pisoteada hacia ese cielo tan desierto.

Y queriendo escapar encuentro a Vicente, sí, ese nombre Vicente Leñero a bordo de un barco, meciéndose cuál recuerdo de tormenta bajo las sábanas sobre el mar, entre nauseas y el deseo de entrar a Nueva York; qué contrariedad, Vicente queriendo llegar y uno aquí con la ganas del verbo ir.

Vuelo es lo que nos falta, ese impulso de atrás para adelante que avienta hacia el vacío donde ya no importan nada; todo es todo. Esta revista me hace correr para alcanzar el camión de última hora, con unas páginas como equipaje, sin intenciones ni nombres pegados a los labios mal pronunciados ni otros que persiguen, ni horarios; simplemente un paracaídas en la maleta, sólo unos nuevos sueños.

Citlaly Aguilar Sánchez

Mi nombre no te sigue como a mí el tuyo me hace llorar…

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