Sonido y visión

JOHNNY INDOVINA: DEL DRAMA HUMANO AL SONIDO DEL CORAZÓN AZUL

Las aguas por las que navega son oscuras, aunque por momentos se vea la luz: eso sí, siempre tras un velo melodramático. Sus terrenos son los del gótico, aquél que empezó a tomar fuerza durante el ecuador de los años ochenta y se consolidó durante los primeros de los noventa. Busca sonorizar el drama humano con voz profunda, limpia instrumentación y evocativa propuesta melódica: dentro de las penumbras, puede sentirse el mundo interior, encontrar la causa y el efecto, escuchar canciones de la revelación y enfrentarse a la solemnidad del sol con un buen par de lentes oscuros.

Se trata de Johnny Indovina (05/08/57), portavoz de una sentida melancolía no exenta de energía y contenidos rasgos de efusividad que apareciera en escena con el efímero proyecto conocido como Models a principios de los ochenta en Nueva Orleáns, justo cuando el new wave se posesionaba de las tendencias musicales. De ahí nos vamos a Los Ángeles unos cuantos años después, hábitat propicio dadas las tendencias musicales, donde nuestro personaje logró conformar un ensamble conocido como Human Drama (de múltiples cambios de alineación), escuchado por primera vez en el recopilatorio Scream: The Compilation (87) con la canción Wave of Darkness que los emparentaba con The Mission.

Finalmente, en 1989, verían la luz (es un decir) el EP Hopes Prayers Dreams Heart Soul Mind Love Life Death, en cuyo título se reflejaban las principales temáticas próximamente abordadas, y el debut largo Feel, firmado por la compañía RCA con la que tras ciertas desavenencias, se rompería la relación para refugiarse en el sello independiente Triple X. Con piezas como Death Of An Angel, I Could Be a Killer y The Waiting Hour, se empezaba a dibujar, en un trazo aún más eléctrico en comparación con lo que vendría después, el particular cosmos poético y sonoro del acoplado, con influencias claras de gigantes como Bowie, Cohen, Reed, Cale, Lennon y toda la atmósfera dark de aquellos años, aún con cierta reminiscencia punk (léase Joy Division).

Si el cliché de “cada cabeza es un mundo” suena a incapacidad dialógica, cierto es que todos llevamos todo un planeta interno por recrear, descubrir y colisionar: The World Inside (92) es la exteriorización de todo el romanticismo trágico con iluminaciones esporádicas de reencuentro. Para muchos, su obra más acabada: las cuerdas y las guitarras electroacústicas han tomado por asalto la propuesta orientada más hacia un tono confesional, de indudable cercanía con el escucha: es de esos discos que susurran buscando la complicidad del otro lado de la bocina.

Es así como, de acuerdo al viejo y conocedor fan Hervé Prado, “el Drama Humano se introduce poderosa y nostálgicamente en el desierto de espejos de nuestra conciencia, viajando por las afelpadas rutas del Gótico entre sombras y amores escapados” (1995). Y esta recuperación de realidades internas se orientó al homenaje: con Pin-Ups (93) tomaban prestado el nombre del álbum de 1973 de David Bowie para recrear portada y canciones de sus grandes y admiradas influencias y fuentes de inspiración, entre los que se ubicaban los Kinks, Rolling Stones, Genesis, Tom Waits, Nico y Pink Floyd, además de los ya mencionados.

EL LATIDO TRISTE DEL SOL SOLEMNE

Con el sello Projekt, especializado en las oscuridades y sus criaturas, firmaron en Nueva York un EP en 1994 y el nutrido Songs of Betrayal (95), combinando ciertas exploraciones sonoras con el estilo e instrumentación propias: ahí están las contrastantes Tired, Sad I Cry, Remember Well y This Forgotten Love (Three Years Gone). La consola estaba puesta para el esperado álbum en vivo: Fourteen Thousand Three Hundred Eighty Tour Days Later (97), que terminó resultando un fiel texto de la intensidad compartida en sus conciertos, particularmente en nuestro País, con el que establecieron una profunda y ferviente relación, como quedó demostrado en el álbum Momentos en el tiempo: Johnny Indovina Live Acoustic (02), con algunos cortes grabados en México y después editado con el título en inglés en el 2005.

Regresemos un poco: con Solemn Sun Setting (99) la capacidad expresiva se mantenía intacta, así como la fluidez para musicalizar angustias en estado de indefinición, ya sea a partir de un rock de estructura reconocible (The Ways And Wounds [of my world]) o con base en un trazo más acústico que envuelve a un lacónico piano descendiendo junto a las cuerdas de siempre (Love´s Way, A Single White Rose) o a una flauta en apariencia extraviada (King Of Loneliness).

Tras el eficaz recopilatorio Best Of Human Drama… In A Perfect World (00), apareció Cause And Effect (02), recorrido más en clave pop que reflexiona sobre los resultados vitales y las circunstancias que los produjeron; como en todo su repertorio, hay tiempo para grabar un cover: Dance Me To the End Of Love, clásica de Leonard Cohen, gran poeta metido por fortuna a músico. En apariencia llegamos al final de Human Drama, es decir, la propuesta de Indovina bajo esta nominación, porque bien sabemos que él era el corazón de la banda; un poco, si se vale la comparación, como Trent Reznor lo es de Nine Inch Nails.

En su más reciente proyecto, Sound of The Blue Heart, el multiinstrumentista parece acercarse al lado luminoso de la luna: en efecto, Beauty? (07) se mueve por tonos azulosos, de una tristeza moderada o acaso paliada por coros plenos de serenidad y una instrumentación resistente a la depresión. Con la producción de Michael Rozon, viejo conocido y la participación de algunos de sus colegas en la anterior aventura (Ciravolo, Zimmerman, Mallory), el disco se articula a partir de un par de versiones (la clásica Can´t Get It Out Of My Head de ELO y Pantomime Clown del misterioso Damien Youth) y nueve más de propia cosecha con cuidada factura e indudable elegancia, quizá sin la intensidad de antaño.

De la susurrante The Great Escape, con los monstruos acechando en la cama, a la atmósfera del cabaret de los años treinta esparcida en I Cannot Look Away; de la remembranza como una forma de volver a amar en la pausada Elizabeth’s Song, al cuidado de la entrega amorosa desgranada en Empty Heart; de la accesible, armónica e interrogadora Beauty? con sus coros convertidos en puentes para describir el Mad Mad World, de precisa instrumentación, al olvido y no me acuerdo de He´s Forgotten How To Dream, cual regreso al mundo acústico de Human Drama; del amor que se mueve a pesar de los diques en River of Love, al amor que busca evitar la inminente pena en Love And Its Sorrow.

Johnny Indovina estuvo en algunas ciudad de nuestro País: si creemos en que el amor puede esperar A Million Years o que todo debe pasar Through My Eyes, dejemos que This Tangled Web nos atrape en definitiva para quedarnos entre Fascination and Fear. Del drama humano al sonido del corazón entristecido.


Fernando Cuevas

Nos escuchamos después.

Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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