Soldadera 127

LOS DISCOS DEL 2007


Un año en el que algunos dieron sus discos gratis como Prince o Ray Davies; otros dejaron que cada quien pagara lo que quisiera, como Radiohead y hubo quien terminó largas relaciones con su empresa, como Paul McCartney; algunos más se reunieron sin disco de por medio para volver a tocar juntos (Led Zeppelin, Genesis, The Police, Van Halen y hasta las Spice Girls).
Parece que las formas de producción y comercialización se están transformando y, por ende, la relación entre disqueras, artistas y público: todo sea para que la música fluya con más facilidad y pueda llegar a más orejas, sin que la posibilidad económica siga siendo tan fuerte limitante. Un fugaz repaso por ciertos discos que aparecieron en el 2007. Veamos.

FEMINISMOS MÚLTIPLES
Con su reconocido toque urbano, desde la acera de enfrente se dejó escuchar Kala de M.I.A (álbum del año de acuerdo a Rolling Stone), así como Alright, Still de Lily Allen y Da Drought 3 de Lil Wayne. No obstante de pasársela en el escándalo gratuito, Britney Spears se dio tiempo para grabar Blackout, mientras que Amy Winehouse, otra hija predilecta del sensacionalismo límite, se desgranó en el sentido Back To Black. Alicia Keys, Joss Stone y Rihanna, le pusieron un poco de blues y R&B al año con As I Am, Introducing y Good Girl Gone Bad, respectivamente
Un par de bandas comandadas por ellas: Rilo Kiley presentó Under the Blacklight, y Bat For Lashes, Fur and Gold. Un emocional viaje por los terrenos del folk, el pop y el country tuvo guías de lujo: Feist con The Reminder, Lucinda Williams con West, Joni Mitchell con Shine, Laura Veirs con Salbreakers y Ricky Lee Jones con The Sermon on Exposition Boulevard. Melissa Etheridge, por su parte, muestra muchas ganas de seguir viviendo con The Awakening.
Tres piezas clave de la música hecha por mujeres asomaron sus infinitas emociones y posibilidades: Bjork continuó el camino de la experimentación con Volta; PJ Harvey nos obsequió el fantasmal White Chalk y Tori Amos mostró su múltiple personalidad en el extenso American Doll

OPUS 2
Arcade Fire y su Neon Bilble (disco del año según la revista Q), LCD Soundsystem con Sound of Silver (álbum del año de acuerdo a Uncut) y Arctic Monkeys vía Favourite Worst Nightmare, firmaron tres de los discos indispensables del año: los primeros nos introdujeron a una iglesia y con órgano incluido clamaban frases antibélicas; los segundos nos pusieron otra vez en la pista de baile con sus salpicadas punk y los terceros lograron superar su tan sonado debut, demostrando que además de ruido, también hay nueces, como en el caso de los Babyshambles y su Shotters Nation.
Kings of Leon se superaron con Because of the Times y los Kaiser Chiefs se mantuvieron de pie con el Yours Truly, Angry Mob. Beirut continuó con su particular mezcla de sonidos balcánicos y rock en The Flying Cup Club, un poco a la manera del ucraniano Gogol Bordello, con Super Taranta!, en el que volvió a meterle sonidos esteuropeos a su particular funk. Mientras tanto, Field Music mostró notable avance con Tones of Town y su bien aprendido power pop, y The Besnard Lakes levantaron la garganta desde Canadá con The Besnard Lakes Are the Dark Horse, así como los formados en Seattle Band of Horses con Cease to Begin.

ASALTO AL ASFALTO (Y A LA PISTA)
Los dos gigantes del hip-hop actual levantaron ego y mano como para señalar que el género está vivo y rapeando: con Graduation, Kanye West se tituló con honores, mientras que Jay-Z y su American Gangster inundaron las calles y la pantalla vía la película de Ridley Scott. Dizzee Rascal, desde la isla, produjo la ecuación sónica Maths + English y Common presentó Finding Forever.
Como representante de la electrónica francesa, Justice nos aventó de pronto a la pista de baile entre el beat inagotable y la sutileza con el álbum de la cruz; el grupo de las admiraciones !!!, continuó levantándonos de nuestros asientos con Myth Takes y los Chemical Brothers lanzaron temeraria proclama con We Are the Night, al tiempo que Von Sudenfed optó más por la exploración en Tromatic Reflexxions.

SOY LEYENDA
Bruce Springsteen sigue recurriendo a su chistera de hombre de clase trabajadora y ahora, reuniéndose con la banda de la calle E, firmó el sólido Magic, al tiempo que Ry Cooder le puso música a ciertas historias de hombres de trabajo. Prince distribuyó su estimable Planet Earth de manera gratuita y el Chrome Dreams II muestra no sólo lo prolífico, sino la bulliciosa creatividad de Neil Young, misma que se desprende de Revival, firmado por John Fogerty y de Washington Square Serenade, responsabilidad de Steve Earle.
Paul McCartney nos hizo poner a trabajar el lado afectivo del recuerdo con Memory Almost Full y el viejo sobreviviente, incluso a sí mismo, Robert Wyatt firmó Comicopera; Robert Plant y Alison Krauss combinaron capacidades disímbolas para crear el muy estimable Raising Sand, de lo mejor del año. Nick Lowe, muy a propósito, tituló su reciente obra At My Age, en la que sigue combinando con mesura el country y el rockabily, mientras Richard Thompson grabó Sweet Warrior, justo cuando su Fairport Convention cumplía 40 años, nada más.

