BUIKA: NOSTALGIA AFROESPAÑOLA

Voz de mestizaje múltiple en la que se vinculan herencias tribales con apuntes jazzísticos; estética gitana con vibraciones flamencas, y sentimientos de colores mediterráneos con aires andaluces de recordada emotividad. Al escucharla, se queda la sensación de estar frente a muchas mujeres integradas en una garganta: su tez oscura coronada por una melena laberíntica se entrelaza con su mirada diáfana, llena de nostalgia pero también de inteligente capacidad de admiración. Nos vamos del festejo al lamento convocante.

Estos son los soportes para el canto rasposo y profundo de Buika, nacida hace 35 años en Palma de Mallorca aunque con raíces en Guinea. Hija de exiliados políticos, nació en el barrio chino de esta ciudad española y pasó algún tiempo cantando en bares de la localidad hasta que se mudó a Madrid, donde continuó con su trayectoria. Fue en el 2000 cuando se fue a Las Vegas, donde actuaba en centros nocturnos y llegó a imitar a Tina Turner y grabar para Blue Note.

Tras un disco homónimo, grabó su célebre opus 2, Mi niña Lola (06), en donde sus composiciones se desgranan con una particular mezcla de sutileza y sentimiento a flor de piel, y que representa una ecléctica ensalada sonora que consigue derribar fronteras auditivas: la copla y hasta el tango aparecen también como invitados a esta pequeña muestra de música popular enraizada en diversas tierras distantes, aquí entrelazadas. Un viaje para dejar libre el sincretismo que todos llevamos dentro, con todo y sus nostalgias.

El disco abre con la canción titular, de procuración paterna con la mencionada niña ya con la cara del color de la amapola, sostenida por discretas percusiones y piano acompañante para dejar que la protagonista sea la vocal. Ojos verdes huele a recuerdo pausado y saboreado una y otra vez: un encuentro de esos que sólo pueden durar una noche por la intensidad del fuego encendido.

Una gitana que al ganar dinero y fortuna pierde todo lo demás ocupa la historia de Te Camelo, en la que Buika se asume como narradora didáctica expresando la tristeza del gitano que añora a su querida Mari Carmen. La primera composición propia del disco es Ay de mi primavera, estructurada a partir de un tango escapista que aboga por la lentitud necesaria para la búsqueda permanente, a la que le sigue A mi manera, también de su autoría, que suena a declaración de principios personales y artísticos, se desgrana como una copla recuperando apuntes clásicos del jazz.

“Quiero emborrachar mi corazón / Para apagar un loco amor / Que más que amor es un sufrir”; así se confiesa la cantante en Nostalgias, mientras que con Triunfo nos introducimos al barrio y sus amores en pleno florecimiento. Bulería Alegre es una composición propia junto a Javier Limón que destila optimismo al tiempo que la susurrante Love, con estrofas en inglés, se desplaza con calma y modulaciones plenas de dulzura que se combinan con un sutil bajo.

Con Loca se marca la necesaria distancia frente al resto entre discretos aplausos flamencos e instrumentación sobria: “Devuélveme el cachito de mi corazón / Que me robaste mientras / yo estaba dormida / Yo sólo quiero que me vuelvas la razón / Que un día perdí cuando juré / Que te amaría toda la vida.” Para cerrar este sorprendente acoplado de canciones, ahí queda Jodida pero contenta, de rítmica efusiva aunque manteniendo la discreción necesaria para dejar que sea el canto el que atrape la atención, sólo dejando terreno a ciertos apuntes de trompeta y guitarra acústica.

Concha Buika nos visitó en el marco del Festival Cervantino y en la Ciudad de México. Una buena oportunidad para seguirle la pista a cómo las coplas se fusionan con sonidos de allá y de acá para reconstruir estados de ánimos no por contrastantes, ajenos. La Alhóndiga retumbó con sonidos llenos de nostalgia afroespañola.

Fernando Cuevas

Nos escuchamos después.

Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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