Librarium


Eterno que detiene

Abecedario a propósito de Qué tiene de eterno de Angélica Delgado


Javier Acosta

a

Me desperté sabiendo que la eternidad es puro deseo. Me desperté sabiendo que lo único que desea el deseo es la eternidad. Me desperté sabiendo que no son cosas distintas. Hice todo lo posible por olvidarlo. Cuando lo logré comencé a escribir estas palabras.

b

escribo /porque no tengo otra manera /de ausentarme/y aunque me doy al miedo /si no pudiera escribir /moriría largamente //la vida no sería lo que sé / cuando escribo: /un poema soñado

c

Así como estoy me parece que escribir es una manera de irse al mundo sabiendo que no se llegará jamás al mundo. Sé qué no sé que es mi vida cuando escribo. También cuando sueño y cuando amo. Cuando amo sueño, cuando sueño el deseo es quien me ama. Ella no se imagina sin escribir. Yo lo podría dejar ahora mismo, si me lo propusiera ­—como lo hice ya con el tabaco, las novelas, el vegetarianismo y el café sin azúcar. Sé que si me lo propongo puedo escribir sin recordar que no sé qué soy, ni qué es la vida.

d

Sólo por no decir algo, escribo. Sólo cuando las palabras empiezan a bajar la voz se escucha el estridente soplo de la Diosa. La Diosa siempre habla a gritos, pero no siempre acatan las palabras su aviso de silencio.

e

busco lo justo para no darme/ y sin embargo /en cada palabra nos vaciamos /hasta quedar insatisfechos

f

Tenía un amigo que era un aprendiz de santo. Para tener algo que dar, se vendía al mejor impostor. Andaba siempre con el estómago vacío, por si había algo que comer. Veneraba sobre cualquier cosa su hambre y su pobreza. Me regaló su computadora portátil y un libro inédito que metí a un concurso. Gané un premio en metálico, se lo entregué, con el dinero abrió un puesto de tacos; me reembolsa las ganancias íntegras cada ocho días. Dice que quiere ser como yo cuando tenga cuarenta.

g

Quisiera describir un libro que no existe. Contarte como es; la temperatura de sus hojas, el tamaño de sus letras. Todas las cosas que te pasan si lo lees. Describirte sus ilustraciones, copiar algunos párrafos —a eso quiero dedicar el resto de mi vida. Recorrerlo de la a a la z con el rabillo de los ojos, lo que se alcance a ver durante el más breve de los parpadeos.

h ―muda―

Cómo quisiera leer el libro de lo no escrito. Pero quisiera aún más liberarte de la pesada losa de escribirlo. Quiero escribir el libro que hable del libro de la misericordia; pero dejar intacto el inescrito Libro de la Misericordia.

h ―audible―

entre hojas blandas /un capricho cotidiano /borrones de poeta /el infinito impregnado /en un libro no escrito /lo que no he de escribir /grita //en la hoja muda

i

Me gusta mucho la letra i, cuando la veo se me olvida todo lo demás.

j

Sólo de reojo vemos la eternidad, aflora en el reojo. El parpadeo. Parpadea lo más rápido que puedas. Más rápido. Más. Ya casi. Si lo haces más rápido, cuando menos acuerdes, vas a mirar un poquito de eternidad.

k

La eternidad no está en los ojos ni en el párpado, ni en el parpadeo, ni en la hoja prolija ni en la hoja en blanco. Ni en el ojo, ni en la hoja. La hoja es el ojo, las palabras el párpado.

l

Sólo lo pasajero permanece y dura —dijo aquel cuyo nombre debe ser reservado. El amor dura, el odio también dura. Nosotros vamos de uno a otro, como hojas del viento. El amor y el odio siempre tienen dientes de leche, siempre con ellos nos destripan.

m

a paso lento y firme me obligue a amar /obtuve el desamparo /sólo amamos así /perdidos de antemano /perdidos de nosotros

n

Sólo de nosotros no sabemos nada, no sabremos nada, porque uno no se sabe. Es fácil decirlo, más fácil hacerlo, todavía más disimularlo.

ñ

La eñe es la hermana gordita de la i. O una i que se la lleva el viento. A lo mejor si la i es una ñ vista de lado.

o

un poco de sal para el delirio /mañana vendrás /cortaremos magnolias /me brillarán menos los ojos /nos traicionaremos

p

Eros y eris. Amor y Discordia. El odio es tan cantable y galano como el amor. Pero hay un interdicto, una condena de silencio sobre los grandes beneficios que la discordia entrega a la poesía.

q

la vida es un huerto donde florecen /los demonios

r

Me gusta escribir porque no puedo.

s

Me gustaría leer porque no puedo.

t

Me gusta mucho el tabaco porque apesta a tabaco y ya no fumo.

v

no puedo escribir: /me escribe el tiempo

w

época de grillos / las velas se encienden: ponen fin /a la oscuridad de las palabras

x

Vivíamos en una casa atestada de grillos. A la idiota de la dueña se le ocurrió que nos mudáramos. Con ese poema me acordé de ellos. Atravesaban la casa para ir de un patio a otro. Algunos dicen que cantan, a mí me parece un soberano escándalo. Pero ya no sé de qué viven, si acaso les van a echar insecticida. Pagaría otra vez dos mil quinientos pesos mensuales por volverlos a oír, alimentarlos con hormigas o moscas de la fruta.

i griega

no saben /no saben de un libro abierto /con su luna /su estrella / su nube /extraviado en la banca de algún parque

z

Si ya no me quieres déjame que te cuente cómo es el Libro de la Misericordia. Cómo se puede no escribir, cuántas páginas tiene, como se las lleva el viento, como sus letras parecen hechas a lápiz afilado con dientes de leche, como hay corazones rojos atravesados por flechas de crayola. Cómo está manchado por índices sucios, cuántas veces lo han comprendido al pie de la letra los analfabetos. Déjame que te cuente qué tiene de eterno el viento que abrirá sus hojas al azar, cuando por fin lo encuentres en la biblioteca más pobre del mundo.

Si ya no me quieres déjame contarte como es el inescrito Libro de la Misericordia. Así las cosas son más fáciles.

—Comentario a Qué tiene de eterno, de Angélica Delgado.

Ediciones de Medianoche, 2007; 92 pp. Los textos

en cursivas corresponden a poemas del libro.

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