Colaboración Especial



EL FOTOPERIODISMO CONTEMPORÁNEO EN MÉXICO 1970-2007
Si no se fotografía no existe; no está en nuestra memoria

Desde la fundación misma de Cuartoscuro en 1986 (aunque debería decir en 1984, porque en ese año inicié otra agencia con el mismo proyecto que a la postre no fructificó, por cuestiones que no vienen al caso señalar ahora ante ustedes) nos propusimos construir una agencia independiente del poder político y económico; que registrara fotográficamente con un punto de vista y una forma muy clara de ver, con un estilo propio, con una manera de encuadrar y hacer imágenes que salieran de lo convencional, es decir, de lo que entonces se hacía mucho y era lo común en la mayor parte de los medios impresos de nuestro país; retratar la vida social, cultural, deportiva, política de nuestra sociedad con sus contradicciones y aciertos.
Aquellos tiempos eran complejos y difíciles para que una agencia sobreviviera y se mantuviera de los ingresos por el trabajo fotoperiodístico. En ese entonces no existía una cultura de contratación de servicios. Para los medios, particularmente los de la capital de la República, no era claro cuál era la función y la necesidad de contratar los servicios de una empresa que se dedicaba a fotografiar lo que sus trabajadores de la lente también hacían.
La agencia Cuartoscuro simplemente se propuso retomar lo que desde principios de los años setentas se había realizado con muy buenos resultados en El Sol de México bajo la dirección de un periodista sencillo y honesto: don Benjamín Wong Castañeda; reportajes en donde el fotorreportero tuviera la libertad de salir a la calle y buscar el tema que mejor le pareciera para registrarlo con su cámara y proponerlo para su publicación en una página de tamaño estándar, así como también enviar fotógrafos a cubrir conflictos internacionales como Vietnam y la Guerra de Líbano, a las que fueron Carlos Macías y Javier Vallejo respectivamente.
En esos años el interés porque los fotógrafos se capacitaran lo tuvo El Sol de México, ya que invitaban periódicamente a fotorreporteros de varios medios de los Estados Unidos a compartir sus experiencias y conocimientos a los que integraban a la plantilla de este periódico.
Es cierto que la fotografía periodística mexicana tiene a grandes representantes desde principios del siglo pasado, una vez que los periódicos y revistas de la época entendieron la importancia de la imagen en sus páginas, se incrementó la seriedad y credibilidad que le dan a la noticia y a los acontecimientos.
Entre los ejemplos más destacados -a los que rendimos como siempre un reconocimiento por el trabajo que dejaron y que hoy sirve para saber quiénes somos y más allá de las críticas que puedan hacer los historiadores contemporáneos- sobresalen Agustín Víctor Casasola, organizador de la primera agencia de noticias en nuestro país; el Gordo Díaz, quien trabajó para varios medios importantes como Rotofoto que editó Regino Pagés Llergo, de la que únicamente salieron 11 números.
Los Hermanos Mayo que vinieron de España como refugiados políticos en el año de 1939 al caer la República en manos del dictador Francisco Franco y que lograron producir en 53 años de trabajo diario, 6 millones de negativos lo que los convierten en los fotógrafos-periodistas de América Latina con mayor producción. Hoy todo su trabajo está bajo custodia del Archivo General de la Nación; también, y según el texto publicado en la revista Kiosco de Humberto Musacchio, los hermanos Mayo aportaron a la fotografía mexicana su incansable trabajo cotidiano, su persistencia y terquedad en registrar la vida diaria, social, política y cultural de México, sin mayores pretensiones artísticas.
Héctor García Cobos que nació en 1923 y es reportero gráfico desde 1948, el único fotorreportero mexicano reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2003), el galardón de más prestigio y monto económico en nuestro país. Él se describe como un hombre pata de perro, andariego y que tuvo la fortuna de ser amigo de los grandes muralistas mexicanos y a quienes por supuesto retrató.
Enrique Bordes Manguel otro destacado creador de imágenes del periodismo que al paso de los años se convierte también en una figura fundamental para todos nosotros y para las futuras generaciones ya que registra las noticias durante varios años. Nacho López Bocanegra que nace en Tampico en 1923, fotógrafo de prensa de 1949 a 1955, un hombre que, además de realizar en una etapa de su vida reportajes planeados, pensados y muy organizados que publicaban las revistas Mañana, Hoy y Siempre en distintas etapas de esos años, también organizó distintas agrupaciones de fotógrafos, entre las que sobresale, en Mérida Yucatán, el Club Foto Afición Yucateca; así mismo fue uno de los principales impulsores para la creación del Consejo Mexicano de Fotografía, también hizo cine y fue maestro en la Universidad de Veracruz de varias generaciones. Rodrigo Moya quien, para fortuna nuestra, ha logrado reactivarse y ordenar su archivo que comprende el trabajo realizado entre 1955 y 1966 fecha en la que decide retirarse, ya que en esta profesión no se paga lo que uno vale y trabaja.
