Soldadera 126

Perímetro del aire

Hay una mano que acomoda el flequillo
para disimular el paso de los vientos.

La rosa que señala su mansa dirección
detrás de las orejas: como esos mayordomos
que llevan un recado a la hora del brindis.

La canción que se oye cuando nada se oye,
cuando parece que te caes
como el valor humilde de artículos usados.

El útero del aire se acomoda en tu mano
Es un recado de la lluvia,

la rosa simple que gira con tu pelo,
el satélite tibio que va contigo a todas partes,

un escueto recado sobre la inclinación del mundo,
sobre la dulce propagación del frío.

Luego la mano atiende otros asuntos,
la cruz que puede dibujar sobre tu pecho

el hueco en el que bebes agua.
Pozo para reconocerte,
dedos para contar los dedos de la mano:

la mano que se enfría cuando estás en apuros,
leña que aviva
el horno de los vientos.

Javier Acosta

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