Los climas que he vivido me han hallado.
La tramontana es un viento frío, legítimo;
Provenía del norte de Figueras,
Entre litoral, palabra y monte
Eugenia reveló que algunos
Se vuelven locos si les da de frente,
Ya no pude dar la vuelta.
Calima: es la señal que llega hasta España
De la tormenta de arena del Sahara,
Ahí alcancé otra vez a Elena.
Se fue la luz en toda la isla y esa noche
No cenamos. Esa noche no brindamos.
El cielo era rojo cabalmente todo polvo.
Siroco en Venecia, viento nativo de verano;
El Adriático quedó indefenso,
Eso causaba antaño una epidemia
Mas yo tomaba el aire
Igual que el mar y la montaña;
Ahora reúno esa dolencia:
Tiempo —arena—, epidemia, locura y desamparo.
Rita Vega Baeza
Psicoanalista y poeta
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