Soldadera 135, domingo 24 de febrero 2008

[Febrero 9 de 2008]

Inicias la lectura de los periódicos muy tarde. Lo haces después de las cuatro pm, cuando en Europa, e incluso en México, las redacciones de los diarios tienen formadas las secciones blandas de los impresos; que son las que aparecen en los días por venir. Ante ti están las hojas escritas de dos o tres días atrás. Lees acompañado del televisor, donde transmiten Notting Hill.
[Quizás la historia romántica inglesa no le interesa lo suficiente. Lo que marca al lector, para tenerla en el ambiente, es la coincidencia de tener la película que miró el día compró el diario de James Boswell. El libro, desde que lo leyó, se configuró en uno de los referentes para situar las formas de reunión de los ingleses dieciochescos –los contemporáneos a las primigenias logias-. Por eso colocó el volumen en la bibliografía que utiliza para redactar la tesis.
Justo cuando es reproducida la cena de los hermanos, y pese a ser la secuencia que más le atrae, fue al librero para sacar el Diario londinense. Lo primero que ojeo fueron los pasajes subrayados con color sepia: “De vez en cuando le había mencionado mi diario. Esa noche le leí un poco. Sin duda, está escrito de un modo muy descuidado, cosa que mencionó sin reparos, y dijo que yo podía adquirir el hábito de escribir de esa manera, de modo que sólo me serviría para aprender un estilo desaliñado. Me aconsejó que me esforzara más con el diario, y que le diera utilidad haciendo de él un buen método para practicar la escritura, para hilvanar frases y ejercitarme en distintas clases de expresión. Está muy en lo cierto. En el futuro me mostraré más atento, y antes haré poco y pulido, que mucho descuidadamente…”
La acción fue interrumpida cuando llegó un mensaje al teléfono –una invitación para acudir a un cumpleaños-. Respondió con el “Sip”.]
Por cierto, en la mesa no pones nada para beber, pues antes de llegar al departamento acudiste a la atestada (hoy no tanto –por la hora-) cafetería del bulevar. Pides, como es tu costumbre, previa al almuerzo, agua con gas. Ella pidió crepas. ¡Ordena eso, pese a la hora! En el transcurrir platicaron del Emilio y de las posibilidades de viajar por estos días (hablaron del mes de abril). Nada concretaron. Al salir entraron a la tienda de bisuterías –la que está en el pasillo del estacionamiento-. Lo hicieron para preguntar por el edredón con imágenes religiosas.
La lectura que ejerces en los periódicos es inicialmente decimonónica: ubicas la sentencia/título, y si es de tu interés, prosigues con el cuerpo de la nota. En ¡hey! revisas la cartelera del 22 y Tvunam, luego la nota sobre François-Henri Pinault (el dueño de las librerías fenac). Tras leer, lo del esposo de Salmita, pasas dos páginas. Vas al resumen –muy malo, por cierto- que hizo la redacción del suplemento sobre el reportaje, que apareció en US Weelky, acerca del vestuario de Hillary Clinton.
[En el transcurrir de la lectura señaló, con una flecha, el párrafo cotextual que no destacaron en los disparos del suplemento de Milenio: “Hace apenas unas semanas, Hillary Clinton despertó la ira de la prestigiosa editora de la revista Vogue, Anna Wintour, al renunciar a aparecer en la portada de la edición estadounidense por miedo a la imagen que pudiera proyectar durante la campaña electoral”. No es necesario aclarar que al lector le atrae más la ex primera dama que Obama.]
A las 6:47 pm llega otro mensaje: “Stoy cd. tienes plan???”. Respondes con otro evidentemente: “Sip”. Extraes la frase de la plantilla. Al enviar el mensaje, reparas en la posibilidad de que el receptor piense que tienes otras labores. De inmediato le envías otro mensaje, para que sepa que estás en Localia y que pueden organizar algo. Prosigues con la lectura. En Milenio lees, con relativa detención, las columnas sabatinas: Carlos Puig, Rosario Robles… El hojeo y la lectura que siguen a los otros diarios es ágil. Ubicas el texto que aborda el tallaje de la ropa y la necesidad de tener nuevas medidas, pues “las actuales son de 1972. Los consumidores piden una norma legal, y no una autoregulación”.
[El lector recuerda entonces el artículo que aparece en el número de febrero de Este País, el de la percepción del cuerpo en la era del neoliberalismo. Duda en anotarlo en la lista de compra electrónica de estos días o en la que elaboras para adquirir otros impresos -el problema para esta acción es que todavía no la colocan para su venta en las cafeterías de Slim y en la del bulevar. Permanece todavía la del artículo de Edgar Morin.]
Pese a ser sábado, a las 7:45 pm dejas los periódicos. Pues una llamada por el teléfono fijo es la que interrumpe la lectura. La persona que habla en el otro extremo del circuito, avisa que llegará en un par de minutos. Cierras los impresos. Lo haces sin retirar las hojas que señalaste para recortar. Mientras llega la visita, enciendes el ordenador para ojear el artículo que redactaste acerca de las elecciones en la Universidad. Lo consideras pasable; es, finalmente, un texto efímero más.
Marco Flores



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