Stella

BEN KWELLER

Como un día de sol cuando hace frío, así suena Ben Kweller, con el piano a un lado, dejando caer sus dedos sobre teclas que son como galletas de chocolate rellenas de crema blanca. Ben Kweller con su cara de niño bueno y cabello rizado, voz neutra y la dulzura de las luces navideñas en la calle, presenta música para mojarnos de esa sensación de aislamiento habitacional que aparece con el ocaso.
In Other Words es, en especial, la canción que buscaba para ese momento en que el teléfono no suena y uno a veces quisiera estrangularlo, con su cordón tan enredado, y él siempre tan soberbio nos observa con su sonido vibrante y no hace mas que desesperarnos un sonido insensato de mariposas volando; luego de unas horas de locura, al igual que Kweller me pregunto ¿qué es hermoso? La respuesta suele ser molesta.
On My Way del albúm On My Way suena sarcásticamente deliciosa; sarcástica como la sal de los animales del bosque, deliciosa como la leche tibia antes de dormir y en la mezcla de estos dos conceptos uno se da cuenta que tal vez la interpretación de cada nota es sujetiva, es decir, el inglés varía.
Family Tree incluida en el disco Sha Sha tiene esos “mbop mbop” que tanto nos gustan en las melodías, un “mbop mbop” ritmo que combina con cualquier superficie de sol a medio día, con árboles que agitan su melena al contacto con el viento y parecen cantar también; el mundo es curioso.
Pudiera ser que todo el caos auditivo que arrastramos sea consecuencia de las fechas y las masivas compras de masivos hoyos negros en el pecho con masivas esperas, masivos desencuentros masivamente encontrados. Por otro lado, la expectativa siempre causa un piano estrepitoso en el alma con acordes agudos, casi chillones ¿cómo escapar a tan dulce tortura?
Ben Kweller, en este caso, como en cualquier otro pudo haber sido cualquiera, fue el encargado de acompañar dos que tres días invernales (o con ‘f’) y si lo recomiendo es porque lo ha hecho bastante bien. En la escala de emociones encontradas nos mantiene zigzagueando entre un ‘maldita sea’ y el ‘Ok, me vale’.
Ya una vez empapados de toda esa maraña verdosa (por la navidad), quisiera atreverme a decir que estamos a salvo ¿no es hermoso lo que digo? Lo es cuando descubrimos que en realidad es nada; un par de razones para tener frío no son suficientes para tumbar las estrellas del boulevard y entonces nuestra silueta comienza a bailar de puntitas al ritmo del Sundress de Ben Kweller.

Citlaly Aguilar Sánchez

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