Soldadera 139

Sube el pan y la cultura baja
I.
Desde su creación en 1987 el Festival Cultural de Zacatecas vivió nuevamente una de sus transformaciones decisivas.
En su decimosegunda edición, y como medida urgente para crear las condiciones de una derrama económica mayor que saque al estado del atraso en el ámbito industrial, ganadero y agrícola, las autoridades involucradas comenzaron las gestiones para incrementar a dos la tan conocida Semana Cultural.
No será necesario abundar que los distintos festivales que ofrece nuestra querida ciudad fueron creados con la intención de darle vida a una entidad que ha quedado rezagada en los sectores productivos. El Festival 2008 confirma nuestras ligeras sospechas.
Desde las primeras noticias sobre una posible ampliación de este evento a dos semanas, las voces comunes y corrientes se dejaron escuchar, en su mayoría para destacar que, entre las ventajas, se presentaba la oportunidad de disfrutar sin prisas las distintas actividades culturales programadas. No pasaría lo que en otras ediciones cuando en un mismo día y en el mismo horario se presentaban actividades igualmente atractivas, con lo que obviamente los asistentes debían elegir una.
Parecía indicar que la efervescencia que envolvía la semana más esperada del año para los zacatecanos tenía la oportunidad de dosificarse.
Sin embargo pronto las declaraciones de los funcionarios de la administración estatal añadieron a esa deducción inocente la certeza de que el incremento a diecisiete días y la programación de los eventos más fuertes durante la Semana de Pascua prácticamente obligarían a los turistas a extender su permanencia en la capital estatal.
Con este cometido, el programa del Festival Cultural 2008 pretendió dar espacio para el disfrute a los más variados gustos. La presencia de personalidades como Cesaria Evora, Riders of the Storm (The Doors), Gloria Gaynor y la increíble asistencia de Bob Dylan germinaron la expectativa de un festival fuera de serie.
Nuevamente las voces se dejaron escuchar en torno a la proyección mundial generada por la visita de uno de los iconos del rock fuera las ciudades apabullantes como Monterrey, Guadalajara o la capital del país.
Por la modesta cantidad de cinco millones de pesos Bob Dylan dejaría su nicho para poner sus pies en la provincia mexicana.
II.
Desde el inicio del Festival las transformaciones fueron evidentes con la presentación del grupo mexicano Zoé un jueves en Plaza de Armas, reservando la inauguración oficial para el tradicional sábado.
Durante la Semana Santa las actividades transcurrieron con relativa normalidad ante la creciente expectativa y asistencia de mexicanos provenientes del centro y las entidades cercanas al estado.
La llegada de la segunda semana dio inicio con la cancelación del concierto de la denominada Diva descalza debido a cuestiones de salud. Sin embargo el panorama del Festival cambió radicalmente con el anuncio de una nueva cancelación: los integrantes del legendario grupo The Doors suspendían sus conciertos en nuestro país por incumplimiento de contrato. Pronto se manejó la posible presentación del Kansas hasta que finalmente se suspendió el concierto de ese día.
Orta vez los rumores hicieron acto de presencia temiendo que el Festival no pudiera cumplir con las promesas realizadas a una nación entera. El temor de una nueva cancelación, pero ahora del concierto de Dylan, se dejó sentir.
Las expectativas sobre la presentación del estadounidense no fueron cumplidas 100 por ciento. La asistencia de mexicanos de todo el país no fue apabullante; contrario a lo ocurrido en otras noches, los zacatecanos no abarrotaron las calles aledañas a Plaza de Armas, y el concierto fue realmente insípido
Las “medidas de seguridad” y la excentricidad del cantante generaron en gran parte de los habitantes una predisposición que esfumó cualquier curiosidad por acercarse al escenario a descubrir quién rayos era Bob Dylan.
III.
En los últimos días de la gran fiesta zacatecana un ligero halo de cansancio se apoderó de la ciudad. A no ser por los adolescentes, quienes disfrutaron los conciertos de grupos de pop mexicano, la mayoría se cansó de tanta fiesta, aunque pocos se atrevieron a aceptarlo.
En realidad no fue una dosificación de eventos, pues durante la segunda semana las actividades realmente culturales ya habían concluido, y las calles dejaron de ser un paseo culinariamente delicioso cuando los dulceros típicos fueron obligados a vaciarlas.
Reconociendo los esfuerzos por figurar en el ámbito nacional e internacional, la programación original del Festival creó enormes expectativas que se fueron diluyendo con las cancelaciones y la presentación infame de un ex-luchador social que no se dignó en momento alguno a dirigirse al público.
Las pretensiones mezquinas de absorber más dinero de los turistas aparentemente fueron satisfechas en beneficio de unos cuantos prestadores de servicios. Pero los zacatecanos comunes y corrientes fuimos presa de un desencanto general.
La tan angelical Semana Cultural muta lentamente a otra feria nacional. El elitismo de los eventos de calidad y la proliferación de conciertos de asistencia social han dado el primer golpe a los amantes de un tiempo y espacio zacatecanos que, a pesar de las intenciones de lucro, alguna vez pretendió erigirse como un verdadero cultivo de las artes y la expresión cultural auténtica.

Arazú Tinajero









No hay comentarios: