Colaboración Especial

Free way hacia una nueva identidad del mexicano

/A propósito de las fiestas patrias. /


Léase mientras se escucha:

El anticuario/Real de catorce

¨Aun veo la sombra de mi arete

y ya ni siquiera hay luz¨

Alicia Cervantes


El mexicano, postrado ante su pasado, atónito con miras al futuro ha olvidado el presente, como una provocación infame hacia lo que desconoce y no desea descubrir, a menos que le venga del cielo en una tarde de sopor y descanso. Producto de una debilidad adquirida por comodidad, la búsqueda de una identidad nacional ha sido asimilado como el prototipo socio-histórico, tradicionalmente avalado y representado por los individuos que componemos este México. Hemos idealizado un sastre único que abarco la producción de millones de trajes para identificar al mexicano, para aislarnos de forma definitiva y sin confusiones, de todo aquello que atente a nuestra tan revolcada e intermitente identidad nacional.

Hemos comprado en la tienda de la esquina, un maniquí gigantesco, lo hemos alimentado de hambres y sueños, de fe y esperanza, de futuro, de nada. Lo hemos mantenido vivo por generaciones y cada vez que parece desvanecer, vivimos tiempos de lucha, brusca decadencia. Y nos viene de golpe un sentimiento de pertenencia acalorado, que creemos amenazado por tradiciones y culturas ¿acaso ajenas?, que se juegan los atavíos de nuestro maniquí en una partida de monopoly. Si, la imagen es burla, irreverencia. La unidad nacional desnuda y vulnerable a los ojos de un sorprendido Santa Claus, un aburrido Bruce Lee y un atlético Che Guevara. Padrinos arquetipos de un mundo que empieza a bostezar ante una cruz y busca, (y encuentra) nuevos símbolos para su natural devoción.

Al ver amenazada nuestra historia, y nuestro maniquí cultural al descubierto, somos otra vez guerreros, los aztecas vienen a reclamar sus tierras. Comprando víveres en Wal-Mart, enamorado mujeres con aroma a Versace, montando una imponente Hummer, con Janis Joplin como atmosfera sonora: …take another little piece of my heart… Al momento crucial de escudriñar nuestra identidad, olvidamos con demencia actoral, la totalidad contextual que nos compone, y buscamos el retorno al ¿origen? Del mexicano. Ahora nos agrada lo pueblerino, el olor a tierra, la mujer de fuego, y desgarramos nuestra garganta con el cielito lindo.

El arraigo nacionalista, ha gestado una idea para la protección del maniquí, una jaula enorme, un aislamiento voluntario, donde la condena es permanecer dentro, y observar desde los invisibles barrotes, lo que hemos decidido imposible , aquello que imaginamos limite.

Dentro de la jaula, podemos prescindir de todo, menos de nuestra Historia, comemos pasado, merendamos héroes en salsa verde, de postre se sirve a diario chuleta de estatua de bronce, cerramos los sentidos, y en el mejor de los casos recordamos, para hacer vínculos y conformar una Historia de integración nacional, donde creemos ser parte activa. En ese sitio florece la melancolía, esa compleja red de interacciones emocionales tan intensas, donde el mexicano encuentra un sitio en que tristeza y alegría se conjugan, bailando un vals, girando lento, en cuatro tiempos, inventando, siempre inventando, donde solo existen añoranzas cubiertas de pasos inocuos en la azotea de las horas.

Poseemos un componente que obstaculiza la entrada hacia una condición post-mexicana, hacia una nueva macrovision del ser, al parecer se trata de un egoísmo cultural que decidimos guardar celosamente como patrimonio virginal. Vivimos en una cultura global pero nos reservamos, tomamos nuestras precauciones y decidimos jugar la carta del comodín.

Aceptar que México es parte de un todo, nunca una parte aislada. Que sus particularidades tanto como sus semejanzas con otras culturas, conforman precisamente su identidad, contemplar que para una Tenochtitlán existió una Grecia clásica. Aztecas y vikingos bailando tango, bebiendo vodka, cansados al fin, durmiendo en un iglú.

Componemos, transformamos, somos seres activos en la conformación de una historia sin principio y sin final. Sabernos elementos actantes dentro de un contexto cambiante. Acaso esa es la clave para una aproximación hacia una nueva identidad nacional. Donde la melancolía del pasado le hace cosquillas al presente y nuestra jaula es un artículo de anticuario.



Roberto Galaviz Avila

(Toda la banda rocker, fuga a ver a Los tigres del norte)


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