Sonido y visión

VIRGIN BLACK: OSCURIDAD MELODRAMÁTICA

Transitan entre el cliché melodramático y la emotividad genuina, buscando desprenderse de esta moda que combina, sin demasiada originalidad, cánticos operísticos con toques metaleros y sazón gótica. Si en varios casos la mezcla suena a impostura, habrá que reconocerle a Virgin Black su autenticidad y convencimiento al momento de interpretar sus bombásticas creaciones.

Formada en Adelaida, Australia, hacia principios de los años noventa, la banda conjuntó el amplio rango vocal del tecladista Rowan London, que puede transformarse en barítono o en metalero gutural, con la sensibilidad de Samantha Escarbe, que también le pega a la guitarra. Ambos, acompañados por Ian Miller en el bajo, Dino Cielo en la batería y Craig Edis en la guitarra rítmica, empezaron a hacer ruido en la lejana isla de dimensiones casi continentales con algunos demos, hasta que presentaron en 1998 su EP Trance.

Con secciones de cuerdas y coros que daban paso a pasajes de intensidad metalera, apareció Sombre Romantic (00) su primer largo, con el que mostraron una buena dosis de creatividad más allá de los cánones que el género impone. Apostando por un tono más bien depresivo, que se exalta con andanadas de pausados riffs generadoras de cierta angustia, el disco consigue momentos de sombría belleza y fuerza punzante: del monasterio con los cantos gregorianos, nos trasladamos a bosques de escándalo acechante con secuencias inteligentemente integradas, en las que igual se escucha un lánguido chelo que una rítmica frenética.

Se advierte una religiosidad que reniega de la institucionalidad, en busca de un misticismo sin intermediarios: el ensamblaje letrístico y musical apuntan hacia la creación de un particular estado de ánimo que logra ahuyentar a la indiferencia. Un disco que representó una grata sorpresa dentro del llamado rock gótico. Elegant… and Dying (03), su segundo álbum, plantea el desvanecimiento de la pureza, claramente expresado en la portada. Las letras, según lo ha planteado el propio vocalista, buscan acercarse a las problemáticas de la sociedad actual.

El tono parece oscurecerse más, como se puede escuchar en Cult of Crucifixion, y la presencia del estilo sinfónico se refuerza en forma prolongada, como en The Everlasting. Hay tiempo para la evocación, como en And the Kiss of God's Mouth, y también para la tristeza, como en Beloved. Una obra que confirmó la posibilidad de la banda para combinar, dentro de los márgenes de su propuesta, cierta versatilidad.

Su más reciente producción, Requiem mezzo forte (07), cuenta con la colaboración de la Orquesta Sinfónica de su tierra y Rowan London funge como tenor, mientras que Susan Johnson es la soprano. La atmósfera funeraria envuelve las siete piezas y supone una búsqueda de nuevos terrenos, más cercanos al clasicismo que al doom metal, sin abandonarlo del todo. Si bien por momentos se puede acusar cierta monotonía no obstante las veladas pinceladas épicas, el disco exige cierto estado de ánimo para ser escuchado.

Requiem Kyrie sienta las bases por las que transita el conjunto del disco: la presencia de la guitarra, como en In Death, consigue apuntalar el dejo de desesperación contenida y se inserta en el concepto general del álbum, primera parte de una trilogía y plagado de teatralidad y pasajes que inciden en la tristeza e incomprensión, como en Midnight Hymn con todo y sus coros de solemnidad absorbente que parecen encontrar su propio Tanatos.

…and I Am Suffering suena a sentido lamento en el que el dolor no encuentra respuestas claras y parece no terminar, con la presencia de una guitarra limpia y bien afilada, mientras Domine arranca en tono más roquero y, junto a la guturalidad de la vocal y el bajo de Grayh, se arrastran pastosos riffs, recordando sus anteriores trabajos. Cierran el disco Lacrimosa (I Am Blind With Weeping), título que recuerda a la banda del mismo nombre, y Rest Eternal, anunciando la conclusión de un réquiem que mira más allá del tiempo y el espacio: la muerte, pues.

Este fin de semana, Virgin Black visita Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México. Habrá que estar listos para envolvernos en el dramatismo de la oscuridad, donde la razón siempre será superada por el sentimiento de una invasora melancolía, siempre desarmante.

Fernando Cuevas

Nos escuchamos después.

Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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