Estos personajes, cada uno en su época, han creado imágenes con un punto de vista original y personal que les permitió sobresalir al resto de sus colegas en esas épocas de mucha competencia y en las que trasladarse de un lado al otro aún resultaba difícil. Además han tenido el mérito de ordenar, clasificar y conservar sus negativos; son propietarios de las fotos que hicieron a lo largo de su vida creativa; esto es un gran mérito en el contexto del resto de sus colegas que trabajaban para otros medios o de forma independiente y que no advirtieron la importancia de cuidar y conservar sus imágenes; para ellos la foto no tuvo un valor mayor que el pago semanal o quincenal.
Tampoco los medios tenía el más mínimo interés en invertir para guardar y conservar la memoria de la vida de nuestro país que ellos estaban publicando, algunos medios como Excélsior, La Prensa, Novedades tenían sus archivos, sin embargo no le daban mayor uso sino para editar, de vez en cuando, una que otra memoria. Lamentablemente esos archivos están ahí esperando el rescate de historiadores y de aquellos interesados en recuperar nuestra historia, la que hicieron otros fotógrafos en el pasado.
Siempre hubo y hay muy poco interés en apoyar a la fotografía periodística, por ello es que nuestros amigos mencionados arriba destacan, entre varios cientos, en nuestra historia del siglo pasado, por su terquedad y amor a conservar lo que produjeron, por saber que la fotografía no muere al día siguiente, como dicen muchos, y también porque buscaron otra alternativas como la de exponer en galerías y museos. ¿Por qué no hacerlo?, ¿por qué no llevar la foto a otros espacios? ¿Cuál es el limite, por qué no llevarla a las calles, a las galerías, a las casas de cultura de los pueblos pequeños? ¿Acaso estos públicos no tienen también el derecho de ver nuestras fotos? Respetamos por supuesto las otras ideas. Por qué siempre pensar en los grandes museos, en las galerías de las ciudades más importantes y claro que debemos buscar que vayan a estos lugares también, mientras tanto mostremos nuestras fotos a otros hombres y mujeres, porque también ellos las pueden apreciar muy bien. Los usos para la difusión de la foto son muchos, además, por supuesto, del medio para el que trabajamos.
Para los maestros del fotoperiodismo mexicano no importó la falta de interés y apoyo, ellos se abrieron sus propios espacios y por eso la fotografía periodística hoy, y lo digo con orgullo, nos convierte en América Latina como líderes y con una tradición que se admira; podemos afirmar sin afán protagónico que hay una escuela y una forma de ver que nos caracteriza en el continente. Hay, pues, una buena tradición en el mundo del fotoperiodismo.
Porque no es solamente tomar la foto y ya, es necesario conservarla, guardarla para las generaciones que vienen, porque es nuestra propia vida como sociedad. En estas fotos vemos el dinamismo, la creatividad y dignidad de este país. Vemos la entereza y el carácter del mexicano.
El fotoperiodismo mexicano tiene la obligación de renovarse y de buscar otras alternativas ahora ya en plena era digital, que por cierto no nos hace mejores ni peores fotógrafos. El mundo digital nos obligar a ser más ordenados y responsables con nuestra propia producción. Ahora es más fácil tomar una cámara y hacer foto pero las fotografías no serán mejores mientras no comprendamos el sentido y la razón de fotografiar. El periodista no retrata para sí mismo, lo hace para los lectores de impresos, revistas y periódicos y páginas electrónicas, entonces nos falta una buena dosis de humildad.

Mi charla de esta mañana la titulé “El fotoperiodismo en México”; desde unomásuno a la actualidad, sin embargo quiero aclarar que es necesario que se reconozca la labor que se hizo en otros medios, particularmente en aquel Sol de México desde la misma dirección y el esfuerzo que han realizado otros medios en el mismo sentrido.
