29/04/08

Autorretrato a los cincuenta


Cada cabello que nace de mi cabeza es como cada idea que lanza mi pensamiento, casi todos son firmes pero tratan de alejarse de mí. La claridad de mis ideas es como mi tez: morena, donde casi no se percibe claridad, sin embargo, es la oscuridad de la noche cómplice de mi pasión por la escritura. Me han comentado que tengo dedos de pianista, largos, delgados, sin cicatrices del trabajo físico; nadie ha preguntado si me dedico a la escritura, ¡claro que no!, pero tengo manos de escritor porque he observado esas manos y, a pesar de que son herramientas de trabajo, éstas nunca lucen descuidadas.
Padezco miopía endulzada con un poco de astigmatismo, esto es mejor a mi edad porque para leer las letras pequeñas no necesito usar anteojos (siempre los he usado) ahora basta que me los quite y observe aquello que otros de mi edad no pueden más que con ayuda de lentes. Mi glotonería, que ha disminuido con los años, es contraria a mi lectura de poesía; mientras que la primera la evito, la segunda me avasalla, me ciega, consume mi tiempo de lectura y parte de mi existencia.
En medio siglo de vida se aprende mucho, las personas y las ideas se hacen viejas, pero es más difícil desprenderse de ideas añejas que de viejos. Aún espero desprenderme de ellas antes que se desprendan de mí.

José Ángel Higuera

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