Revistero

CUARTOSCURO 87

Siempre (me gusta decir siempre), después de cierto tiempo volvemos a Cuarto Oscuro ¿es porque en los lugares con poca luz se develan misterios escrupulosos o es sólo la posibilidad de escondernos por un rato? Lo que sea, aquí vamos otra vez a meternos entre sus páginas, toqueteando sus paredes sin buscar un interruptor, como en un túnel, con la cabeza agachada y a paso lento.
En esta edición número 87, el Cuarto Oscuro nos envuelve en un ambiente fúnebre al presentar fotografías post-mortem donde increíblemente observamos (como gatos negros sentados en la barda de una esquina a media noche) que con el tiempo nos vamos poniendo cada vez más tiesos y con cara de serios.
Sí, creo que después de todo y cierto tiempo volvemos a la intensa lucha contra el tiempo, una batalla campal contra los estragos que causan los minutos en nuestra imagen y claro, desenvainamos nuestra cuadrada espada de flashes, la única capaz de mantenernos a salvo, en un espacio indefinido, suspendidos por ahí en la nada del mundo, con una mirada congelada hacia el ojo de un cíclope.
¿Y quien no ha deseado aunque sea una vez en su maravillosa vida en estar en esas condiciones de oscuridad en compañía de uno que otro ser vivo? Tal vez sea una ironía que en esta ocasión nos acompañen los muertos con todo y sus coronas o guardados en su ataúd con los ojos cerrados, y por otro lado la catástrofe en Tabasco inundado, con cuerpos de rescate en chalecos fosforescentes.
Pues bien, ahora que descansamos un poco de la palabra ‘tiempo’ y su incesante abismo de reloj (pienso que a veces vivimos dentro de un reloj como en una especie de vitrina y del que nos asomamos de vez en cuando como de una ventana) veamos (es lo que nos queda por hacer) con el ojo linterna que tenemos para un Cuarto Oscuro, veamos entre los negativos el color ámbar del recuerdo, veamos.
Señor se vale ver, ver y sólo ver, incluso con los ojos cerrados, con los dedos o a través de un vidrio transparente, un lente óptico que transforma el recuerdo en ilusión o la ilusión en una página y la página en una foto que a su vez se vuelve memoria y ésta última es el testigo de todo pero ante nada del tiempo (maldito tiempo que siempre hace llegar tarde a las citas puntuales) otra vez éste término, tiempo, para terminar y siempre volver al Cuarto Oscuro.

Citlaly Aguilar Sánchez

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