Sin embargo es unomásuno -que nace el 14 de noviembre de 1977- el que tiene sus mejores años bajo la dirección de un periodista hecho en la redacción y el reporteo, Manuel Becerra Acosta, quién supo comprender y valorar también la fuerza de la imagen como testimonio periodístico, la capacidad para convencer a los lectores de que las noticias son ciertas si están fotografiadas, si hay un testimonio visual, de otra manera quienes miran la noticia dudan, no tienen la certeza y la seguridad objetiva que da la imagen, incluso no importa que la nota esté bien escrita, bien contada con palabras. Becerra Acosta siempre reconoció, quizá por su formación de periodista que anduvo en la calle reporteando, que la imagen tenía cualidades y muchas ventajas de certidumbre, también supo que lo estético no está reñido con la información periodística; todo convencionalismo era rechazado, frente a la habitual “carne de presidium”, retratar la atmósfera que rodea a los personajes.
Los fotógrafos recibimos la orden de buscar y de reportear, de ver, observar, mirar detenidamente todo lo que ocurría en los eventos oficiales, en el reportaje y en todos aquellos lugares donde estuviéramos. De ir siempre un poco más al fondo de lo convencional y de cajon, de no retratar siempre el predium igual que transmitía la sensación de que todo era igual siempre y las caritas de los personajes, de ver a los políticos como lo que son, hombres y mujeres de carne y hueso, que comen lo mismo, que viven en nuestra misma comunidad y que cometen muchos errores que tienen que ver con todos. “Mírenlos como son, nada más, no son dioses, ni seres de otros mundos, retrátenlos así, pero con sentido, con intención, muevan la cámara, usen los lentes, forcen la película, que las fotos hablen, que nos digan que pasó allí, olviden -si es preciso- al personaje y también que su lente voltée a otros lugares, muévanse, caminen, no se queden parados luciendo su cámara nada más, no pienses en las buenas fotos que van a tomar, tómenlas, háganlas. Sueñen con sus fotos en la mano. Usen los recursos que les ofrece la luz ambiente, no usen flash de preferencia porque achata y mata la foto, la hace fea, sin esos tonos que nos permite la luz, los contraste de la bendita luz. Sobre todo observen. No dejen de pensar que sus imágenes van a mirarlas los ojos de nuestros lectores”, nos decía don Manuel con su estilo y con su manera de trasmitir las necesidades de la información que el periódico buscaba para salir de lo convencional. Una y otra vez nos repetía eso y más.
Un día, bajando las escalaras del periódico, me dijo “El periodismo y la fotografía tienen una deuda con los lectores; han estado muchos años en el olvido. Qué va a hacer usted”. No respondí, estaba asustado, su voz y tono imponía.
Unomásuno empieza a circular en el mercado nacional durante esta época histórica de mucha importancia para la sociedad mexicana, que había vivido represiones a estudiantes en 1968 y 1971. La sociedad buscaba apertura y espacios de expresión suyos, alternativas democráticas para desarrollar y crecer en todos los sentidos, igual que otras sociedades y dentro de este proceso de reclamos sociales de todos los sectores por sus derechos aparece unomásuno, que se pone de inmediato a la altura de las circunstancias y cambia de manera sustancial la forma y concepto de hacer periodismo en México.
En él todas las expresiones políticas, culturales y de pensamiento tuvieron espacio. Reportajes, periodismo de investigación, crónicas son cobijados, lo mismo que la foto que recibe espacio y apoyo para desarrollarse. Un nuevo criterio, de más apertura, otra la forma y la relación con el fotorreportero. En las juntas del diario las imágenes se evalúan por su contenido no solamente informativo sino estético, en este sentido la presencia ahí en el periódico de Carlos Payán Velver era fundamental ya que él venía del mundo de la impresión y de la relación con diseñadores y fotógrafos de calidad. Las fotos tanto para la primera como las de interiores eran seleccionadas desde la misma dirección, ahí en las juntas lo que nos permitía a los fotógrafos tener críticas siempre directas del director.
Vimos cómo la foto de portada no necesariamente era de política, sino de las que se llamaban de la vida cotidiana que eran de la calle, fotos que por su valor informativo y estético eran publicadas en la portada. Nos dimos cuenta que para estar ahí en la primera era necesario buscar la mejor foto de tal manera que la competencia fue dura y feroz entre todos los fotógrafos que comandaba Christa Cowrie. También el crédito se empezó a volver casi obligatorio salvo para aquellos que empezaban, tenían que hacer méritos para tener el privilegio de firmar sus imágenes. El concepto clásico y tradicional de retratar como si fuéramos fotógrafos oficiales fue cambiando paulatinamente.
