12/07/08

Postal con predación ecológica en Zacatecas


Walter Benjamin soñó con la posibilidad de escribir un libro a partir exclusivamente de citas. El talento de Benjamin para elegir un fragmento de obra y dialogar con él es proverbial. Sin embargo, en la loca empresa que comento, lo que buscaba era construir todo un discurso sobre algún tema sin la aparente intervención de su pluma, sino solamente de sus dotes como lector. Benjamin buscaba un libro que fuera la representación pura de su mente al momento de leer. Que conectara enunciados de un autor con imágenes de otro, que eligiera sus afinidades a partir de coincidencias sólo visibles a un lector avezado. Un libro hecho de correspondencias y de afectos (en el sentido de la cercanía) entre libros. Un libro hecho solo de citas de otros autores y que en su ordenación tuviera un discurso progresivo y continuado.
Lo más cercano que llegará el siglo XXI a conocer la aventura de Benjamin será en los injustamente valorados oficios de los editores. Al proceso editorial se le parece en todo el anhelo de Benjamin. El editor es ante todo un lector generoso que busca transmitir lo que ha leído y que encuentra afinidades entre autores que no se conocen. Y en ese proceso de concatenar diversos materiales para una lectura continuada se convierte en un autor. Nada más alquímico que la lectura, que a fuer de repetirse transforma al lector en autor, en productor de un discurso. Los editores tienen esa vida emparentada con el Opus Mágnum.
Yolanda Alonso es el perfecto ejemplo. La Soldadera es la obra (colectiva, pero en tensión paradójica con la voluntad señera de Alonso) de una lectora que se ha trasmutado en autor. Su obra por entregas aparece cada semana y está compuesta de los fragmentos, de los escolios y de las aventuras de los otros. Ella ordena, separa, conjuga y hace dialogar a voces que de otro modo estarían lejanas en el tiempo y en el espacio. El verbo clave es conjugar. En una sintaxis de lo elegible, lo predicable se manifiesta en el conjunto de textos que se ven las caras semana a semana.
La realidad es diversa. Las lecturas de ella también. He aquí, en La Soldadera, una muestra que por acumulación va formando un mapa de la convivencia cultural de la región.
Al igual que en el relato de Borges, Yolanda, convencida de la inequidad de la representación, se ha entregado a la tarea de dibujar un mapa en todo igual al paraje representado. Ha crecido su mapa, en tales dimensiones, que ahora tomamos por el horizonte aquello que vemos en lo inmediato. Sumando cada semana una fracción de su lectura de mundo, nos vamos convenciendo que es una autora importante en nuestras vidas.


Luis Alberto Arellano
laertes76@hotmail.com

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