Soldadera 128

ENTRE EL CORAZÓN Y LAS AVES

Alguna vez alguien me dijo que escuchar música no es tan fácil, hay que aprender a distinguir una guitarra de otra en los grupos de rock, apreciar el bajo en la música popular (mexicana), entonar los silencios que pronuncian los vocalistas en cada canción, en fin, todo un complejo proceso de audición y apreciación.
Mientras comienza este año, se lanzan ya las expectativas al aire; especulamos si es que ya termino el año sabático de The Strokes, si el grupo K-Paz de la Sierra buscará un cantante, si Muse seguirá con su costumbre de hacer covers de canciones clásicas o si Metallica será tan espectacular en febrero como lo es ahora en nuestra imaginación.
Es difícil guardarse las expectativas en la bolsa y seguir adelante, sordos como indiferentes al entorno. Vienen ideas sueltas a sacudirnos de repente y por el contrario de lo que se pudiera pensar seguimos atrás, atrapados en la inercia del atrás, de días soleados, de noches de bodas bailando duranguense y banda y entonces escucho claramente como esa música me atrapa, escucho su sonido que se sostiene en instrumentos de viento y percusiones, no hay guitarras.
Se argumenta que las percusiones provienen de regiones africanas y que su objetivo es imitar los latidos del corazón así como las vibraciones de la tierra, por otro lado, los instrumentos de viento parecen tener su origen en el mundo clásico, en la antigua Grecia y lo que intentan es reproducir el canto de las aves.
Ahora bien, situados en México, bajo contextos tan mágicos como lo son las uniones nupciales, por lo general se congrega el corazón con sus diástoles y sístoles al lado de una variedad avícola, dando como resultado un cuadro bastante exótico: un sonido muy regional, guapachoso.
Entre las bandas más conocidas tenemos a ‘La Arrolladora Banda El Limón’ que se especializan en sonar románticos, incluso a veces hasta melosos; en sus bailes las parejas tienen oportunidad de bailar muy cerca debido a su ritmo lento y cadencioso. A la banda ‘El Recodo’ de Don Cruz Lizárraga le conocemos su estilo inigualable de movernos a gran velocidad con o sin pareja, además, el desamor no se oye más autentico ni optimista que con ellos: ‘que te ruegue quien te quiera, que yo no lo voy a hacer…’ versa una de sus más famosas composiciones.
Es cierto, no es fácil escuchar música, no es fácil reunir en el oído interno tantas posibles combinaciones de emoción, sentimiento y a veces hasta aves, incluso el corazón; no es posible, se necesita abrir todo el aparato sensorial, la memoria auditiva, los recuerdos, las vivencias, las tradiciones y quizás así se aprenda un poco sobre música o tan sólo a disfrutarla.

Citlaly Aguilar Sánchez

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