Soldadera 134

[Diciembre 16 de 2007]

Ese día se levantó temprano: a las 6 am. El programa de las labores por venir, lo instaba para tal acción. Lo primero que hizo fue preparar la mochila Gitano© y la que lleva cotidianamente a Sombrerete (una Reiss© gastadísima que compró en las tiendas de segunda). En ambas bolsas colocó un par de EPS y diversos objetos que debía entregar. Luego desayunó. De la casa salió a las 8:15, procuraba, con esa premura, tomar el autobús de las 9am para Tlaltenango. De coincidencia, estaba un taxi de los de Localia en la esquina de la calle donde vive. Este hecho le permitió estar en la estación de autobuses a las 8:30 y comprar sin prisa los periódicos locales.
Los diarios los ojeó ya instalado en el autobús. Cerró la lectura en Malpaso, para dormir un rato. Pero los saltos que daba el camión, por los inútiles topes de las calles de Jerez, lo despertaron. Entonces volvió a leer. Antes de arribar a Tepetongo y de vez en vez de chequear la película que proyectaban los monitores, inició la lectura de La diferencia. A este libro le destinó como separador la invitación que le enviaron Violeta Tavizón y Eduardo Aguilar para la inauguración de la exposición invernal del Museo del ex convento de Guadalupe [es la extraordinaria muestra fotográfica “Guadalupe en mi cuerpo como en mi alma”].
La lectura la ejerció sin atender el orden del impreso. Incluso comenzó la revisión en el índice onomástico. El objetivo era localizar a los más citados y a los nativos de Localia [Este acto da cuenta de que acepta la idea de que los sujetos son los motores de la historia (Cfr. Krauze, Carlyle, Emerson, Mosca). En este tenor, a los sujetos los textualiza, y a los libros de este género los sitúa como relatos autofictivos, donde los individuos funcionan en las secuencias como actantes o antagonistas; procurando conocerles el rol que desempeñaron: ¿Quiénes son los cortesanos y los asistentes de reparto?, y ¿quiénes son los actantes? -que en esta ocasión los autores les llaman “el generador del mensaje y los mensajeros”-.]
Al concluir el índice onomástico, pasó a las páginas donde los localios son citados. Como no marcó las primigenias líneas que leyó, proyectó la imagen de que los datos le fueron intrascendentes. Sin embargo, la impresión desaparece al escuchar las referencias que hace acerca de los localios y el libro; lo ha hecho en los corrillos donde participa (más la tertulia de san Comelitón, que en 2008 cambió su denominación por la de Los Pro gubernamentales). Pero donde da más indicios de que sí efectúo apropiación y negociación con el contenido, es por la recuperación de otros textos –tanto en fotocopias como en formato de libro- que abordan el estudio de las redes sociales. Los ensayos que revisó son: Análisis de redes sociales. Orígenes, teorías y aplicaciones (Requena Santos), “Propuesta de análisis y fuentes para el estudio de las redes sociales de poder” (Vázquez de Ferrer, et al.) y Configuraciones y redes de poder (Bertrand).
La búsqueda de los textos y su posterior lectura (a La diferencia), ocurrió tras leer el concepto networking [“Sobre el tema de Marta en el juego político, la versión de un acceso inconveniente, injusto, casi de ladito y por circunstancias ajenas a la política de palacio, aunada a su interés y su confeso gusto por la construcción de redes de relaciones (‘networking’, como Mastercard©, no tiene precio ni traducción), suena cierta, y trágica”, p. 376].
Esa localización, la del citado término, influyó para que el lector piense que el autor del capítulo “Bajo protesta…”, es Jorge G. Castañeda. Pues el excanciller también utilizó el término en el libro Sorpresas te da la vida. México 1994. Ahí lo cita en el capítulo donde analiza al Grupo san Ángel [“En una primera instancia, el Grupo San Ángel reflejó un esfuerzo de lo que los americanos llaman net-working o construcción de redes, de Demetrio Sodi y el autor de estas líneas (se refiere a sí mismo Castañeda). Pero constituyó también una especie de ‘parador’ español, donde cada quien llega con lo que trae. Sodi, Fuentes, González Pedrero y otros tenían sus ideas de hacia dónde debía ir el Grupo y para qué podía servir. Yo también, pero ninguna de esas visiones se materializó del todo, aunque, en efecto, unas cobraron mayor vigencia que otras. Era lo propio de un agrupamiento verdaderamente plural, rasgo que constituyó desde un principio la virtud esencial del Grupo”, pp. 78-79].
La lectura que realizó durante su viaje a Tlaltenango, aunque la hizo sobre los fragmentos que le interesaban, por el hecho narrado y por el personaje aludido, la selección estuvo fijada en la limitante del tiempo. El traslado a la antigua ciudad de Sánchez Román se hace en tres horas, por lo que en ese transcurrir debía ojear y situar los puntos de interés. Pero además las condiciones físicas del transporte no daban las condiciones óptimas al lector. El espacio le impedía tener un vaso con café, los marcadores para subrayar o un área para relajar el cuerpo. Fue entre el lunes y martes de la semana que cerró la lectura del libro. Del impreso leyó íntegros sólo cuatro capítulos: el uno, el cinco, el siete y el ocho.
Por cierto, aunque raya en un recuerdo obligado, el viaje le hizo recuperar fragmentos de En el solar en el diario: “Después de siete años volví a recorrer las leguas y leguas de alcaparras, hasta alcanzar el puente pegado a mi lugar, el puente sin arcos, el dramático puente sin concluir a cuya vista se detienen los carruajes […] He hecho un descubrimiento: ya no sé comer. De convite en convite, mimado por la urbanidad legendaria de aquí, he comprendido mi decadencia”. Respecto a las revistas EPS que llevó, las obsequió a sus anfitriones. Estos, le han comentado al lector, que después de leer el semanario español, lo pasan a la sala de espera del consultorio médico que atienden. Y ahí, los impresos tienen diferentes usos: desde material gráfico para atenuar la espera, hasta objeto que piden prestado los asistentes –pese a la cortesía, el impreso no tiene retorno-. Le comentaron que los asistentes esporádicos son quienes más se llevan las revistas y que los permanentes procuran el suplemento que hojearon en la consulta anterior. El lector aprecia estas referencias porque aprende cómo perviven las formas de circulación de los impresos en el interior de macro Localia y cómo son valorados.
Marco Flores

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