Los políticos y gente del poder de todo tipo ya no eran los privilegiados, como ocurría en la mayor parte de la prensa escrita y televisión de aquellos años setentas. Ahora éramos más críticos, irreverentes, informales pero no irrespetuosos. Se hacían las fotos con gusto.
Manuel Becerra Acosta el director del uno, como le decíamos, tuvo la capacidad de designar a Christa Cowrie como jefa del departamento de fotografía, al frente de un grupo de machos porque en esos años la presencia de la mujer en el periodismo era muy rara, eran pocas las que se dedicaban a este oficio.
Ella tuvo que condescender con todos y sobreponerse a las grillas y a los celos de muchos y fue necesario un poco de sentido común y mano dura, cuando lo ameritaba, para poder controlar ese departamento de 8 fotógrafos, algunos de ellos que nos iniciábamos en este oficio del diarismo.
Había también otra mujer fotógrafa y que se había destacado por su formación académica y teórica, Martha Zarak que en el año de 1979 fue enviada junto con el reportero Marco Aurelio Carballo a cubrir la guerra a Nicaragua, fue según dicen los que conocen la historia desde adentro del periodismo, la primera mujer enviada a cubrir una guerra en esta época contemporánea. Muy jovencita, con apenas unos 23 años se fue con sus cámaras Nikon y sus rollos Tri-X en una mochila grande que pesaba muchos kilos, que la ladeaban porque no era muy alta, con las ganas de hacer las mejores imágenes, lo recuerdo muy bien porque la ví antes de irse, estaba emocionada y contagiaba a sus compañeros que la admirábamos por irse con ganas de meterse a los plomazos y las bombas. Y porque entonces no había cámaras digitales, ni tarjetas para almacenar cientos de fotos, ni teléfonos celulares ni páginas electrónicas ni computadoras, se tenía que revelar e imprimir en el baño del hotel en ocasiones con temperaturas de más de 35 grados.

Y Martha se fue porque como dijo Don Manuel no es posible que los chinos, los franceses e ingleses nos estén contando la historia, escrita y en fotos, de nuestros hermanos de raza y estando aquí tan cerca de nosotros. Quiero que sean el corazón y los ojos de una mexicana los que nos digan qué pasa ahí, seguramente los vamos a entender mejor y vamos a dejar las notas de las agencias a un lado. No vamos a depender de su información porque además ellos también tienen sus intereses y cultura. Y su forma de ver.


No quiero aburrirlos con estas historias, porque aún hay más, como decía un clásico de la televisión mexicana. Quiero compartir con ustedes, en esta oportunidad que me brinda la Sociedad Mexicana de Fotógrafos Profesionales, algunas reflexiones y puntos de vista sobre la fotografía mexicana.
Qué está pasando hoy con la foto periodística en nuestro país en general. Hay poca creatividad, muy poco esfuerzo de quienes se dedican a este oficio, casi todos están esperando una noticia impactante, dramática; una cornada de un toro, un incendio, algo espectacular, desastres, para tener la oportunidad de lucir y hacer buenas fotos de suerte que nuestro trabajo se publique en la portada y de ser posible un despliegue en interiores, con eso ya quedamos satisfechos y contentos. Eso no me parece mal pero la historia no debe terminar ahí. A los fotoperiodistas, claro que no a todos, nos falta ser propositivos y creativos, sugerir y pensar en opciones para mejorar nuestra producción. No basta, y nunca será suficiente tener la mejor cámara del mercado y la tarjeta con mayor capacidad, es necesario, desde siempre, ideas, valor, carácter y no tener límite ni horario para la creación de fotos periodísticas. Pienso que no debemos caer en la comodidad que nos permiten las cámaras digitales.
No hay esfuerzo ni compromiso con la imagen, no sentimos que se autocritiquen, en muchos medios se cree que por ser el más viejo y con mayor experiencia se es el mejor y en esto, como decía Faustino Mayo, “el día que sientas que ya hiciste tu mejor foto, mejor retírate porque esto no es para tí”
La mejor tecnología está aquí afuera ahora en esta convención y, por supuesto que debemos buscar siempre las mejores opciones de equipo, la marca que mejor nos resuelva las necesidades profesionales, sin embargo, insisto, urgen ideas y temas. También es necesario que el fotógrafo lea por lo menos su propio medio y si tiene posibilidades de leer todo lo que llegue a sus manos estará muy bien porque nosotros trabajamos con información, porque somos fotorreporteros y estar al tanto de la vida diaria, la cultura, la política nos da muchas posibilidades para poder encuadrar mejor y hacer fotos con intención y sentido, fotos que le digan algo a nuestros lectores, que por cierto cada vez más están leyendo menos y en el futuro, en caso de no encontrar alternativas los lectores serán cada vez menos. Y precisamente pienso que la fotografía es una buena manera de atraer a lectores sobre todo jóvenes.
