Soldadera 137

LAS CRÓNICAS DE SPIDERWICK Y 10,000 A.C.
Un par de cintas sobre mundos pasados o paralelos, atravesadas por la fantasía y la aventura como punto de encuentro. Por una parte, Las crónicas de Spiderwick se inserta en esta aparentemente inagotable tendencia originada por El señor de los anillos y, por la otra, 10,000 A.C. está más cerca de convertirse en autoparodia tipo El cavernícola (Gottlieb, 81), que de formar parte de ese cine de matinée que mezcla con descaro épocas pasadas y grandes gestas entre imposibles y mágicas. Ya no digamos de La guerra del fuego (Annaud, 81).

LA CASA COMO REFUGIO (CASI) INFALIBLE
Basada en los libros de Tony Di Terlizzi y Holly Black, y dirigida por Mark Waters, Las crónicas de Spiderwick (EU, 07) es una funcional película familiar sobre una disfuncional familia que, dadas las circunstancias, empieza a enfrentar sus problemas de comunicación y a descubrir todo un mundo a su alrededor, oculto en la naturaleza que rodea a su nuevo hogar, una vieja casa que perteneció a un ancestro (el Spiderwick del título), quien descubrió un mundo maravilloso y siniestro a la vez, puntualmente detallado en un libro.
Sin demasiadas pretensiones, la historia fluye con dinamismo mezclando momentos de drama, alegría y acción bien aderezados con eficaces efectos visuales. Si bien las resoluciones de los conflictos pecan de cierto simplismo, se consigue el involucramiento del público, en especial del infantil, gracias a la presencia de diversas criaturas fantásticas, a los conflictos generados y tanto a la lograda interpretación de Freddie Highmore en doble papel, como al soporte de David Strathairn, Mary-Louise Parker y Nick Nolte como el ogro.
La capacidad para ver más allá de lo que se percibe en un principio, puede revelarnos mundos sorprendentes pero, sobre todo, afinidades con los seres cercanos de alguna manera distanciados por prejuicios o necedades: ahí está el reencuentro materno y paterno, respectivamente, justo cuando todo parecía haber llegado al final.

ROMANCE PREHISTÓRICO
Dirigida por el alemán Roland Emmerich, afincado en la vertiente hollywoodense de espectáculo premeditadamente hueco, triunfalista y cursi, 10,000 A.C. (EU-Nueva Zelanda, 08) inserta una historia de rescate y heroísmo en un contexto histórico inexistente, a pesar de que el título diga otra cosa. Emparentada con Apocalypto (Gibson, 06) por aquello de las tribus periféricas sobreviviendo frente a la metrópoli central, la cinta sólo se sostiene cuando aparecen los mamuts, los agresivos pajarracos y el tigre dientes de sable, que acaba por resultar muy agradecido (y demasiado digitalizado).
La odisea de los rescatistas, a pesar de esas tomas aéreas que pretenden emular las logradas en El Señor de los anillos, no alcanza ningún nivel dramático, ya no digamos el romance entre el galán de dentadura perfecta poco acostumbrado a la comida picante y la ojiazul de cutis impecable y nariz respingada: por momentos, en las secuencias de profunda seriedad, uno no sabe si reír, llorar o recurrir a las extintas palomitas, suplicando que acabe el sufrimiento de los pueblos sojuzgados y, de paso, el propio.
Las tribus negras son muy solidarias y el héroe es caucásico: ¿quiénes y cómo son los malos? ¿a quiénes remiten esos turbantes? Eso sí, que se busquen otro dios, porque uno que no es capaz de dar un paso lateral para que no lo atraviese una lanza aventada desde una enorme distancia, no es digno de tal responsabilidad, por más que la ignorancia se abra paso.

Fernando Cuevas
Nos leemos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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