Mariposas al vuelo

ENAGUA


Mujer de enaguas infinitas

como la espera del insomne,

déjame escuchar tu voz,

embrujo nocturnal en la

vela inagotable,

límpida y perfecta,

aguijón de abeja que traspasa y envenena

Préstame tus ojos brunos,

que milagrosamente conducen a la luz,

necesito mirar al mar y entender lo inagotable,

observar al árbol y enamorarme del hombre

ver alimentarse a los becerros y saciar el hambre

Mujer de perpetua bondad,

aunque todas las noches oscurece

tú siempre miras al sol

aunque asesinen a tu padre

no te cansas de alzar la voz

Constante, absoluta,

te entregas como el colibrí a la flor.

Hija del arcoiris,

el púrpura se enreda en tus largos brazos

y desciende por tus muslos,

el añil sublime, se ciñe a tus caderas

y a tus pies los calza el bronce

Piel de chocolate y sonrisa nevada,

juguemos a inventar palabras que digan amor, odio,

te extraño, qué maravilla es la vida

No te canses mujer,

de hacer de la nube una oda a la espuma

oceánica de tu origen

Háblame teca huiini siempre,

del espejo que es río y contiene los versos infinitos

como tu enagua, de la poesía...

Anasella Acosta.

Escritora y editora de la revista Cuartoscuro.

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