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THE GARAGE ROCK

En el 2000 surge un movimiento musical que revive el llamado garage rock, para muchos un ruido estruendoso de guitarras y una ronca voz como estandarte. The Libertines es una de las que lograron mayor fama en Inglaterra, a quienes recordamos con canciones como “What a waster” y “Boys in the band” o “Time for heroes”.

The Libertines no son los Strokes de Inglaterra, pero sí fueron sus teloneros en varias presentaciones y sin duda, al igual que otros grupos, la influencia es evidente, la actitud estrokera sale al exterior.

De alguna forma, cuando escuchamos música ocurre un estado de empatía con el emisor, y en éste caso, hay una especie de rebeldía contra el estado “normal” en que el mundo se mueve. Si el cabello se despeina y no hay problema, así luce bien, y aunque hace calor la chamarra negra de piel suda con nosotros mientras los pantalones aprietan los tobillos y caen en unos convers sucios y rotos.

El estado de empatía con The Libertines también se ve afectado por ese estado psicotrópico que Peter Doherty inyecta en nuestros oídos que llena aún más el sonido ambiental actitudional con una mirada perdida que ve el entorno con indiferencia e incluso con inferioridad.

Debido a problemas entre Doherty y Carlos Barât, ambos líderes e iniciadores de la banda, The libertines se desintegra en febrero del 2004, y luego de un tiempo el segundo personaje mencionado formó Dirty Pretty Things que en realidad no es más que lo mismo e incluso algunas de las mismas canciones o como lo dicen ellos mismos y como dijo Barât en NME: “we´ll be libertines until we die”; mientras que Doherty sin mucho éxito consolidó Babyshambles que tiene un giro más acústico del que sin duda “Dreaming of you” es la canción que ha trascendido por su enorme emotividad y duración.

Sin duda, a mi generación y uno que otro colado, nos ha tocado presenciar uno de los movimientos rockeros más bizarros de las últimas décadas, en el que la actitud es lo más importante, una actitud “valemadrista neta” que va desde el vestuario hasta las intravenosas aplicaciones de placer cerebral mata neuronas y que si alguna vez logramos sobrevivir a ello, podremos presumir a nuestros hijos que tenemos todos los discos de los Strokes o que fuimos uno de los tantos Libertines, que estuvimos muchas veces en “Road to ruin” y que nada era más importante que lanzarse a un concierto.

En el 2007 estas bandas aún no han pasado a la historia aunque ya lo van haciendo y con ellas nosotros los receptores a todo volumen, los mal despeinados, los que trabajamos duro toda la semana haciendo ahorros para el boleto de entrada y hacer catarsis, ya casi, estamos cerca y dentro de un sucio, solo y arruinado garage.


Citlaly Aguilar Sánchez

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