Soldadera 132

EL CINE DE 1957

Demos una fugaz repasada de algunas de las películas memorables que cumplieron cincuenta años en este 2007 que recién terminó.

MAESTROS DE TODAS PARTES
Los dos grandes que se fueron este 2007 tuvieron presencia en 1957: una de las cumbres de Ingmar Bergman fue Fresas salvajes, reflexivo y simbólico viaje vital y mortuorio de un profesor de medicina en el que importaba más el trayecto que el destino, acaso como la propia existencia. Por su parte, Michelangelo Antonioni dirigió El grito, en la que diseccionaba con su peculiar mirada a las clases altas. El cine post Stalin encontró una fuerte muestra de renacimiento con Cuando miran las grullas, dirigida por Mikheil Kalatazov.
Fellini filmó Noches de Cabiria interpretada por Giulietta Messina como la ingenua prostituta en busca del amor y Kurosawa Trono de sangre, aportando su visión a Macbeth, clásico de Shakespeare. Desde la India llegaron un par de cintas memorables: Aparajito, la segunda entrega de la famosa trilogía de Satjyajit Ray, y Bharat Mata, obra de Mehboob Khan centrada en la batalla de una mujer atrapada entre la tradición y el cambio.

MUSICALES, COMEDIAS Y ROMANCES
En clave de musical, Una cara con ángel de Stanley Donen, ponía a Audrey Hepburn y Fred Astaire como improbable pareja romántica en un entorno colorido. Por este mismo circuito, el mundo conocía a un negro atrapado en un cuerpo de blanco que movía las caderas en público como no se había visto antes: Elvis Presley bailaba con su traje de presidiario El rock de la cárcel, de la mano de Richard Thorpe. Por su parte, George Cukor filmaba la joya Las Girls con música de Cole Porter.
Leo McCarey juntó a Cary Grant y Deborah Kerr en Tú y yo, y el prolífico Billy Wilder hizo lo propio con Gary Cooper y Audrey Hepburn en Ariane. Marlon Brando se enamoraba, en el contexto posterior de la Segunda Guerra Mundial, de una japonesa en Syonara, realizada por Joshua Logan. Caso similar le sucede a Clark Gable al caer rendido ante una esclava, interpretada por Ivonne De Carlo en Band of Angels de Raoul Walsh.
Una de las películas escandalosas de la época fue Y Dios creó a la mujer de Roger Vadim, en la que Brigitte Bardot le llenaba el ojo a intérpretes y espectadores por igual; Faulkner fue adaptado con profunda convicción por Douglas Sirk en Ángeles sin brillo y Otto Preminger le ponía melancolía a la pantalla con Bonjour Tristesse.

WESTERN Y THRILLER
Un par de francesas: Ascensor para el cadalso, debut de Louis Malle, combinaba el drama con el thriller policíaco, atravesado por la hoy consabida fórmula de esposa-amante-matan-marido, mientras que el eterno Claude Chabrol presentaba Mi bello Sergio; por su parte, Jacques Tourneur dirigió La noche del demonio en tono terrorífico. El maestro Hitchcock colocó a Henry Fonda como Falso culpable, en una de sus más grandes cintas, quizá no tan publicitada pero terriblemente efectiva.
El western estuvo bien representado por La verdadera historia de Jesse James de Nicholas Ray y El tren de las 3:10 de Delmer Daves, revisitadas por sendos remakes este año; Anthony Mann contribuyó con El hombre del Oeste, John Sturges con Duelo de titanes y Samuel Fuller con Cuarenta rifles. Recuperando la autobiografía del piloto de la marina Frank ‘Spig’ Wead, John Ford firmó Escrito bajo el sol con John Wayne y Maureen O’Hara.

JUICIOS, GUERRAS y CIENCIA FICCIÓN
Un clásico del cine de juicios es Doce hombres en pugna de Sydney Lumet, en la que Henry Fonda encabeza una reflexión contraria a lo que el resto de los jurados pensaba con respecto a un acusado; en este mismo ámbito y basada en la novela de Agatha Christie, Billy Wilder dirigió Testigo de cargo con una estupenda Marlene Dietrich. Otro par de clásicos, éstos del cine bélico: El puente sobre el río Kwai del realizador David Lean, obra redonda desde donde se le mire y la crítica Senderos de gloria, dirigida por Stanley Kubrick y ubicada en la Primera Guerra Mundial.
La ciencia ficción encontró en El increíble hombre menguante del realizador Jack Arnold, un poderoso ejemplo de cómo la alienación del ser humano empieza por casa: “Yo continuaba menguando, convirtiéndome… ¿en qué? ¿Lo infinitesimal? ¿Qué era yo? ¿Aún un ser humano? ¿O era yo el hombre del futuro?” (Cita de la película en Müller, Jürgen, Cine de los 50, Taschen, 2005).

Valga este recorrido para recordar o descubrir el cine que se miraba, disfrutaba o sufría, según el caso, hace cincuenta años.

Fernando Cuevas

Nos leemos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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