La poesía, el poema, el poeta (1)

La poesía, el poema y el poeta encarnan una misma singularidad absolutamente única e intransitiva que toca y trastoca el orden de la finitud humana.

La poesía

La poesía es una experiencia radical del lenguaje y del mundo, del mundo del lenguaje y del lenguaje del mundo. Se suele asociar la manifestación de la poesía con la realidad y el misterio de lo real, pero todo ello sólo es posible a través del lenguaje. Hay poesía porque hay lenguaje, y el lenguaje implica en su esencia una construcción poética, una metáfora del universo que al nombrarlo lo crea y recrea.

Hoy los lenguajes humanos sufren una embestida brutal de y desde el mercado y su mediación a través del mundo del espectáculo. Frente a esto, la poesía tiene la capacidad de vivificar el lenguaje, de reanimarlo, empero es un quehacer muy difícil, pues la sociedad del espectáculo virtual intenta hacer del lenguaje, con todo lo que puede, una mera correa de transmisión del capital. La virtualización del capital se materializa en el objeto de consumo. Es aquí donde la poesía tiene sentido, cobra todo su sentido existencial como apertura de la vida en el lenguaje.

El acto poético tiene una raíz común junto con los actos religioso, filosófico y artístico: son actos de escucha de la alteridad. Sin ser su intención expresa, el acto poético concreta aquello que los teóricos de la diferencia y de los estudios culturales tanto anhelan: una apertura realmente significativa a lo otro y los otros.

Parto consentido, la poesía crea y recrea mundos. Abrir y crear el sentido nos remite al acto poético. El sentido no es una cuestión meramente lingüística, sino que afronta y confronta el lenguaje con su Afuera. Desde Safo hasta Antonio Porchia y Roberto Juarroz, la poesía posibilita el encuentro; constituye la forma por excelencia del encuentro. La poesía está antes y después de la escritura. El ser de la poesía es el acontecer de la excepción, el hallazgo y el misterio de encontrarse. El encontrarse instaura el estado de nacimiento del universo de las cosas para una experiencia sintiente.

En el mundo contemporáneo la divisa del ser y el estar es el capital. No es casual que la realidad se materialice como objeto de consumo; el consumismo es la religión laica de nuestro tiempo. En tal contexto, la poesía tiene un carácter extraño e incómodo; ya que si no queda reducida a las modas y modos del mercado mediático no entra en el hit parade de la cultura. La poesía, junto con el arte, la religión y la filosofía, ha sido una actividad subversiva, no redituable para el orden social hegemónico. Sin perder su vocación fundamental que consiste en develar el encuentro del ser humano con el mundo, hoy la poesía tiene que concebir otros medios, cursos y recursos. Internet, la realidad virtual, las nuevas formas de comunicación tienen que pensarse como vehículos expresivos de la poesía. Lejos de oponerse a la manifestación poética, las nuevas tecnologías abren vías inéditas de creación y recepción. La experiencia poética tiene posibilidades inéditas de potenciar la subjetividad humana desde el caleidoscopio de la complejidad tecnocientífica.

Sigifredo Esquivel Marín

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