Las razones por las que se lee menos en nuestro país son muchas, entre ellas la falta de competencia que hubo durante varios años en nuestro país, en donde los medios no se obligaban a ofrecer un mejor contenido para sus lectores, se limitaron durante años, y también es bueno señalar que no todos eran así, a publicar información oficial nada más. Otro factor es que vemos ahora más televisión, las horas que le dedicamos a este entretenimiento son muchas y lo que estamos viendo no es precisamente algo que nos ayude a pensar en los temas fuertes. La televisión, casi toda también, ha tomado un giro que nos hace ver un futuro muy triste porque ejercerá un control sobre las masas muy peligroso. Qué van a leer estos niños de ahora permanecen más de 6 horas frente a este aparato de control. Y el otro factor que hace que leamos menos es la internet.
Durante todos estos años en el periodismo, me hago muchas preguntas sobre la fuerza e importancia que tiene nuestro trabajo y si es real el impacto y atención que logramos con los lectores y si es cierto que los lectores toman conciencia con nuestras imágenes. Pienso que sí, que la fotografía de prensa tiene un papel fundamental para tomar conciencia sobre los temas de interés de nuestra sociedad.
Hoy en día vemos que muchos medios, en todo el mundo, están recurriendo a la fotografía, la publican a gran tamaño, yo diría que muy grandototas en algunos casos, particularmente de espectáculos y deportes y en menor grado de política. Es una buena idea y la celebramos, sin embargo, nos damos cuenta que en muchos casos no hay rigor en el contenido y generalmente nos preguntamos si son buenas imágenes. La idea es que no bastan fotos grandes sino que el fotógrafo tiene que meditar más sobre si se está siendo suficientemente propositivo. Hagamos un ejercicio, parémonos frente a un kiosko y puesto de periódicos y veamos lo que publican.
Para un fotoperiodista como yo, la foto no es más que la posibilidad de trasmitir esos momentos de dolor, de angustia, de felicidad de las personas en diversas situaciones. No he buscado la fama ni el prestigio al hacer imágenes, solamente quiero que le digan algo a la gente, que comuniquen con el mismo dramatismo con el que siento y veo. Nunca he dicho que mis fotos sean buenas o de una gran calidad; en cada toma que hago pongo todo el ánimo y ganas para hacerlas bien, nada más, si salen así, qué bueno. Porque yo lo que hago es compartir la alegría y el dolor de otros, de sus fiestas. Busco transmitir lo que sus ojos no pueden ver de cerca, los fotógrafos somos los ojos de ustedes, y como pienso que ustedes tienen el derecho de ver buenas imágenes hago un esfuerzo por hacerlas.
Esa es la ventaja de los que tenemos una cámara y andamos como papalotes por la vida o como dice Héctor García somos pata de perro por la vida. Nuestro trabajo es registrar la noticia, la vida diaria, el deporte, la cultura, la política sin mayores afanes esteticistas, pero sí pensando en que una buena foto debe tener elementos formales de composición para poder trasmitir mejor eso que vemos. La fotografía periodística noticiosa no está peleada con la estética ni con el arte, nomás si tenemos que ubicarnos.
Por nuestra historia, el fotoperiodismo merece otro trato, una mayor valoración de la imagen porque, lo repito otra vez, lo que no se fotografía no existe. La fotografía es una buena posibilidad para que la gente vuelva a creer en los medios, para que los dueños de los medios brinden mayor apoyo para impulsar la producción de buenas imágenes y para que la gente se sienta realmente satisfecha al ver buenas imágenes, para que las disfrute como sucedía hace algunos años en La Jornada.
A principios de 1984 un grupo de reporteros, articulistas y fotógrafos abandonamos el unomasuno y fundamos en septiembre de ese año un nuevo periódico: La Jornada en donde tuve la responsabilidad de ser el coordinador de fotografía. En esta responsabilidad me tocó organizar al grupo y también hacer una propuesta para el área de fotografía en la que básicamente pude señalar los puntos que me parecen más importantes y que permitieron a este medio convertirse en uno de los más destacados, siguiendo el ejemplo de unomásuno.
