Soldadera 139

Miércoles: febrero 20
Asistí al curso de la maestría [Las manifestaciones de la cultura impresa]. Es la segunda sesión y llegué tarde. Berenice no mintió sobre el profesor Flores Zavala: estar ante él es aterrador. Mira directo al rostro de cada asistente cuando habla, pero no al escuchar. Ahí ve a los otros oyentes, no al hablante. Pregunta usando las frases “imaginen, les propongo un ejercicio de imaginación, proyecten la posibilidad…” Escribe en la pizarra las palabras clave con rojo o azul; los enunciados con negro. Para enfatizar subraya los conceptos con tinta verde. Al concluir la clase me entrevisté con él. Aprobó el proyecto de trabajo semestral: reconstruir la biblioteca de un lector común del siglo XIX –estoy entre Castrillón y De la Parra-.
Para no variar fui al restaurante del bulevar: cuatro tazas de café americano, dos cigarros y un pastel frío. Revisé el catálogo de la librería Bonilla (lo recibí por correo postal. El sobre traía estampillas. ¡Todavía existen estos objetos decimonónicos!)

Domingo: marzo dos.
Hoy regresamos de la ciudad de México. El viaje me cansó. Allá compré varios libros de historia y uno de literatura comparada. Conseguí gratis revistas de la UPN –traen ensayos sobre cómo analizar las experiencias de la lectura y de la enseñanza de la escritura-. También merqué un ejemplar de la revista de la Universidad Veracruzana. La directora es Celia del Palacio. En este número viene una conferencia de Aguilar Camín [“El liberalismo mexicano hoy”]. Conservaré la publicación por el texto de Camín, y más por ser una contemporánea de dosfilos.
Me provocó el contenido de la editorial. Escribe Celia: “¿Qué debe ser una revista universitaria de divulgación? […] estuvimos de acuerdo en que no por ser una revista universitaria debía limitarse a tratar temas de interés para los universitarios; sin embargo, tampoco debía alienarse de su contexto […] hemos pensado en un soporte material, diría Chartier, agradable y atractivo para el lector contemporáneo [La revista] Debe atender los debates contemporáneos que trasciendan la división maniquea entre lo local, regional y global y, desde el ámbito de la universidad pública de provincia, aspirar a la universalidad…
Como siempre, en cada visita a ciudad capital, fui al Pink para cumplir el ritual correspondiente. Sin embargo, siendo la compañía foránea al lugar, el resultado fue nulo.

Lunes 3 de marzo
Al fin concluí la lectura de la revista nexos. La de aniversario [enero de 2008]. La información de los textos permiten “proyectar” (ya me estoy mimetizando con el profesor de historia) las lecturas que ha realizado una parte de la elite intelectual del país. Me detuve más en los textos de los directores del impreso, en Soledad Loaeza y Amparo Casar.

Miércoles 2 de abril
Tuve clases todo el día. Por las labores escolares he leído poco para mí –nada que facilite mi retiro. Eso sí, mantengo mis lecturas sabatinas de El País y Milenio-. Lo más amable es la redacción de una reseña sobre los libros publicados en Localia en 2007. El texto será para la revista de Jorge Vázquez. El objetivo es configurar la nómina de los escritores menores de treinta años –los que tienen obra y son realmente leídos fuera de Localia-.
Acompañé al profesor de historia a la cafetería del bulevar. Como él no fuma, yo debí abstenerme. Tomó un americano y agua con gas. Tomé lo mismo. Él pago con una tarjeta de debito. Aunque la reunión era para platicar sobre mi ensayo, me pidió que mirara el lugar. Dijo que ese espacio no era una simple “microesfera pública”, sino uno de los enclaves físicos del espacio público donde se relativizaban los temas locales y de índole privado. Que observando bien, “con atención”, podría inferirse el perfil cultural de los comensales a partir de sus comportamientos. Pero el objetivo no eran los individuos, sino lo que aportaba el lugar para el estudio de las sociabilidades contemporáneas: “es una síntesis histórica entre mercado y encrucijada… si bien no lo frecuentamos en forma cotidiana, lo hacemos varias veces por semana. De su lugar de emplazamiento dependen algunos de nuestros itinerarios. Incluso pasamos por el lugar antes de ir a nuestros apartamentos… Su sentido tiene vocación política, pues se convierte en un lugar de vida, de encuentro…”
Marco Flores


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