Soldadera 134, domingo 17 de febrero 2008

PETER BJORN AND JOHN: EL SOL SALE PARA TODOS

El sol también se aparece, aunque sea de vez en vez, en Suecia. Lo supimos cuando hace ya algunos años, un grupo con nombre palíndromo que sólo empleaba las dos primeras letras del alfabeto nos llenó los oídos con un delicioso pop que bien nos podía hacer saltar a la pista de baile. En efecto, ABBA inició una tendencia musical más desenfadada en aquel país cuyas manifestaciones culturales más bien tendían al drama intenso.
Así es como, junto con un rock pesado de alcances terroríficos, en Suecia sobrevive un pop luminoso, inteligente y de una frescura capaz de alumbrar las prolongadas oscuridades y derretir los fríos invernales. Quien levanta la mano es el trío cuyo nombre carece de una coma, Peter Bjorn and John, cuya principal virtud se encuentra en la habilidad melódica siempre pegajosa pero nunca fastidiosa, muy recomendable para cambiar el rostro angustiado por otro más bien sonriente y despreocupado.
El trío se formó en Estocolmo hacia 1999 con Peter Morén en la vocal, armónica y guitarra; Björn Yttling en el bajo, teclados y voz, y John Eriksson en las percusiones, batería y también vocales. Con cierto barroquismo a la Beach Boys y un pop sesentero actualizado con elementos de la new wave ochentera, empezaron a aparecer en algunas recopilaciones que los dieron a conocer en su tierra y alrededores, subiéndose a la ola del indierock, que tanta atención empezó a merecerle a las voraces compañías, hoy viviendo una crisis evidente.
Algunos sencillos pavimentaron el camino para la aparición de su homónimo álbum debut en el 2002, una obra discreta que los empezaba a colocar en la escena del pop europeo. Le siguieron los EP´s 100 M Of Hurdles y Beats, Traps and Backgrounds, como antecedentes de Falling Out (04) su segundo largo que denotaba mayor creatividad y una idea lo suficientemente clara de cuál era su lugar en el mundo del pop. Con esta obra se dieron a conocer al otro lado del Atlántico y se integraron a la irrupción de grupos de aquellos lares como The Concretes, de tendencia casi pastoral, The Shout Out Louds y The Legends.

MÚSICA DE LA COTIDIANIDAD
Este recorrido ascendente continuó con el espléndido Writer´s Block (07), considerado uno de los mejores discos del año pasado en el que la facilidad melódica, al tiempo compleja, se desgrana en estructuras armónicas e instrumentales vigorosas, llenas de matices y detalles que se van descubriendo conforme se pone mayor atención en la escucha de cada uno de los temas.
Después de una breve introducción de la canción titular, Objects of My Affection irrumpe con un arranque de guitarra electroacústica y una marcha de batería, que nos despierta de inmediato y nos coloca en el estado mental de reconocernos más vivos. Un chiflidito como que no quiere la cosa antecede el diálogo de Young Folks, canción que se te pega en la cabeza sin siquiera avisarte, con todo y la participación de Victoria Bergsman, voz amiga de los mencionados The Concretes.
De ahí nos vamos de turistas: Amsterdam nos invade con ese medio tiempo entrecortado y Paris 2004 nos conduce irremediablemente a uno de esos momentos románticos que de tan comunes, se quedan en la memoria: el anillo del compromiso quedará pintado por mucho tiempo y se recordará cada vez que tomamos un croissant por la mañana aún en la tibieza de la cama.
En Start to Melt consolidamos el romance con una instrumentación machacona y convincente, mientras la vocal de John se asume como portadora de cierta tranquilidad, aunque en Up Against The Wall volvemos a estar en una situación poco controlada, que contrasta con la desnudez y simplificación de recursos que de pronto se nutren por la incorporación de efectos sonoros. Una guitarra gorda se desgrana en Let´s Call It Off, donde queda claro que conviene dejar algunas cosas sin explorar, tal como lo plantean los autores a tres voces.
Con el shh shh shh y un inquieto bajo, The Chills se articula como a la distancia, en donde caben los juegos vocales y cierta evocación, dejando que el optimismo lírico vuelva con Roll the Credits, renuente a explotar vía la guitarra que funge a manera de contención, incluyendo las campanas tubulares. El álbum cierra con el folk de Poor Cow a manera de pausada reflexión sobre el fin de la historia personal, cuando ya nada importa y mucho menos lo que se quería vender como tal.
El trío sueco se presentó el sábado 26 de enero en el Lunario del Auditorio Nacional en la Ciudad de México: buena alternativa para ver a un grupo en su momento y descubrir que, más allá de las lejanías, somos mucho más parecidos que lo que suponemos, sobre todo si pensamos que el sol sale para todos.

Fernando Cuevas
Nos escuchamos después.
Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx

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