Primero se propuso que los fotógrafos de la categoría A ganarán más que los reporteros, por una cuestión de respeto y de reconocimiento al oficio y sí nos dieron -no recuerdo la cantidad exacta- dos o tres pesos arriba del salario de los reporteros A. También solicitamos que el 40 por ciento del espacio editorial fuera para fotografía y que se impulsara la realización de reportajes en el país y en el extranjero. Entre los reportajes más sobresalientes están el trabajo que realizamos en Nicaragua, Marco Antonio Cruz, Andrés Garay y un servidor, mismas fotos que se expusieron en el Museo de Arte Moderno, algo inédito en la foto de prensa ya que eran fotos del momento. Antes allí había expuesto Héctor García y Nacho López, entre otros.
Por primera vez un fotógrafo asistía a las juntas de evaluación para seleccionar el contenido del día siguiente.
También se consiguió editar un suplemento semanal con las mejores imágenes que por espacio quedaban fuera de la edición diaria, este suplemento se publicó en varias ocasiones y en donde la foto ocupaba el 80 por ciento del espacio y el resto se cubría con textos que apoyaban y con la publicidad que nosotros mismos conseguimos para poder llevarlo adelante. Conseguimos que el periódico nos diera un porcentaje por la venta de fotos y entramos en contacto con el INAH para que nos asesorara en cuestión de conservación de los negativos y las fotos. El proceso de revelado de negativos fue de primera, revelado, fijado y lavado para que se conservaran mejor y muchos años. Como ustedes saben en general, por el poco tiempo y la rapidez de la información, no siempre se usaban procesos completos y muchos de esos materiales, fotos y negativos, están dañados porque no fueron bien fijados o lavados. Muchos negativos y fotos se han perdido por los malos procesos de revelado.
Y La Jornada tuvo en efecto una buena recepción de los lectores, ya que junto con los buenos textos, las caricaturas y la foto el periódico llegó a tener una de las mejores ventas e influencias en la sociedad mexicana. Aunado al diseño de Vicente Rojo que le daba mucho juego a lo visual, logramos cambiar en mucho el espacio y la calidad de las fotos. Que sin dejar de ser periodísticas tenían una buena dosis de fotos bien compuestas. Además de que logramos buenas coberturas como la del terremoto del 85, nuestras fotos no sólo se publicaron en el diario sino también en el periódico francés Liberación y otros medios de España y Estados Unidos.
Le dimos más carácter a la publicación de fotos de la vida cotidiana y el nuevo periodismo que se había iniciado en unomásuno tuvo continuidad en este nuevo medio.

... Y luego en Cuartoscuro hemos procurado darle continuidad a eso que empezó hace casi tres años... Improvisar todo lo de cuartoscuro...

El fotógrafo de prensa requiere de una actitud frente a la vida, a la sociedad, debe tener un compromiso verdadero ante los hechos, con la noticia y en la medida de lo posible, asumir la responsabilidad que como ciudadano le corresponde. La responsabilidad de un fotógrafo de prensa de periódicos, revistas y agencias, de esa mujer u hombre que trabaja todos los días en las condiciones que sean y con la presión del tiempo siempre encima, no es solamente registrar y entregar las fotos a su medio e irse a su casa a descansar, debe pensar en que cada imagen tiene la posibilidad de convertirse en un momento histórico que servirá a las futuras generaciones a comprender su pasado mirando las fiestas, las gestas históricas y la vida diaria.
A pesar de la rapidez de la información y de la competencia es necesario que el fotógrafo de prensa se dé su tiempo para realizar las mejores imágenes. Que la prisa de la información no nos limite para hacer buenas fotos. Otro riesgo que se corre es que la memoria colectiva se perderá con mayor facilidad, porque aun con los negativos y con una cultura de conservación no se pudo conservar mucha de nuestra historia contemporánea producida en medios como el Universal, Excélsior, Novedades, el Nacional, en dónde están las fotos de estos periódicos. Se conservan, están en los archivos o se perdieron definitivamente y sólo queda el recuerdo.
Hoy en día resulta más peligroso tener una cámara que un arma, hay lugares como Nuevo Laredo o Michoacán en donde no es posible circular por las calles con la cámara al hombro o estar retratando la vida cotidiana por la violencia, es muy peligroso. En Monterrey, hace un par de años, la televisión local anunciaba que se tuviera cuidado con los robachicos y salía un fotógrafo retratando en la calle a niños en una escuela, así, con un chaleco de fotógrafo. Este oficio es hoy un peligro en muchos lugares.

Pedro Valtierra Ruvalcaba
Zacatecas, Zacatecas
Julio de 2007

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