DEBUTS Y REGRESOS
The Rumble Strips y su desenfadado Girls and Weather, con todo y sección ochentera de metales, se dieron conocer, tal como el un-rave de Klaxons expandido en su Myths of the Near Futures; el cuarteto neoyorquino Battles le entró a un arriesgado conjunto sonoro con pedacería del jazz, del tecno y del glam en Mirrored, así como Voice of the Seven Woods incursionó en los terrenos de la sicodelia con su álbum homónimo. Por su parte, Maps llamó la atención con We Can Create, álbum armado a partir de un elevado pop retomando efectos sonoros de zonas aledañas.
Cuando nos despertamos Dinosaur Jr. siguió entre nosotros, ahora con Beyond, álbum en el que el nervio se mantiene tenso; The Stooges, por su parte, firmaron The Wirdness; The Eagles volvieron con el evocativo título Long Road Out of Eden, Crowded House con Time on Earth, Kevin Ayers con The Unfairground, Happy Mondays con Uncle Dysfunktional, Kula Shaker con Strangefolk y Smashing Pumpkins con Zeitgeist, dividió a la crítica: no son los de antes pero tampoco se merecían tan mal trato.

CONSOLIDADOS
Radiohead, el grupo más importante aparecido en los noventa, volvió con In Rainbows y toda una postura frente al vínculo entre artista y escucha; Spoon sorprendió gratamente con el espléndido Ga Ga Ga Ga Ga, dejando que tanto The White Stripes con Icky Thump y Bright Eyes con Cassadaga, confirmaran su capacidad para seguir confeccionando álbumes consistentes. Modest Mouse conserve intacta su creatividad en We Were Died Before the Ship Even Sank.
The National firmó Boxer, uno de los grandes discos del año enmarcado en el movimiento conocido como Americana pero incorporando otros elementos estilísticos. Manic Street Preachers nos regalaron Send the Tigers Away, su octava obra y de lo mejor que han hecho últimamente; Interpol mantuvo su estatus como banda prominente del naciente siglo con Our Love To Admire, y Wilco se volvió más accesible, aunque no por ello menos apasionante, con Sky Blue Sky.

EN SOLITARIO
Con Easy Tiger, Ryan Adams volvió a ocupar su lugar y Rufus Wainwright se colocó, con Release the Stars, como un de los más importantes cantautores del momento; Richard Hawley nos volvió a invitar a su revival 50´s-60´s con Lady´s Bridge. Devendra Banhart y su bilingüe folk piscodélico volvieron con Smokey Rolls Down Thunder Canyon, mientras que desde Senegal, el maestro Youssou N’Dour mantuvo su acostumbrada consistencia con Rokku Mi Rokka. La voz de Depeche Mode, David Gahan, se aventuró en solitario con Hourglass.

RUTAS CONOCIDAS
Tomando senderos ya recorridos, sin arriesgar mayor cosa pero demostrando que saben lo que hacen, varios grupos de cartel visible se dejaron escuchar este año: el powerpop de Foo Fighters con Echoes, Silence, Patience & Grace, The Hives, siempre al filo de la pretensión, grabaron The Black and White Album; el pop aderezado en Infinity of High de Fall Out Boy; la reconocible caja combinatoria de Linkin Park en Minutes to Midnight, y Maroon 5 con It Won´t Be Soon Before Long, disco que se deslizó entre cierta fereza domesticada y apuntes escapistas.

RUTAS ALTERNAS
Primero, el zoológico: Animal Collective con el locuaz Strawberry Jam; Superfurry Animals hizo lo propio con Hey Venus!, Panda Bear y su particular propuesta salpicada de tecno Person Pitch; Iron and Wine sorprendió con The Sheperd´s Dog. Las armonías cercanas se dejaron escuchar en Wincing the Night Away de The Shins, y a través de Peter Bjorn and John y su Writer´s Block. Bienvenido el regreso de Les Savy Fav con Let´s Stay Friends y su particular artrock, así como la presencia postbeatle de The Apples in Stereo y su New Magnetic Gonder.
Entre el punk movidito y la psicodelia más intensa transitaron las propuestas de Of Montreal con Hissing Fauna Are You the Destroyer?, de Ted Leo and the Pharmacists con Living With the Living y Against Me! con New Wave (disco del año según SPIN). Por ahí anduvo Maxïmo Park con Our Earthly Pleasures. El supergrupo The Good, The Bad & The Queen firmó album homónimo: ojalá duren, al igual que Grinderman, proyecto de Nick Cave que, como suele suceder, cautivó con álbum homónimo; Cherry Ghost y su fino pop de Thirst For Romance retrató la cotidianidad, un poco a la manera de In Our Bedroom After the War, emotiva obra de Stars.

ENTRE DENSIDADES Y PROGRESIONES
Queens of the Stone Age volvió con Era Vulgaris, mientras que, con Phil Anselmo al frente, Down firmó Over the Under, uno de los álbumes claves del rock pesado; más por los rumbos neoprogresivos, Porcupine Tree acechó con Fear of a Blank Planet y Dream Theater hizo lo propio con Systematic Chaos, mientras que Rush todavía gravita como se muestra en. Nine Inch Nails se redescubrió con Year Zero, inicio de un proyecto más amplio.

Un recorrido panorámico más que profundo. Seguro hay mucho más en la selva sonora que nos está tocando vivir. Muy buen año, lleno de canciones vitales. Felicidades.

Fernando Cuevas
Nos escuchamos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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